jueves, 28 de enero de 2010

Algo muy humano

Alzabamos la mirada al cielo, esperanzados y anhelantes, como si toda nuestra vida dependiera de ello. Teníamos nuestra fe ciega, aquellas palabras que todavía resonaban en nuestros oídos y el mensaje de esperanza.

Aquello nos bastaba para continuar adelante. Por primera vez en muchos años, después de años buscando un pilar fuerte, lo hallamos. Nos sentíamos como en casa, de donde en su día tuvimos que abandonar todo recuerdo y pasado junto con aquellas paredes con las que vestía mi infancia. Mi hermana no pudo hacer otra cosa que seguir mi camino. Parecía mentira que yo fuera el menor de los dos, pero ella no podía siquiera responder por su vida.

Una vez que se le mostró una vereda a seguir, se aferró a la vida, a ese camino.
Habría de pasar casi una vida antes de reconocer que no eran más que engaños.


Después de tanto tiempo, mucho después de haber conocido a los que serían nuestros salvadores, pudimos ver la verdad.
Ahora miramos al cielo, con la única esperanza de encontrar respuesta. Porque un cielo tan azul no puede esconder mentiras. Mi hermana vacilaba a mi lado, vencida por el cansancio.
Con su frágil voz en susurro:

- ... Tengo tantas dudas...

Por fin, rompió a llorar

2 comentarios:

  1. Entonces uno comprende que no hay nada seguro en la vida, salvo la muerte y comienza uno a crecer..

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  2. es bueno escapar del engaño. Uno es capaz de vivir engañado toda su vida...eso sucede, y es triste...

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