jueves, 31 de marzo de 2011

El miedo

Resuenan los pasos sobre la fría piedra bañada por el rocío nocturno. Las luces que iluminan las calles hacen sombras que acrecentan el temor a los ojos de un niño.
Anita tiembla en mis brazos, a veces olvido que sigue siendo una niña, con las pesadillas propias aunque viva con terribles monstruos. Pronto caerá dormida, entre el temor y las altas horas de la noche.

Maldito sea Fanderberg y sus teorías, ya que por ellas tenemos que huir. No acostumbra a fallar, y no pienso dejar que nos pille desprevenidos tal noticia

Sabíamos que ella regentaba un gran poder, aunque nos era imposible concretarlo, hasta el momento. Los rastros de azufre anunciaban presencias en los alrededores, observandola. Ella desconoce la verdad, como tantos muchos.

El miedo nos hace débiles e irracionales. Por eso huyo con ella en la noche. Por miedo. No pensé que sentiría miedo como los demás al pensar en su dolor.

martes, 22 de marzo de 2011

Ánimas

Golpeó con los nudillos la pesada puerta. Al lado de ésta, un cuerpo inerte descansaba, casi como un guardián de la puerta. Otro ejemplo del macabro humor de Diriek. Solía hacer eso con los antiguos propietarios de las casas que ocupaban. El tiempo en aquella casa se les agotaba, pronto sus vidas volverían a cambiar.
La pequeña Anita lo lamentaría, como cada vez.

- Adelante... - dejó escapar aquella voz grave

Adrien se abrió paso hacia la habitación. Cerró la puerta, al igual que los ojos. Al instante se dejó llenar por la energía que se movía en el interior de esas cuatro paredes. Fanderberg se hallaba cerca. No lo veía, pero podía sentirlo.
Cerraría los ojos, al igual que él, concentrado en el ritual que invocaba a todas las ánimas que estaban allí presentes. Se dejó llenar por los recuerdos de esos espíritus imperecederos, todas esa hambre de vida que nunca más sería saciada. Se sentía entonces más vivo que nunca, regocijandose en la ausencia del Suspiro en aquellos entes.

- No los atormentes demasiado - dijo Fanderberg. Sentado frente a un escritorio atestado de libros, parecía meditar - Pronto te acompañarán allá a donde vayas

- Nadie desea a los muertos siguiendo sus pasos y observándoles en sus sueños - respondió Adrien, algo molesto por la ruptura del silencio - ¿Por qué debería recibir ese castigo?

- Calla ahora y atiende a mis palabras. Apenas nos queda tiempo

Durmiente

Alma atormentada, camina entre los árboles, cabizbaja, perdida en mil pensamientos. Atormentada porque la pluma se niega a dar rienda a las muchas historias que tiene en su cabeza. Destinada a entregar el corazón a una causa perdida. Los espíritus de ese bosque intentan advertirla, pero permanece demasiado absorta para escuchar sus súplicas. Tanto dolor le daría a su pluma la vida que tanto anhelaba. Cuando encontró esa inspiración, ya no la deseaba

domingo, 20 de marzo de 2011

Las sombras

Anita duerme ahora. Esta criatura parece haber encantado a todos los aquí presentes, a mí incluído, con su presencia. Su sueño resulta tranquilo junto a nosotros, cuando a los otros mortales les entraría un terror atroz cerrar los ojos, imaginando que es lo que podríamos hacerles.
Ha creado una calma en esta casa, algo que hasta el momento no habíamos tenido la fortuna de conocer. Los infiernos no quieran llevarsela de nuestro lado...


Adrien se había dormido sobre el sillón, con el pesado grimorio sobre sus piernas. En aquellos momentos empezaba a anochecer, y el durmiente comenzó a ser vestido por las sombras.
Unos dedos largos se colocaban uno a uno sobre el brazo de Adrien, haciendo fuerte presión. Diriak reía de una forma un tanto enfermiza, y continuaba haciendolo mientras la mano de Adrien se colocaba frente a su rostro. Un destello intenso de luz y el pequeño y deforme cuerpo de Diriak voló por los aires.

- Buenas noches, joven Adrien - reía a carcajadas el enano - ¡El señor Fanderber, solicita inmediatamente su presencia!

El aludido dejó caer pesadamente la cabeza sobre el respaldo del gastado sillón, y tardó solo un segundo en incorporarse. Sus dedos huesudos y alargados cerraron con parsimonia el grimorio antes de abandonarlo sobre la mesa, y al atender su llamada, se arrebujo en sus capas. La noche gastaba su cuerpo frágil.

Así, cuando caminaba, oteó el exterior del caserón sin dejarse ver. El cielo oscuro parecía haberle estado esperando para completar su presencia. Adrien se volvió con gesto altivo: ya saldría en otro momento. Las calles nocturnas serían para siempre su posesión y dominio.

Laberintos [XI]

Unodós, unodós. Caminando hacia el refugio de Dana, donde no esperaba encontrar refugio, sino un leve descanso. Aquello sería realmente un milagro si realmente Dana le permitía estar allí, no querría ver manchado su "buen nombre"

Pero debía intentarlo. Sube las escaleras del piso, donde ya se empieza a escuchar las música característica de su lugar.

La puerta que da acceso se cierra antes de que pudiera ver quien es, pero juraría que podía reconocer la voz. Se detiene, escuchando. Es ella, también buscando refugio.

"Arde el infierno que buscaría un lugar mejor para ella" piensa con frustración, pero era eso mejor que nada, vagando en las calles sin saber que hacer. En todo caso, Dana sabría lidiar con los agentes de la ley, mientras que él no.

Vuelve a bajar hasta que escucha las sirenas, nunca destacaron por su manera de ser discretos. La salida trasera, que daba a un callejón, fue la solución. El intrincado laberinto de las calles es y sería durante largo tiempo salvación para muchos

Quiero soñar

Contemplaba el cielo, perdida entre las estrellas, y escuchando una canción que creí escuchar mientras veía en una imagen fugaz como los sueños podían hacerse realidad. Sonrío y añoro, recuerdo y sigo avanzando

Sigo sin saber que es lo que deseo escribir, se pierden las hojas en este diario que nadie tendrá la oportunidad de leer. Perdidos en un cielo que ya nadie se atreve, nadie puede contemplar con tranquilidad. Hace tiempo que dejaron de soñar, las esperanzas se perdieron a la par que nuestro destino. Vagamos en solitario, cada uno abstraído en su propio infierno de reflexión y lamento

Porque piensan que no queda otra sino lamentar todo aquello que no se hizo y que no habrá oportunidad de hacer. Preparamos nuestra mente para un profundo sueño que nos hará inmortales. Hay infinitas fantasías que cumplir en este sueño inducido, de nada vale entonces agotarse en las lágrimas. Nadie querrá encontrar el testimonio del pasado inundado en llanto

domingo, 13 de marzo de 2011

Extraño hogar

A veces creo recordar que no siempre caminabamos solos. Tres compañeros, de los que no puedo decir que fueran completamente humanos, nos acompañaban a veces.
Nunca me dirigieron una mala palabra o mirada; tampoco un mal gesto. Me trataban como si fuera uno de ellos, como si llevaramos juntos en el camino toda una eternidad.
Me mostraron también pequeños trucos, prodigios a los ojos de cualquier niño. En aquellos tiempos de mis inicios ni siquiera me cuestionaba hacia donde querían dirigir mi destino y futuro.

Todavía no conocen mi nombre aquellos que tengan la casualidad de encontrar estos pergaminos que pronto estarán gastados por el tiempo y la inclemencia del tiempo en mis viajes. En las ruinosas calles que forman mi infancia me llamaban Ana, pero mis protectores siempre me llamaron Anita.

El papel y la pluma parecen tener un misterioso embrujo, siempre lo creí. A medida que escribo, empiezan a refrescarse mis recuerdos. Mis salvadores: Adrien y Fanderberg. Figuras que inspiraban temor irrevocable, me llevaron como discípula y chiquilla. Fanderber era corpulento y sorprendentemente alto. Su rostro, redondo y de un color enfermizo, jamás dejó escapar una sonrisa. Al menos ante mí.
Adrien, en cambio, era apuesto y atrevido. Tenía sus momentos de absoluta reflexión y quietud a altas horas de la noche, y su risa lobuna resonaba en toda la casa que ocuparamos.
Fanderberg aparecía pocas veces, y las menos, se acercaba hacia donde estaba tomando mis lecciones para ver mis progresos. Apenas me atrevía a mirarle, pues la primera vez que le miré a los ojos vi en ellos un vacío abisal. Ese mismo vacío que empezaba a desaparecer de mi vida, de todas las cosas que me rodeaban.

Una nueva conciencia empezaba a apoderarse de mi cuerpo y mi mente. Sentía en mis manos un gran poder presto a escapar.

viernes, 11 de marzo de 2011

Una herida en el cielo

Jamás comprendí los sortilegios que en mi nuevo refugio se realizaban. Aquellos dos titanes a mis ojos se veían constantemente envueltos en un aura de misterio y magia del que no podían escapar de ninguna de las maneras. Caminaban por las calles ajenos a todo lo que les rodeara, como si no vieran los vehículos pasar. Y como si cada ventana de cada edificio que veían ante sí ocultara un enigma que los absorbiera por completo.

Yo era una chiquilla cuando los conocí, y no por voluntad propia. El destino o el azar quisieron que viviera en los suburbios de una ciudad de la que ni siquiera recuerdo el nombre. Como muchos en aquel lugar, vivíamos de la miseria. Rogando por que apareciera un ángel que nos sacara de aquel infierno. La mayoría moría de hambre, y los que no, a las navajas de los más fuertes.

Yo también rezaba. Solo que en mi busca no llegó un ángel: llegaron dos. Para mí eran dos señores de alta posición, con sus preciadas capas y sus cuidados movimientos y modales.
Todo lo que podía soñar cualquier desgraciado. Y aún más: vivir sin ningún recato.

Me llevaron con ellos, dándome todo lujo y capricho. En los caprichos se incluían posesiones, viajes y la sangre ajena. Así era. Si teníamos que matar para conseguir nuestro objetivo, no había reglas. Aquellos dos magos sabían ocultar sus crímenes.

Así era nuestra vida

domingo, 6 de marzo de 2011

Sobre el hielo

Que grande el miedo que sentíamos al salir por fin bajo las estrellas. El cielo azabache, imponente, congelaba nuestras voces en un principio. Después, nos atrevimos a reír. El pasado nos persigue a cada instante, en cada nueva acción. Pero igualmente, continuamos

Sintiendo el frío en nuestas manos. Porque el hielo y la nieve lo cubre todo. Es una ciudad desconocida en la cual no existe lo imposible.
Lástima de tener la conciencia de que es un sueño.
Tal vez en algún momento la vuelva a encontrar

martes, 1 de marzo de 2011

El castillo

Contemplar el mundo desde los cielos, y este gran castillo es mi refugio. Se contemplan las batallas como si de pequeñas figuras en un tablero se tratasen, y los gritos apenas llegan tan arriba. El aura de magia en el interior se respira, pero aisla a cada uno en sus propios pensamientos. El mundo ha cambiado desde que estoy aquí, y que los recuerdos de antaño se transformen desagradablemente o desaparezcan no es buena señal.
Encomendé mi vida a una causa que no conocía, y que tampoco era mía. Tan solo quería salir adelante. Y ahora es la intriga lo que domina todo.
A veces siento deseos de volar