domingo, 30 de agosto de 2009

Reemplazo de juego

GAME OVER

Rezaba así la pantalla. Entonces Dale se dió por vencido y apagó su consola. La guardó en su bolsillo y suspiró de nuevo. El soñoliento T.J., al notar como se revolvía su respaldo, se incorporó para abrazársele por detrás, pasando sus brazos por alrededor de su cuello, muy quedo.

- ¿Cuando dejarás ese dichoso bichejo? ¡Me roba tiempo! - exclamó risueño T.J. mientras acariciaba con un dedo la pelirroja perilla de Dale. Éste sonrió levemente, con la mirada agachada, y apretó levemente su brazo.

- ¿Para que me quieres más si no es para ser tu cómodo asiento? - rió Dale, siguiendo el travieso tanteo.

No percibieron como miradas iban y venían hacia ellos. Nadie dijo una palabra, nadie se atrevió a interrumpir ese placentero momento.

- Calla y déjate abrazar - dijo por último T.J., hundiendose por completo en el arazo, cerrando los ojos y acurrucandose en su hombro. Dale sostuvo de nuevo sus brazos con sus propias manos, a modo de abrazo. Dejó caer su cabeza hacia atrás, en el hombro de su amigo, atesorando el silecio.

viernes, 28 de agosto de 2009

Jardín nevado de recuerdos [VIII]

Miraba al cielo que podía decir que era blanco. Mirando sin mirar, perdida y más allá del cristal frío de sus ojos. Quería volar, huir de la pesadilla que no quería acabar.

El pequeño jardín de la casa ahora parecía inmenso, donde cada paso era un mundo. Claro que para Diane cada gesto era una punzada de dolor intenso. Se obligó a caminar, había pasado demasiado tiempo en el mismo lugar y pronto su madre comenzaría a preguntar y a preocuparse.

Diane solo quería que la olvidara el mundo.

Pasos ausentes que no querían llegar a ninguna parte. Tan solo se detuvo cuando la alzaron en un abrazo. Lo correspondío incoscientemente, cuando percibió el aroma del tío Ben, y el suave tacto de sus manos, tan parecido al de su padre.

- ¿Como está el violín? ¿Y la pequeña ladrona de sus notas?

Al escuchar esas palabras, a Diane se le escapó una sonrisa.

jueves, 27 de agosto de 2009

Sobre la hierba verde, verde

La noche había llegado silenciosa, y por ello nadie la notó llegar.

Los cinco inmersos en sus pensamientos, lejos y a la vez muy cerca unos de otros. La dulce Leigh, tumbada en la hierba, daba vueltas sobre sí, intentando hallar un ángulo perfecto para las hojas muertas que intentaban volar frente a ella. En sus giros muchas veces chocaba con Matt, que se volvía hacia ella, devolviendo la risa traviesa de Leigh, que volvía a rodar.

Entretanto, Dale trataba de concentrarse en su vieja Nintendo, sentado cerca de Matt. De vez en cuando se revolvía en su asiento, pues el grandullón de T.J. se adormilaba detrás de él, espalda contra espalda. De vez en cuando, no podía evitar una fugaz sonrisa en su mirada.

Tess reía también, en los momentos no escasos en los que volvía su mirada hacia ellos, para después retornar a su viejo acordeón.

Matt también seguía al joven acordeonista, e incoscientemente competía con la guitarra que tenía en sus manos.
No existía el tiempo entonces, por lo que ambos conseguían coincidir en canción, mientras el resto coreaba.

El viento se llevaba alegre las notas en la fría noche, pero dejaba la risa y la alegría en su interior.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Enloquecidos

La multitud enardecida aullaba expectante, mientras esperaba que brotara la sangre por fin. Todos, en un impredecible frenesí, aún no habían decidido su víctima entre todos sus reos.

No podía ver el pavor en los rostros de mis compañeros, la oscuridad de nuestra cárcel de piedra era demasiado intensa. Sentía, antes que nada, el retumbar de sus voces y gritos en mi cabeza. Casi no podía pensar.

Sentí también su mirada caer sobre mí, y su cercana respiración. Quería percibirla tan solo a un paso de mi, asustada, impotente, viendo como la muerte quería cubrirnos con sus negras alas.

Me debatí contra mis cadenas, tan solo para besar sus labios, un simple roce, arrepentido de no hacerlo antes. No pude llegar, pues llegaron como tempestad, arrastrandonos sin cuidado alguno hacia donde el astro lunar podía contemplarnos.

El gran teatro, su gran comedia.

El espectral sacerdote se acerco a nosotros, con movimientos espasmódicos, mirando a ningún sitio con sus ojos muertos y ciegos.

No quise creer que la tomara a ella en primer lugar, mas no pude moverme: algo en su mirada me inmovilizó para siempre.

Tan solo contemplé en silencio y quieto como la apoyaban sobre la dura piedra y alzaban la afilada hoja para acariciar su cuello. En su obsceno ritual, alcanzaron el cenit, cuando creí ver rodar su cabeza.

El corazón en un puño, en espera.

domingo, 23 de agosto de 2009

Viajes

Pensaba que no llegaría aquel momento, el momento de volver a casa, junto a Ellie.

Largo viaje el que me toca recorrer. Pero al fin estoy en camino. Después de incontable tiempo, podré abrazarla al fin, y sentir el tacto de sus manos en mi espalda, devolviendomelo. Y fundirme con ella en un beso que no acierto a imaginar, aunque me resisto a ello, pues prefiero sentirlo por fin despues de larga espera.


Pero algo falló: sentí como se oprimía mi interior, agarrandome al asiento hasta sentir dolor. Caíamos.

Largo viaje el que me tocó recorrer, pero mi avión nunca llegó. Y jamás pude abrazar a quien nunca vi ni sentir aquel destino como mi primer hogar.

jueves, 20 de agosto de 2009

Quieren que regrese... NO

De nuevo quieren encierro, en una prisión no declarada. Sus paredes brillan como el sol, y su dueño se vanagloria de su cercanía al cielo. Solo que no sabe que no puede estar más cerca de los condenados.

A cada paso, le cuesta un pedazo de su alma continuar adelante, cargando con las muertes que lleva sobre sí.

La oscura habitación, donde moría por vez primera... Quieren volver, los monstruos bajo la cama, la sangre derramada, las noches en vela gritando en silencio por una liberación que no llegaba.

Memoria fragmentada, retazos y cuadros que nadie ya podra recuperar. Habitando en el silencio, que abruma, que ahoga, donde el color no es color. Sigue ahí, pero es gris, todo grís, ¿¡NO LO VES?!

La vida se consume poco a poco, tumbada en una cama.
En una noche - la respiración - se apaga.

"Y mi alma,
del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,
no podrá liberarse. ¡Nunca más!"

E.A.P

miércoles, 19 de agosto de 2009

De vuelta al cuartel

El futuro parece querer explotar, justo como lo hizo aquel hotel. Después de la explosión, me pareció que vagaramos sin rumbo, como autómatas en la ciudad.

La lluvia cayendo, y aquel malnacido huyendo.

Todo arde en este momento: la rabia, la impotencia... la casa de Márquez. Solo esta última esperamos que se consuma.

Gabriel se tambalea, o al menos eso creo. Todo esto nos supera, pero los cambios en su humor me desconciertan a veces. Por decisión común, todos volvemos al cuartel, donde al menos "sabremos de donde nos llegan los golpes" Lo peor es que llevan razón.

Las noticias vuelan a nuestra llegada. Soler y Asarta están hechos trizas. Lástima que el último vaya a sobrevivir. Con Soler la cosa ya no está tan clara.

Ahora, sin nuestro sargento, nos trasladan a otra sección, y nos cambian de mando. Un tipo que ya me da mala espina: al principio muy duro y después la sonrisa de "tu amigo quiero ser". La paranoia aumenta.

Nuestra primera misión debe de estar al llegar, por lo que tenemos que prepararnos para lo que nos venga. Aunque más bien nos vamos peor de como llegamos, sin haber comenzado siquiera.

5

"Mi vida en manos de aquel que dice ser dios"

Poco tiempo, y solo una triste sonrisa para combatir el miedo que bulle en su interior. Su muerte anunciada llega de una voz de ultratumba, o quizás desde el cielo infinito.

Ciudad gris, le robaron su color. Los pasos no conducen a ningún lugar, sino a una persona. Las lágrimas no saltan ahora, pero si cuando se vio en sueños. Las manos presionan en la cabeza, intentando buscar algún sentido. Quiere gritar.

La marca, la herida que recuerda lo que esta por llegar, continua su pulso, minando la tranquilidad, la calma. Haciendo estallar el humor, quebrando la imagen que quiere dar.

Caricias devueltas, palabras en susurros, y una distancia que no quieren agrandar. Un adiós número cinco.

Muere

domingo, 16 de agosto de 2009

Página 426

El suelo estaba húmedo y resbaloso bajo mis pies. Las botas del abuelo ya se veían gastadas, y a punto de ceder. Me sorprendió el poder verlas, en la profunda oscuridad del bosque. Una fría brisa inconstante traspasaba todo mi abrigo y me calaba hasta los huesos, entumeciendo mi cuerpo y haciendo más difícil el caminar.

Alcé la cabeza y una luz tililante veía acercarse desde la izquierda, parpadeante. Fijé la mirada y pude ver que aquella fuente de luz avanzaba entre los árboles, con una grandeza inmensa. El suelo empezó a temblar, a intervalos de segundos, una espera que se hacía intensa y agotadora.

Mire al cielo, y lo ví: aquel ser, sin forma definida ni nombre, aquello que jamás nadie más vio, y que no volverian a hacerlo, pues la cordura huiría de todo aquel que lo viese.

Casi incorpóreo en apariencia, una fosforescencia recorría todo su cuerpo. En la gran oscuridad reconocía sus ¿brazos?, haciendo el ademan al caminar. Sus extremidades, desmesuradamente alargadas, podía decirse humanoide, y también compararlo con uno de esos edificios que habitan en la gran ciudad. Su "cabeza" estaba unido completamente a lo que era el torso, y sus ojos... los ojos que parecían puertas al abismo, no miraban a ningún sitio, pero parecían verlo todo. También a mi.

Su gigantesca forma avanzó ante mí, haciendo temblar el suelo bajo mis pies, y espantando a todo ser que se hallara cerca.

Dejé de sentir mi cuerpo en cuanto su luz llegó a mi. Escalofrío tras escalofrío, mi cuerpo habia llegado a la insensibilidad. Tan solo podía ver, u horrorizarme con un tortuoso silencio, como si fuera un sueño. Una visión nebulosa.

WENDIGO

viernes, 14 de agosto de 2009

¿Qué buscas esta noche?

Quería alargarlo cuanto pudiera, nuestro regreso a casa. Aunque mi corazón se queda en su pecho, para siempre.

Llegó la muerte del día con un viejo cuento, en el que Sol y Luna son amantes perdidos en el mundo de los hombres, esperando a que su amor les haga reencontrarse.

Esta noche se ven las estrellas en la cúpula azul, rodeados por la luz muerta y oscuridad, pero su sonrisa ilumina mi camino, como estrella. Aunque todavía sin nombre.

Su beso, su caricia, su abrazo, su amor. Llenan mi alma.
Ahora nada me falta. Solo estás tú, mi estrella.

Todos van al cielo

La luz azulada parpadeaba en la oscura habitación, iluminando a los dos soñolientos espectadores, atentos a medias a cualquier cambio de luz que evitara que se cerraran sus párpados.

De vez en cuando caían miradas entre sí, siempre huyendo la una de la otra, cuando la suerte las dejaba coincidir.

Hasta que ella decidió no apartarla, y atrajo la de él, para no dejarla escapar. Poco a poco, acercándose, hasta unir sus labios en un beso dulce, como nunca quisieron olvidar.

Separados lentamente tras unos segundos, y unidos en un tierno abrazo, el cual no quiso acabar.

martes, 11 de agosto de 2009

Música en su mente

Refugiando el rostro entre su brazo, sentado, y con una pierna sobre la otra, deslizaba sus dedos en una incosciente caricia. En un momento pararon, tan solo un par de segundos, hasta que comenzaron uno a uno a teclear sobre un piano invisible.

Su respiración acompasada, los ojos cerrados, intentando llamar al sueño, repasando una melodía que quizás algún día pueda escuchar

Una tierra de nadie

Cierro los ojos y vuelvo a ver sus calles, sus oscuros rincones donde vuelan las pelusas que conceden cualquier deseo huyendo de aquellos que solo anhelan soñar sin límites. Los ojos se entrecierran, mientras sienten como la brisa fría acarica sus rostros, los hace estremecer y a la vez sonreír, pues esta trae las risas lejanas que ocupan todo el lugar.

El cielo estrellado se ve infinito, las pequeñas luces sobre nuestras cabezas brillan más que nunca, alegres, alimentadas por la alegría y la imaginacion que desborda sin límite cada alma viviente que pasa por allí.

Miles de vidas, muchos destinos quedan grabados en la memoria, donde nunca caen en el olvido; todas sus memorias, vivencias quedan guardadas sobre el papel.

En esta tierra de nadie, nunca la quieren abandonar. Siempre esperan regresar, una vez más.

martes, 4 de agosto de 2009

Atentos todos

La explosión hacia su eco en el mundo entero. Aquellos que lo vieron con sus propios ojos grabaron a fuego en su memoria como las almas escapaban al cielo en mil direcciones.

Las cámaras no habian tardado en llegar, guardando y dejando ver a la humanidad el Horror y la Muerte. Llegando primero en risas y más tarde en llanto desesperado, incontenible, viendo como la esperanza muere y la vida acaba en un gran orgullo que no conoce fin.

Durante un momento no hubo luz, tan solo penumbra, el aire azotando los rostros y arrastrando las cenizas de los cadáveres que ardían con rabia por no seguir con vida, por dejar tanto por hacer.

Dos heridos huían de aquel lugar, el primero ayudando a la joven que lo seguía, tomandola del brazo, pues el llanto y la sangre apenas la dejaban caminar ni ver.

Alguien soltó un grito desgarrador entre el gran derrumbamiento.

domingo, 2 de agosto de 2009

Sin saber por qué

La risa crece, y se extiende por la habitación. Corremos en busca del cielo, para gritar al cielo un amor que se hace incontenible. Una felicidad imposible de controlar, de expresar de otro modo.

Miradas a nuestro alrededor, sonrientes y alegres.

Nada nos falta, el mundo en nuestras manos, tan solo detener el tiempo. Que no se agote jamás este momento.

Vence incluso al miedo, rodeados de aquellos que protegen y cuidan los momentos, que nunca fallan, que permanecen siempre.

El anochecer llega, pero no oculta su sonrisa, ni tampoco la mía. Larga despedida, y el romance por la noche no tardará en llegar.

sábado, 1 de agosto de 2009

Las llaves perdidas

[A] Disculpe, doctor ¿Tiene un momento?

[L] Claro, ¿que ocurre?

[A] Uno de los pacientes, un caballero en examen 3.

[L] ¿Cuál es el problema?

[A] Ese es el problema, no estamos seguros.

[L] ¿Tiene el informe?

[A] Aquí mismo.

[L] No nos dice mucho.

[A] No, doctor. Ningún trauma obvio físico. Las constantes vitales permanecen estables.

[L] ¿Nombre?

[A]: No, señor.

[L]: ¿Quién lo dejó aquí?
Tal vez consigamos hablar con ellos.
Vaya a conseguir los nombres

[A]: Ningún nombre. Nada... y creo que él no hablará con nadie.

[L]: Bien, comenzemos presentándonos
Buena días, soy el Doctor Lawson.
¿Cómo está Ud.? ¡¿Cómo - está - usted?!
Mire, hijo, usted está en lugar seguro
Le ayudaremos en lo que podamos
Pero necesitamos hablar con usted
No podemos ayudarle de otra manera.
¿Qué ha pasado? Cuéntemelo todo.