jueves, 31 de diciembre de 2009
No need to say Goodbye
Como el viento, te roza y después se marcha.
¿Y que puedo decir? Que es imposible olvidar todas aquellas historias que han quedado escritas, y a las que todavía queda ponerles final. Que aunque hemos perdido, también hemos ganado. Que tenemos muchas sonrisas que no se han guardado. Que vienen nuevos tiempos para añadir un número más a los años que hace que nos conocemos.
Que aún nos quedan días 22 para celebrar.
Sonrisas que regalar, abrazos que ofrecer. Gracias
Y que no hace falta decir adiós. Basta con una mirada y un abrazo.
miércoles, 30 de diciembre de 2009
Mirando a Metáfora
Caroline estaba absorta en querer ser útil, y progresó de una manera increíble. Drusila y Alphonse, amantes ahora, se preparan para tomar la corona de un reino del que nada saben. Vontiere y Lillitz... bueno, supongo que tendrán su final feliz, tal como querían.
De todo corazón, que no se trunquen sus sueños. Todos merecemos un amor correspondido.
Entramos en Metáfora.
Todo parece acuarela y lienzo en nuestro hogar. Las nubes cambian a voluntad, de forma y color. La tierra huele como si acabara de caer una llovizna, pura y limpia. Los años no pesan como en el mundo real, acostumbrados a sus leyes, ahora somos invencibles.
... Y ruego que esos ánimos nos acompañen en la conquista.
Hojas al sol
Las hojas de sus espadas brillaban al sol. Y las cabezas rodaban con tan solo un corte. Jamás había escuchado tantos gritos de muerte y de guerra. Todo el odio concentrado en sus gargantas, alentados por una causa que no es la suya. Sus cerebros poblados por ideas que son huecas, que jamás llenaron sus corazones.
Ahora los niños lloran encogidos sobre sí mismos, intentando apartar una pregunta de sus mentes:
¿Por qué?
¿¡Cómo puede tener sentido tanta muerte!?
viernes, 18 de diciembre de 2009
¿Un cuento?
Nadie sabe qué pasó, cómo fue lo que murió. Porque esperaron tanto las palabras que llevaban la verdad.
Y colorín colorado,
este cuento se ha acabado.
Ella
Después tan solo sonríe traviesa y se marcha.
Mira por la ventana hacia el cielo gris, y después busca refugio contra mi cuerpo. Cerramos los ojos, mientras sus dedos acarician distraídos mi mano.
Me gusta ver como se encoge poco a poco mientras la abrazo desde su espalda. La sonrisa que adivino al besarla. Su mano buscando la mía. Riéndo sin control, abrazando a cualquiera que le dé un poquito de su corazón.
Una mirada atenta a cualquier gesto. Es... especial. Es ella, y nada más.
viernes, 11 de diciembre de 2009
Efímeras
Preciosa, encantadora, dulce en la mirada. Acariciando las palabras con sus labios, y con sus dedos al hombre que la acompañaba en la mesa. Tan solo un cristal me separaba de ella. A la vez tan cerca y tan lejos.
Envidié profundamente a aquel hombre. Tal vez marido, tal vez amante.
Quería sentir su calor junto a mí, y percibir como se esfumaba poco a poco entre mis sábanas. Tener aquellos labios susurrando sentimientos que nunca fueron para mí.
Y aquella fantasía transcurrió entre paso y paso. Sonrió, me miró por un instante, y en su memoria se borró mi rostro para siempre. Yo continúo caminando hacia casa, tarareando la canción de todos los días. Con una nueva musa que inspira estas palabras.
domingo, 6 de diciembre de 2009
Frases gastadas
Se escucha una melodía, y resuena lejana, en los momentos en los que consigo conciliar un sueño intranquilo. Parece querer acariciar, al igual que yo, las furiosas olas del mal que veo ante mí. O quizas aquel cielo azul, que empieza a cubrirse de nubes y a adelantar el atardecer. Maravilloso y perfecto.
Espejos y mi alma inmortal.
Condenado para la eternidad.
La melodía no para de sonar.
Y unas voces que parecen surgir de la locura ocupan mi mente con las preguntas que siempre me quedaron por responder.
¿Quién eres tú? ¿Por qué estás viviendo?
¿Quién eres tú? ¿Por qué estás luchando?
Eras de temor
Y los niños, en su tierna infancia, seres que en su día también nosotros fuimos, son nuestros juguetes. Un suspiro pavoroso, o el llanto que acude en sus sueños, ya provocan nuestras risas alocadas y aullantes para lo que parece una eternidad. Rompiendo la quietud de la noche. Nos dicen lobos a veces.
Ignorantes, nos insultan nombrándonos así. Desconocen lo perfecto de nuestro cuerpo. Veloces como el viento, somos sombras en el bosque, nuestros afilados dientes arrancan con facilidad la frágil carne viva. Nuestros largos dedos, antinaturales para los humanos, son más hábiles de lo que se haya visto jamás. Y su tacto es gélido como el hielo. Eso los hace estremecer.
Para aquellos que tengan la desgracia de iluminarnos con la luz de sus ojos mortales, tan solo verán a unos niños ajados, perdidos y abandonados.
¡Sometidos a la ley del bosque! Rechazando toda sociedad, confiamos en las costumbres de un mundo antiguo, ancestral y milenario. Solo así podemos conservar nuestra existencia y nuestro linaje impuro.
¡Jajá! No será tan fácil exterminarnos. Somos los Usurpadores.
No sabría nombrarlo...
Una canción resuena constantemente en nuestras cabezas, como uno solo. Ni siquiera nos miramos, tan solo tenemos ojos para el horizonte. Para no caer. Y no solo nos une la canción. También las miradas, y las sonrisas.
No hay obstáculos, todo es superable.
Todo es belleza. Ver como se desfiguran los escenarios mientras recorremos las carreteras a gran velocidad. Volar debe de ser algo como esto.
Mis dedos acarician el asfalto mientras intento no caer. Equilibrio, gravedad, velocidad, volar, sentir, libertad, soñar, creer, VIVIR.
domingo, 29 de noviembre de 2009
Sentidos Iluminados (III)
Aquella tarde llovía. El cielo se había vuelto de un gris muy sucio, y todo el Firmamento estaba triste, como el día. A mí me gustaba la lluvia, y quise escaparme de las aulas de descanso para mirar como caía el agua. Las torres eran bien altas, y los monaguillos que se movían por entre los muros de piedra parecían pequeñas hormigas. Y fuera de los muros, más diminutas todavía.
Yo era todavía muy pequeña, y algunos detalles se me escapan al escribirlos. Pero algunas imágenes, imposibles de olvidar, me ayudan a reconstruir todo lo vivido. Es increíble ver como afloran los recuerdos cuando sientes en la noche la necesidad imperiosa de escribir todo lo que vuela fugazmente por el pensamiento.
Era la primera vez que recuerdo ver más allá de los muros que creaban mi mundo. Y sigo sin saber por qué no lo hice antes, viendo a los mayores de
Reí un poco al ver como todos intentaban refugiarse de la lluvia a la vez que no abandonaban sus quehaceres. Por un momento quise estar entre ellos, sentirme en los seres a los que me asemejaba tanto. Y a la vez éramos tan distintos… Pero me distrajo el sonido de unos pies descalzos subiendo las escalinatas. El silencio en las alturas era tal que se escuchaba hasta el más suave batir de alas. El paso era como una caricia en la pulida piedra. Ni siquiera intenté ocultar mis pequeños novillos. Me fascina el silencio, y como se quiebra suavemente.
Una pequeña Engel llamada Miael apareció por la puerta. Su túnica y sus alas estaban algo empapadas, y su respiración acelerada. Coloqué mis pies dentro de la habitación, seguía sentada en el marco del gran arco.
Vaciló unos instantes antes de hablar, sin mirarme siquiera.
- ... El padre Benjamín... m-me manda buscarte... - sus manos y sus alas temblaban de frío. - Su sermón es o-obligatorio...
Suspiré y me levanté. Realmente hacía frío. Una capa abandonada estaba colocada sobre una de las mesas de estudio en la torre. Pareció aliviarla al verse abrigada por ella. En nuestra instrucción, era la más pequeña en nuestra tanda. También era la de menor estatura, pero eso no la hacía menos veloz.
La tomé de la mano, un poco gélida al tacto, y le sonreí. Por fin me miraba, y me sonrió también. Más con la mirada que con sus labios. Después recordé que no miraba a ninguno de sus compañeros, ni siquiera a los instructores. Me sentía alegre, y tiré de ella escaleras abajo.
- ¡Vamos! Llegarás tarde por mi culpa.
viernes, 27 de noviembre de 2009
Garabatos
No puede ser mas incierto: el corazón, es lo único que nos queda. No creas. Siente.
jueves, 26 de noviembre de 2009
*
Las alas gastadas, perdido el rumbo, esquivando cualquier cosa en su camino, a base de golpes, en la noche eterna. Pequeñas luces moteaban la oscura cúpula...
Y cuando encontró tierra, cayó por fin. El vuelo de una nave no dura eternamente.
¿De qué me sirven las historias? No hay nada que contar, lo que ocurre está todo dicho. Una vez, y otra, y otra.
La utopía no existe, pero nos hace vivir, nos hace soñar.
miércoles, 25 de noviembre de 2009
Demasiado EXO
Serían normales si omitieramos el hecho de que no eran de este planeta. Y yo permanecía sentada junto a ellos, con una mueca de una pasividad un tanto sorprendida. Parecía un bloque de hielo, mientras ellos se dedicaban a ignorarme por completo. Cuando recuperé la conciencia, mi cabeza estaba girada en un pequeño ángulo, signo de total descolocación.
Empezaron a jugar con unos extraños naipes, traídos seguramente de su extraño planeta. Había despertado a esa sala, sin saber cómo, y me hallaba charlando y divirtiendome con una raza extraterrestre.
No son malos conversadores... Tanto EXO es malo para la salud.
lunes, 23 de noviembre de 2009
Sentidos Iluminados (II)
Desde casi antes que a andar, se me ha enseñado a batir mis alas con fuerza para cruzar el cielo. Nadie jamás podrá decir que existe algo más hermoso que observar el mundo desde las alturas. Todos los Engels podemos apreciarlo, hemos sido dotados con el don de llegar a la vida como seres alados. Pero jamás escuché a alguien ajeno a mi orden maravillarse en las alturas.
No hay peor castigo para un Urielita que que le corten sus alas. Y ojalá que esa imagen quede para siempre en mis sueños, pues de ahí surge. Cuento pocas primaveras en mi vida, pero en mi memoria permanecen todavía menos. Como si un trozo de mis vivencias hubiera sido arrancado, con gran dolor.
El agua... la inmersión en el agua acentúa esa sensación. Como si hubiera pasado largo tiempo sumergida, en una duermevela insana cargada de incertidumbre.
Lo que no se me escapa son los entrenamientos. Durante los primeros tiempos, solo acostumbraba a ver los altos muros de nuestro Firmamento. Muros blancos como el marfil, y tras ellos, el mundo que suponíamos que debía haber.
Hora tras hora, incansables nuestros maestros. Ejercitar las alas, alimentos que saciaban en poco nuestra hambre, y un absoluto silencio ante nuestras insistentes preguntas.
Muchos insistían en conocer al principio, pero poco a poco, esa curiosidad que daba sentido a mi vida fue decayendo en el resto de mis compañeros Urielitas.
Tan solo cuatro de nosotros permanecíamos cuestionandonos e imaginando como sería la vida fuera de los muros. No podré olvidarme de ellos.
Miael, Cadaiel, Nerael y yo, Galadriel.
Quiero
La iglesia ardió hasta los cimientos, borrando todo rastro de muerte y horror. El padre se alejaba cada vez más de las puertas de San Pedro, y solo podíamos esperar momento propicio para escapar. Lillitz tomó el grimorio, y leyó.
Mi propósito en Toledo ha acabado, nos toca de nuevo marchar. Pero sola no, no esta vez. Inferno trota incansable, la compañía sigue en camino, mientras los miro vienen a mí recuerdos que me hacen sonreír.
Y por fin, su mano en la mía. Su cintura la cubre mi brazo, y su mejilla mi rostro. Aspiro su aroma, dulce. Me lleva a lugares que ni siquiera sé que existen. Pero estoy con ella.
La noche llega, y nos sorprende en el lecho, junto a ella. Durante unos momentos se me escapa su cuerpo entre el sueño y la oscuridad. Pero después vuelvo a encontrar su piel, desnuda, frágil, cálida.
Se me pierde el tiempo contigo, por eso quiero compartir lo que me queda de vida contigo.
Sí, quiero.
AE
jueves, 19 de noviembre de 2009
Sentidos Iluminados (I)
Dicen que los caminos del Señor son inescrutables, pero cierto es que aún no he encontrado ninguno que se resista a atravesarlo, a conocerlo, a sentirlo bajo mis pies.
Cada textura del suelo, cada pequeña señal revela un misterio. Tal vez el misterio de cómo seguir adelante, de cómo sobrevivir. Tal vez por todo ello estoy todavía en este mundo.
Aunque mi vida es corta, sigue sorprendiéndome una fuerte energía que parece descender del cielo hasta rozarme en tierna caricia. Puedo percibir las emanaciones de esa misma energía en todo lo que me rodea, en todo lo que desprenda algo de vida. Podría jurar que Dios existe en todas las cosas vivas. Aunque todos parecen ciegos a ella. Es algo realmente maravilloso.
Todavía siguen observándome de forma extraña cuando, sin previo aviso, alguna criatura a simple vista invisible, capta toda mi atención. Creen que hablo con las plantas, o algo por el estilo. Sería fascinante, aunque me basta saber que pueden cederme su energía si llego a necesitarlo.
Regalo de los cielos, la vida. En ella reside lo hermoso; en lo hermoso, lo jovial; joviales, los niños e infantes. La mayor prueba de existencia divina.
Aún sigo creyéndolo, a pesar de que los tiempos se han vuelto tan oscuros, que hasta los mayores pilares de fe se han derrumbado ante la injusticia.
Todo lo que sube, tiende a caer. Todos caeremos algún día.
Segundas oportunidades
Frente a mí, el gigante llorón, derrumbado y roto por las palabras de una mujer. Sus grandes manos viajan desde la mesa hasta su rostro, cubriéndolo por verguenza y pena. Esas manos que me han abrazado, con desgana, pero aún así lo hicieron. Manos que algún golpe me han brindado, pero al ser mi hermano le está permitido.
Frente a frente, somos iguales. Tan parecido a mí, y a la vez tan diferentes.
Se deja el corazón en el acto de amar, también en los duros golpes.
Sus dedos que han aporreado un piano invisible sobre su mesa de madera. Un legado secreto que nadie debe conocer.
Mañana será otro día, para amanecer con el corazón en aullido de dolor, derramándo lágrimas sobre la almohada, callándolas para que nadie pregunte.
Gigante llorón, que pronto has caído. Segunda vez.
lunes, 16 de noviembre de 2009
¡No me llames hada!
Los recién llegados son niños. Niños arrancados de sus hogares y sustituidos por el más antiguo de nuestra tribu. Al principio lloran, a los pocos días gruñen y rehuyen de los que son su nueva familia. No tardan demasiado en acostumbrarse.
¿Que qué somos? Somos trasgos, suplantadores, ladrones de niños, alimañas. Despojos del recuerdo.
Somos los niños olvidados de la tierra.
domingo, 15 de noviembre de 2009
Amanecer azul
El sueño nos había vencido limpiamente, y caímos rendidas. No he dejado de buscarte en sueños. Y vuelvo a hundirme en tu hombro después de contemplar tu sonrisa, después de saborear tus labios.
Tu piel tibia parece terciopelo bajo mis dedos.
Tu cuerpo sobre el mío.
Mis labios en los tuyos.
Los grandes Odin y Aisha
El espectáculo acababa de comenzar. La niña creaba con su padre un fantástico juego de equilibrio y movimiento. Los aplausos eran apagados por la espectación y la sorpresa. Algunas cámaras eran proyectadas a robarles su imagen durante segundos. Los demás niños no perdían ni un movimiento, gritando de alegría y entusiasmo.
Por fin, la pequeña se alzó sobre los hombros de su progenitor hacia el cielo. Mirando primero a la cúpula azul y después a mí misma. Su sonrisa brillaba como el sol, tan clara como el cielo.
Una reverencia, y nos brindan su vida, su arte y las miradas excitadas que les permitiran pasar un día más.
sábado, 14 de noviembre de 2009
Confuso
Todo representado como una gran obra teatral, e incluso aplaudían cuando el virtuoso acababa. Y después, para calmar su llanto, las acariciaba tiernamente. Y allí quedaban, abandonadas hasta que alguien volviera a acordarse de ellas....
...en un nuevo concierto. El pianista descargaba toda su pasión en ellas, las teclas. Rotando de golpearlas a acariciarlas con ternura. Arrancando las notas que eran sus gritos. Mientras derramaban tristeza por su olvido. Porque el piano anhela ser tocado de nuevo.
miércoles, 11 de noviembre de 2009
La ira del gigante resquebraja la tierra
Los mayores observaban a la gigantesca figura de piedra como algo venerable, como el vestigio de que los dioses tocaron aquella hermosa tierra en alguno de sus caprichos. Y aquella energía que atraía a los niños a jugar a sus pies era la prueba evidente.
También se contaba que era el cadáver petrificado de algún lacayo de los dioses, que había permanecido en la tierra para guardarlos de todo peligro. Como los reconfortaba el sentirse bajo su amparo.
Y como se escuchaban sus gritos de terror con aquella tormenta. Los rayos azotaban la tierra y partían el cielo. Y uno de ellos cayo sobre aquel cuerpo de roca, que entre espasmos volvió a la vida. Tomando su espada de roca, dejando atrás los siglos que había permanecido inmóvil. Mirando con aquellos ojos de luz ámbar a los pequeños seres que corrían a sus pies, aquel error de los dioses.
Huyendo bajo la sombra del coloso.
lunes, 9 de noviembre de 2009
Cautiva
Largo camino, y al fin ya estamos aquí. Sentir los nervios a flor de piel, atentos a cada mirada que nos hace culpables de una fe de falsa moral. Mirando desde las sombras de nuestras capas.
La vieja iglesia es tu refugio, y no encuentro la manera de entrar sin desmoronarme. Bryan a mi lado, que aunque no lo sabe me da fuerzas. Nos adentramos en el silencio.
Perdóname por mi estupidez. Te fallé, te mentí, y ahora en cambio me pides que compartamos lo que nos queda de vida. No cuentan las distancias. ¿Qué más podría pedir a los cielos?
Los "siervos de Dios" parecen llevar a todos los demonios del infierno en su interior. De otro modo no explico la crueldad que muestran para con los herejes.
¿Cuantas maneras habrá de guiar por el recto camino?
Ahora nos expulsa de la ciudad, saliendo como alma que lleva el diablo.
La mañana traerá nuevos caminos, y de momento el opio nos basta para olvidar. Bryan llora, Drusila duerme, Lillitz se frustra... Como se supone que debiera estar.
Al amanecer esperamos tu salida de la ciudad.
- Drusila asesinó a unos cuantos gorriones, pobres animalillos -
La túnica roja se adentra en el bosque, y allí espera mi emboscada. Criatura encantada, te lanzas a la muerte fingiendo luchar por una causa que nunca fue tuya.
Me revelaste el lugar donde permanece cautiva. Mi deuda contigo es grande, pero tu futuro se me escapa al lanzarte hacia el acero que tu misma haces enemigo.
AE
- Bueno, esto es una llamada a nuestra master, Danielle, para que continue con la partida y que acepte mis disculpas por la vez anterior.
Achuchones pa' ti!
domingo, 8 de noviembre de 2009
Lo veía venir
El viento me azotaba. La noche había caído hacía dos horas, pero todavía no estaba en casa. ¿Por qué? Porque aún quedaban cosas por hacer.
Sentí unas lágrimas que aullaban por surgir, pero algo en mi interior no quería cederles el paso. Aulla el viento, como una bestia en la lejanía. Enorme, ancestral y terrible. Que busca con lento paso a su presa. A la que sientes llegar, a la que puedes ver en la lejanía, y esconderte de ella. Aunque nunca del todo. Está a la vez lejos y cerca.
Por fin llega el autobús. No me siento tranquila ni siquiera al sentir el traqueteo de la carretera, que me indica la vuelta a casa. Un temor irracional.
No me sueltes
Infiltración
A partir de ahora voy a tener que acostumbrarme a tener una biblia siempre en mano. Nunca se sabe cuando puede hacer falta. Pero de ahí nos lleva a los antiguos babilonios, con aquellos malditos rituales en los que la cruel Baal exigía a los recién nacidos abiertos en canal. Para después depositarlos en brasas ardientes.
No sé si aquellos fanáticos perdidos en el bosque, en aquel internado siguen a aquella deidad. Y ahora MariaM está metida en todo el lío. Por orden de nuestro querido superior.
¡Los seres más afortunados de la Tierra! ¡Saltemos hacia no sabemos donde!
En el pecho de aquel muchacho falta su corazón, y nos falta el motivo de aquel sacrifio. Dando palos de ciego. Hay sangre en la nieve, hay sangre en los árboles.
Todos buscan el maldito fin de los tiempos, y se nos han acabado las películas gore. ¡Maldita sea!
Castillo bajo el agua
No hay modo de escapar. Tampoco recuerdan que quieren hacerlo.
Autómatas
lunes, 2 de noviembre de 2009
El concierto
Colleman los observaba inmerso en su sonido, ajeno a todo lo demás, ajeno a aquella mujer que se sentaba a su lado. Amiga y amante. Se inclinó sobre su banco en un intento de llegar a ellos, a su etereidad.
Ella le observaba. Temerosa: aquel mundo era nuevo para ella. Extendió una mano incoscientemente, haciendo el amago de acariciar su cuello y su nuca, lentamente, y vencer el frío invernal que cubría aquellos lazos sin amor.
Intentando evocar una belleza, una época ya perdida. Cerrando las viejas heridas, de errores pasados. Porque cada individuo es libre de elegir su propio destino.
Sueños de muerte
- ¿Que les dirás? ¿Que le viste morir mientras lloriqueabas en la cama?
- No va a servir de nada. Ese tipo ya esta muerto. Corta ya
Su joven hermana entró en la habitación, tan solo para darle un abrazo, ignorando por completo la existencia del delirio de su hermano.
- ¿No hay noticias? - preguntó ella.
El aludido negó con la cabeza, pesaroso. Una rabia surgió de su interior, deseando desfogarla contra aquel ser, que no lo dejaba descansar. Y que ahora se acercaba a él, sonriendo al ver su expresión de rabia contenida.
- Chico, ¡abandona! No voy a largarme. Contigo nací, contigo muero.
sábado, 31 de octubre de 2009
Humor divino
Los dioses se mostraban hasta entonces indiferentes hacia el resultado, hacia sus fieles y el resultado de todo aquello. Algún presagio podía manifestarse de un momento a otro.
Y los jefes de aquellos grandes pueblos del imperio azteca lo esperaban impacientes. No sabían cuanta sangre habían vertido a los dioses para ganar su favor. Y también habían olvidado el motivo de la contienda. Solo existía el choque de los aceros, aquella guerra.
Así que se retiraron hasta un momento más propicio, abandonando aquel templo de piedra, decorado con mil totems que mostraban las más horrendas criaturas que advertían del peligro de los infiernos antiguos.
Así que uno de ellos, el que marcó la primera ofensa ya olvidada, volvió la espalda para volver a la seguridad de su pueblo. Y jamás llegaría a comprender como le sobrevino la muerte, pues aquella criatura de pesadilla, tallada en piedra, cobró vida por diversión de sus dioses, atravesando su pecho de parte a parte con la afilada roca.
La sangre brotó de sus labios mientras observaba atónito como aquel ser de piedra volvía a su lugar, dejando un vacío literal en su interior, muy lentamente. Cayó a la vez que moría.
Su rival se mantenía aún quieto, paralizado por el terror. Volvió a recuperarse, tan solo para alzar de forma paulatina un grito que anunciaba victoria, que fue seguido por las voces de todos sus guerreros.
Los dioses eligieron.
domingo, 25 de octubre de 2009
Malkavian goes Human
Porque todos mis cielos se tiñen de
ROJO SANGRE
Del azul al rojo.
De la vida a la muerte.
Moriría de nuevo
solo por ver
mi cielo azul.
Pero desafortunadamente,
me encanta mi vida.
Volveré a ser humano.
La noche es adorable.
Con todos sus colores.
Con todas sus gentes.
Y no soy el único...
que les dará caza
sábado, 24 de octubre de 2009
Reécrivez
No tardo en arrebatarmelo de las manos, para comenzar a escribir sus resúmenes. No había otro modo de aprenderse aquello.
- Malditas revoluciones... - se quejaba a media voz.
Yo me reía mientras escribía algo parecido a esto mismo... Pero no tardé en desviar mi atención a como mi compañero empezaba a garabatear en la mesa, en un intento de memorizar las matanzas de la revolución francesa.
Yo seguía su trazo en un gesto totalmente pasivo, con una sonrisa idiota en la cara y los ojos adormilados. Cuando acabo por fin, me miró expectante y sonriente.
- ¿A que mola?
Mi carcajada resonó en toda la clase, ganándome una reprimenda de mi profesora de francés. Odio ese idioma, pero me encantan las clases.
miércoles, 21 de octubre de 2009
Sueño que murió
Los alumnos no perdían detalle de sus movimientos, sorprendidos de toda aquella gracia, conocimiento, entereza y sabiduría en un cuerpo de mujer. Sus ropajes blancos bailaban con sus formas, y a ojos soñadores parecía que volaba.
Un pañuelo sostenía en sus gráciles manos, tendiéndolo ante sus discípulos. Y para asombro incrédulo, lo dejó caer al suelo de piedra.
- ¿Quién puede decirme por qué ocurre esto?
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La única manera de ser escuchados.
Los inocentes huían despavoridos de las hojas teñidas de sangre. Los gritos harían eco para siempre en el universo.
Han arrasado todo cuanto diera señales de humanidad, de razón. Los últimos vestigios de conocimiento puro y verdadero ardieron, junto con la bella ciudad, y con ella la puerta que cerraba el paso a la locura.
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Ella alzó una mano, como queriendo, no tocarlas, acariciarlas. Había dejado ya la copa a su lado, olvidando cualquier otra cosa a su alrededor. Y de sus labios se escapó incosciente:
- ... Si pudiera conocerlo... Solo un poco...
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No puedo creer en un dios que haya creado el hombre. No es salvador, sino esclavo de ellos. Sometido a cumplir venganza o recompensa según su capricho.
Un dios que promueve la ignorancia, la obediencia ciega, despreocupado del mundo, ocupado solo en sus propios intereses y solo habla con aquellos de corazón tan podrido como su fé.
¡No puedo creer en él!
martes, 20 de octubre de 2009
Se me escapó el tiempo
Aquel encierro en principio voluntario se habia convertido en nuestra prisión. No podemos salir. Unas catacumbas de perdición, galerías de tamaño grandioso que alguna vez creí ver en delirio o en sueño.
Escaleras, que al saltarlas parece que puedo volar. La fría piedra, que deja entre sus gastadas paredes algún roto la luz que intenta imitar al sol. ¡Esta luz nunca cambia! Ni de noche ni de día, ni siquiera cuando aguantamos el agotamiento para ver en el cielo oscuro brillar una estrella. No llegan hasta aquí. Una luz que nunca se apaga, y así, mientras podamos verla, habrá vida.
Puertas, solo puertas. Madera muerta que encierra los aullidos y gemidos que provienen del ultratumba. En nuestra conciencia solo esta el deseo, el deber de conocer lo que se esconde tras ellas. Bestias enfurecidas que buscan nuestra sangre. Eso es lo único que encontramos hasta ahora.
Las hojas de nuestras espadas ya están gastadas, pero mientras no se quiebren serán utiles.
No recuerdo el número de compañeros que eramos al entrar, pero ahora solo puedo contar a tres de elllos. Las voces están cayendo ya en el olvido, al igual que los nombres. No necesitamos las palabras para infundir el ánimo para luchar una vez más, en la que nos mentimos creyendo que será la última. Ella, la única mujer que prevalece. Era. Ese era su nombre.
La primera que toma el arma para volver a luchar, la que primero atraviesa las puertas y la que entra en las cámaras de muerte.
Su espada tiene una sed insaciable.
El coraje que transmiten sus ojos es suficiente para que la sigamos hasta el mismísimo infierno.
Mis brazos se mueven al compás de las alas, guiando a este titán de hierro, este Ganmen. Mi espíritu le da la vida, y por eso obedece mis movimientos. Quién iba a decir que estar encerrado en su interior me cedería más libertad que cualquier otra cosa.
Ada aún vacila al manejarse con él, y no es cosa rara. Hace apenas dos días que maneja a estos titanes, el arte de la nueva tecnología. Sin embargo, su espíritu es muy fuerte. Sus ganas de vivir se muestran en el afán de su carrera. Alguien increíble.
Espero que no tenga miedo a la oscuridad.
Alzamos el vuelo, y descendemos en picado hacia una abertura de aquellas oscuras grutas. Vamos a poner fin a los gritos agónicos que surgen de lo profundo.
sábado, 17 de octubre de 2009
Derrochando ingenio
Dale se había aislado en su propio mundo digital, mientras echaba alguna ojeada a los garabatos que hacía T.J., que amenazaba con caer dormido. Tan solo los suaves toques en el hombro por parte de Dale lo mantenían animado, juntando a eso los juguetones intentos de robarle la consola.
Matt, en primera fila, y para agrado de su profesor, no despegaba el lápiz de su libreta. El muy iluso creería que hacia las tareas. Pero nada más lejos de la realidad.
Las notas no podían esperar a escaparse de su imaginación, y pronto estarían siendo acariciadas por la guitarra. Su primer concierto estaba cerca.
viernes, 16 de octubre de 2009
Hacia Waterloo
El gran salón estaba atestado de música y sus bailarines, sintiendo la esencia de aquellos valses de violines ahora muertos. Cada pareja sumergida en sendos ojos, dejándose llevar y olvidando por completo todo a su alrededor.
El Lord y su esposa contemplaban desde las escaleras, hasta que el primero tomó a su mujer de la mano para conducirla hacia la pista y convertirse por momentos en bellos bailarines.
Todos se percataron, sin embargo, de la llegada del soldado. Abatido, cansado y derrotado, buscaba sin descanso al anfitrión de aquella fastuosa fiesta. Solo le faltaba gritar al cielo y rogar por calma interior. Se volvió y encontró de frente al objeto de su búsqueda.
Todos siguieron en su baile, en su paraíso, mientras el Lord se retiraba tranquila y lentamente. Casi incoscientemente, los oficiales fueron reuniendose desde distintos puntos hasta un mismo punto para escuchar sus palabras.
- Mi señor... - comenzó el soldado con voz temblorosa - La frontera de Byern ha caído.
Todos se encogieron sobre sí mismos levemente, en choque por la fatal noticia. El enemigo estaba cerca, y contenerlo sería harto difícil.
- De acuerdo, vuelva a su puesto, soldado - dijo el Lord - Capitán Ladhir, tome a su caballería y refuerce las tropas.
El aludido se apresuro a obedecer, pesaroso. El Lord se volvió para continuar con la fiesta, pero la música se había detenido. Su esposa se aproximaba con aire preocupado, y todas las miradas comenzaban a caer sobre ellos. El anfitrión tomo la mano de su compañera y la besó.
- Que continúe la fiesta. Nada de alarmas ni miedos.
Los músicos retomaron su arte, y todo volvió a ser como en su comienzo.
La calma era primordial para vencer.
*
Un nudo en el estómago, la respiración que falla, amenazando con volverse nula. Y un miedo visceral a aquello que está por venir.
lunes, 12 de octubre de 2009
Fuego frío en sus ojos
Su hogar, las ruinas de antiguos hogares, que intentaban evocar con tenues luces sus épocas pasadas. Sus corazones luchaban en su interior por permanecer ocultos y olvidados o, en cambio, salir a la luz y ser aceptados.
"Pero los simples humanos no estarían nunca preparados para nuestra presencia, nuestro poder" pensaban algunos.
Ideal común, que se propagaba entre todos incoscientemente.
Aquellos tiempos eran peligrosos. Se movían en manadas, huyendo unas de otras, y reuniéndose solo en caso de extrema necesidad. Y aquella era una de ellas.
Atravesando los bosques, allí estaba su refugio. El único lugar que los recogía y los guarecía de todo peligro. Allí podían practicar sus oscuras artes sin interrupción alguna...
¡Nigromantes!
Todos ellos encauzados por la oscura magia y corrompidos por ella. De ahí su horrible forma.
Y ahora las brujas querían tomar el control. No podían permitirlo de ningún modo.
Olvidando sus pesares en estridentes risas que acompañaban al oscuro cielo, jactándose en la fuerza de su unión, recreándose en la esperanza de su victoria.
Y por fin, en el refugio, en su palacio. En todo su esplendor, bañados en una luz dorada. Alzando sus voces en un grito común de victoria. Y un silencio total al ver en sus filas a un único humano en siglos entre ellos. Inaudito.
No se hizo de rogar en mostrar sus artes, poseía un talento que no podían desaprovechar.
¡La victoria es nuestra!
domingo, 11 de octubre de 2009
La fuerza del agua
Todos se aferraban como podían a los cabos que sostenían el velamen, aunque no tardaría mucho en ceder. La lluvia caía sobre sus rostros abatidos y desesperados, desesperados por vivir. Las manos gastadas, fijas en el agarre, para no perderse en el fondo de los mares.
Aquellos que levantaban la vista hacia el cielo, veían sus ojos iluminados por la fuerza del relámpago, que partía el fuego como las espadas de un vengativo dios. Los gritos los arrastraba el viento, como si quisiera también arrancar las vidas que se escapaban en cada grito de auxilio.
Una ola inmensa se abalanzó para tragarse todo lo que significara vida, y en aquel momento despertó. Mareado y confuso, tardo en acostumbrarse al leve balanceo del barco y en su rostro se pintaba el desquiciante delirio de la fiebre.
jueves, 8 de octubre de 2009
V
quién te beberá, quién,
pondrá la boca en esta
espuma prohibida.
Quién, qué dios, qué
enloquecidas alas,
podrán venir, amar
aquí.
Antonio Gamoneda
miércoles, 7 de octubre de 2009
16
Un parpadeo y un sol dormido cae sobre mí. Piedra bajo mis pies, un castillo a contemplar y el océano a mi alrededor. En mi corazón siento la agonía de estar perdida, pero como en un sueño, sé por donde continuar.
Piedra gris, criaturas del infierno cuyo propósito es aterrorizar, pero me impulsan a continuar. Alguien me llama a lo lejos, una vida que se extingue poco a poco.
Navengando entre realidad y sueño, recuerdos de vidas pasadas asaltan mi cabeza. Como aquella casa llamada Laberinto, donde casi nunca encontraba la salida. Juegos atemporales de viejos jugadores. Sus piezas atesoran los recuerdos y el cariño de sus dueños, y en ellas brota el calor humano.
Despierto sin saber que dormía, de nuevo en la fortaleza. En mi regazo duerme la pequeña, que clamaba con su corazón las ganas de vivir. Pero se esfuma como el polvo, a la par que se suicidan las lágrimas.
Buscando, temiendo, anhelando volver a abrazarla, salvarla. E impotente observo como se la llevan las sombras, lugar del que no puedo sacarla. Nunca más.
La calma al ver su muerte. Estremecedor.
Arden las palabras
El sollozo ahogado resuena en todo el palacio. Las lágrimas que se suponen son la lluvia que cae inclemente. Todo el mundo guarda silencio, mientras las palabras caen sin compasión, sin descanso. Verdades o mentiras, no hay quien diga si alivian o hieren.
Pequeñas velas encendidas, ahuyentando a la pesadilla que no termina, que es ella misma.
martes, 6 de octubre de 2009
Descontrol
No quiero volver a verlos así. Y por ello hay que acabar con Márquez, para siempre. Y sí, es más fácil agachar la cabeza ¿Que puedo hacer?
Todo lo sucedido encubierto, nada a pasado, que ni un susurre se escuche interrogando. Criaturas, seres demasiado tenebrosos para sacarlos a la luz. También para buscarlos en su prisión. ¿Empezamos a insesibilizarnos? Estamos locos.
Quiero creer que se presentan momentos tranquilos, tal vez un par de días. Tranquilos... en cierto sentido. Hace tiempo que no la conocemos en su plenitud. Siempre habrá monstruos acechando cuando las luces amenazan con apagarse.
Rozamos el cielo, desafiando a la gravedad, venciendo el temor.
Sintiendo como nos traga el agua bajo el peso de todo lo que nos viene encima.
La esquirla vuelve a crecer en mi interior.
lunes, 5 de octubre de 2009
Donde todo empezó
Yo también quiero volver al hogar
El Pájaro de Fuego
Ardían sus hogares, todos aquellos incoscientes que preferían salvar lo material a sus propias vidas. ¡Ilusos! Jamás aprenderían a apreciar sus vidas.
El espíritu de muerte y destrucción desplegó sus alas deformadas, elevando muy alto en el cielo su horrible forma. Su sonrisa y sus ojos brillaban en plata, descubriendose para la humanidad aterrorizada, cubriendo sus cabezas intentando alejarlo de su vista, y así no perecer en el juego en el que ellos eran las víctimas.
Su risa bramó triunfante, un regalo para todos ellos. La muerte y el fuego vencían en eterna alianza. Bailó entre la lava, ascendiendo y descendiendo por la montaña, alentando con sus cánticos infernales la fuerza del volcán.
Jugó veloz entre los miles de cadáveres calcinados y la ciudad arrasada. Todos ellos serían recordados para la eternidad. Anónimos, aclamado su valor, ¡descansando en paz por fin!
sábado, 3 de octubre de 2009
Omitamos esto
Un diligente joven caminaba rápidamente, apartando a la masa de su camino. No podía esperar un solo segundo. En su mano, un fajo de manuscritos que amenazaban con quebrarse o perderse para siempre.
Llegó por fin a su destino, donde irrumpió sonoramente. Los escribas y demás trabajadores alzaron la mirada, asustados al ver a aquel joven airado. Lo extraño era ver como una media sonrisa cubría su rostro.
Entró en una de las habitaciones, donde un hombre barbudo y encorbado, se echaba sobre la mesa con pluma en mano. Unos gastados anteojos se apoyaban sobre su nariz, y su dueño estaba inclinado en la mesa sobre un manuscrito cuarteado y maltrecho, sobre el que escribía cuidadosas palabras.
De un salto perdió los anteojos y vio llegar al joven airado. Sorpresa e incertidumbre ardían en él:
- Diablos, ¿qué significa esto?
El joven respondió triunfante y sonriente:
- Abandonad vuestro trabajo, Núñez, solo os robaré un poco de vuestro tiempo. ¡Teneis que mandar a imprenta mi nueva obra!
Lanzó sobre el escritorio del anciano el fajo de hojas manuscritas, que tomó con delicadeza y empezó a leer.
- ¿Que pretendes con esto? ¿Ablandar los corazones del pueblo? - preguntó Núñez
- Mi sangre es esa tinta, y en con esa tinta está el Amor. ¡Todo el mundo debe conocerlo, debe buscarlo! - el joven comenzó a pasearse por la sala, en una ensoñación propia - Así sería más fácil hallarlo...
Se volvió hacia el anciano, despertando por fin.
- Espero a que esté cuanto antes! - cogió la puerta y se dispuso a salir.
- Es arriesgado, Domínguez, muy arriesgado...
Se volvió hacia Núñez en el último momento, con expresión arrogante, para decir:
- Olvida ese nombre. Soy Bécquer, Gustavo Adolfo Bécquer.
Nubes en el cielo
Los niños alzaban la cabeza, buscando a una luna turbia que los observaba impasible. Querían volver rapido al hogar, a un lugar en el que no vieran a aquella ave de muerte. Solo en una oscuridad creada por ellos se sentirian seguros, cubriendose con sus mantas en ese frío invernal.
Los adultos se movían con premura inusitada, sin saber por qué. Algo les invitaba a recogerse, a cerrar los ojos y esperar a que llegara de nuevo la luz. Que espantara las tinieblas y huyeran aquellas garras que oprimían y aterrorizaban al corazón.
jueves, 1 de octubre de 2009
Algo tiene...
La casa está vacía de todo, y la triste canción resuena en la frágil madera que encierra mi universo. Mi público son los libros apilados y en desorden, que aguardan pasivos el regreso a su estante. Algunos CD's que temen caer olvidados si espero mucho más a hacer sonar su música, aunque de momento parecen calmarse con la que sale del viejo piano.
La luz entra suave. Un sol otoñal que no hiere a los ojos. Acaricia todo a cuanto llega, jugando con sus rayos la suave brisa. Remueve las hojas, juguetón, llegando a este rincón apartado del mundo.
Cierro los ojos y me limito a sentir. Cada latido, cada caricia, cada risa lejana, el leve trinar de los pajaros en mi ventana. Esta magia debe continuar.
domingo, 27 de septiembre de 2009
No quiero crecer
Corriendo hacia ningun lugar y a todas partes a la vez. Jugando como críos, en el balanceo del columpio casi podemos rozar el cielo. Las sombras juegan con nosotros de vuelta a casa, desafiando a la gravedad y a nuestro propio vértigo, haciendo equilibrio en las murallas que guardan el mar.
Cualquier excusa para reir, cualquier motivo para cantar, un buen chiste para correr.
¡En arcade como Super Mario! ¡Saltando!
Las paredes nos ahogan, y buscamos las nubes de color vainilla y fresa para poder respirar, libres.
¡Feliz cumpleaños!
sábado, 26 de septiembre de 2009
Náufrago de vidas
Cada bocanada de aire que respiro me quema en la garganta, como si estuviera en carne viva. Caí de cualquier forma, y mi primer impulso es encogerme en mi mismo a causa del mal estar.
Levanto la vista. La guitarra sigue allí, a poco de romperse y tintada de algo que parece ¿sangre?
Un ataque de tos me impide ver más. Mi cuerpo se contrae, también mis manos, que sostenían sin saberlo una pequeña tarjeta. ¿Un número?
En el intento por incorporarme caigo al suelo. Y el miedo borra cualquier otra cosa.
Junto a mi guitarra yace el cuerpo de Lenny, mi bajista. Su cuerpo inerte, su cabeza está demasiado cerca de mi guitarra. Demasiado cerca.
Correr, correr, correr. ¡Solo corre!
Necesito un telefono, ¡una cabina! El frío intenta entumecer mi ya cansado cuerpo. Ni siquiera mi chaqueta basta para cubrirme. Pero no importa, hay cosas más importantes.
No hay paseantes a esta hora, todavía no. La gastada cabina me sirve de apoyo para no caer; estoy a punto de desfallecer. Marco el número de la tarjeta sin saber a quién encontraré al otro lado de línea.
Las gafas de sol oscurecen mi visión, pero no me impiden leer un pequeño adhesivo en la cabina:
¿Volveré a casa algún día? ¿Me perdonaran por lo que hice? ¿Amar a los que amaron?
¿Podré recordar de donde vengo? ¿Por qué me fui?
¿Puedo vivir de nuevo? ¿Empezar de cero?
miércoles, 23 de septiembre de 2009
Do you want to?
Entraron sin aviso, cantando una canción alta y algo estridente a oídos de los allí reunidos. Aquellas chaquetas que evocaban grupos ya pasados de moda; una extraña música a guitarra interrumpida por el extraño baile del músico.
El líder de la pequeña banda los guiaba hacia el caos y el éxtasis de la canción, robando bebidas y pequeños manjares donde los encontraba.
El ritmo empezó a contagiarse, empezando a captar su letra sin sentido. Bailando sin control, la bebida empezó a correr.
Entonces todo se volvió del revés. El murmullo enloqueció hacia la risa; el debate a la charla; el humor ahogó a la seriedad y sus rictus. Todo llevaba un ritmo demencial.
¡Dame mis alas!
El joven se retorcía sin cesar en su asiento, agarrando con ambas manos la mesa, en un intento de contener su furia. Su rostro era un rictus de ira, mirando fijamente hacia el frente. Y también a los muchachos a su alrededor, que lo miraban atemorizados al ver el increíble cambio de su antes pacífico compañero.
No había respondido, si no se contaba las miradas furibundas, a la llamada de su nombre.
- Christopher... ¿se encuentra bien?
Al ver que lo observaban justo a él, asintió lentamente, sin desviar la vista de aquel anillo, tan brillante en la delicada mano de su compañera. O aquel colgante que pendía del cuello del de más allá...
La clase parecía volver a su curso, ignorando al extraño Chris que esa mañana había entrado por la puerta.
Este concentró su atención en los brillantes ojos de su profesor. En sus ojos brillaba la luz del proyector, aquel con el que daba su clase.
"Podría abalanzarme sobre él y picotear sus ojos hasta quedar exhausto. ¡Arrancarlos de sus cuencas!"
Quiso estirar sus alas y volar, pero recordó entonces su nuevo cuerpo, su nueva prisión. Una prisión que encerraba a un cuervo en un caparazón humano.
domingo, 20 de septiembre de 2009
Siervo de Nuitari
El frágil mago no. Todavía se apoyaba en su bastón, pero no tardaría en caer. Sus extraños ojos brillaban con una nueva luz, observando algo que para el semielfo, agotado, no podía ver.
- No puedo continuar así... Necesito tu ayuda... - comenzó a hablar con aquel ente invisible. La imagen parecía irreal - ¡Ayúdame a sobrevivir!... Otra vez.
La presión de sus dedos aumentó sobre su bastón a medida que escuchaba.
- ¡Nuestro trato seguía en pie! - exclamó el mago - ¿El precio?... - Su voz tembló al preguntar, pero no al responder - Acepto.
Su cuerpo recibió una convulsión inhumana; sus ojos dejaron de ver aunque permanecían abiertos y de su boca se escapó un grito de horror, tan oscuro como la noche en aquellos tenebrosos bosques.
La oscuridad de su aullido pareció tomar vida y expanderse por su cuerpo. Su túnica, antes roja como la sangre, comenzó a oscurecerse, al ritmo de unos latidos agonizantes pero increíblemente intensos. Su cuerpo se retorcía sin cesar, desahogando su dolor en el grito y en la fuerza con la que sostenía su báculo. Hasta que por fin, los latidos cesaron: el mago ahora vestía la Túnica Negra.
Nuitari lo miraría ahora con orgullo. Todo su poder al servicio de un Mal que se hacía inmortal.
Se alzó el mago por fin, que había caído sobre sus rodillas, con renovada fuerza y poder, brillando de ambición su mirada.
sábado, 19 de septiembre de 2009
Duele al tacto
Escuchaba pasos frente a sí. Palabras, que no tenían razón, en su mente no se conectaban, flotaban en el aire sin sentido. También notaba alguna caricia, que en el instante creía falsa, en su mano. El acto reflejo era un espasmo para la muestra de afecto no grata.
Respiró profundo y volcó la cabeza hacia delante, con una mirada perturbada y alarmante. Miró a aquel hombre, enbatado y con aquella carpeta en mano, con los resultados de sus pruebas. ¿Para qué la quería? ¿Acaso pedía algo más evidente de lo que tenía ante sus ojos?
Con aquellos negros pensamientos, tomó con rabia las ruedas de su silla y comenzó a deslizarse torpemente por los pasillos del hospital.
Tardaría en manejar aquello si seguía con esa rabia.
Jamás volvería a caminar.
viernes, 18 de septiembre de 2009
Deber [IX]
- Buenos días, Martha- se inclinó para depositar un suave beso en su mejilla y después sentarte en la pequeña mesa de la cocina. - ¿Cómo estás?
Ella no dejaba de revolver un pañuelo de tela en sus manos, sin dejar de mirarlo con sus ojos enrojecidos y ojerizos. Ben imaginó que la noche anterior las lágrimas no habrían dejado de bañar su rostro, ni siquiera en los pequeños momentos en los que tal vez consiguiera dormir.
Sonrío dificultosamente, mientras se esforzaba por no romper a llorar de nuevo.
- Cumplía su deber cuando... - Martha se detuvo, mientras recordaba - ... ¿verdad?
Ben tomó sus delicadas manos en las suyas, aprentándolas afectuosamente. Esperó a que se encontraran sus miradas. Asintió entonces. Ella se derrumbó, y Benjamin solo pudo abrazarla.
jueves, 17 de septiembre de 2009
martes, 15 de septiembre de 2009
Así les ví
El viejo disco de vinilo seguía su curso, acariciado siempre por ese fino diamante; la música no dejaba de sonar. Mis ojos se perdían en su movimiento infinito.
Cada ruido podía significar que había llegado.
Nathaniel ya dormía, apaciblemente en su cama. En el gastado despacho yacían las hojas de su libro aun por terminar. Se había convertido en su vida, su obsesión. No existía nada más.
Ni siquiera su hijo, al que adoraba. Ni siquiera su mujer, a la que algún día amó.
El llanto asomaba por mis ojos con rabia, con dolor, como si fueran todas aquellas palabras que quise gritarle una y mil veces. Quería gritarle y mostrarle como se moría nuestro amor, de como lloraba Nathaniel al no encontrarle cuando le buscaba. Como desaparecía aquello por lo que tanto lucharon.
Byron no lo veía... o quizás no quería verlo.
lunes, 14 de septiembre de 2009
Viejos vídeos
Se agota el tiempo, pero no las risas, que se guardan en la memoria. Donde nunca se pierdan.
Corre la fantasía por nuestros ojos y nuestras mentes, en festival interminable. Trompetas de ángeles y trombones del demonio.
Fragmentos de un pasado inmemorial junto con un tierno y prometedor futuro
Dulce despertar
Aún dormida, mis manos buscan un hueco para acariciar su hombro y su vientre. Respira tranquila, con media sonrisa en sus labios. Cierro los ojos para hundirme en su aroma, pegando mi rostro en su nuca. Su pelo cae suavemente sobre la almohada, mientras cierro los ojos.
Creo volver a caer cuando enlaza sus dedos con los míos, en tierna caricia. Mirando hacia atrás, con los ojos adormilados.
Un beso suave. Sus labios que responde lentamente a mi caricia. Dulce despertar, dulce amanecer.
Buenos días.
domingo, 13 de septiembre de 2009
Queda atrás el cielo azul
Lentamente, abriendo los ojos hacia un sol suave, que acariciaba al llegar a sus rostros. Casi todos se sentían sorprendidos de encontrarse allí. El único que se resistía a despertar todavía era T.J., acomodado en su cama. De vez en cuando se revolvía en su sueño, con una sonrisa que no se apagaba. Dale, muy cerca, despertó mirandole. Otra sonrisa se le dibujo, y en la pequeña duermevela de la que comenzaba a despertar, acariciaba su mejilla suave e incoscientemente.
Leigh estiró los dedos, viendo en sus ojos cerrados aquel cielo nocturno, tumbada en la hierba verde, intentando capturar las hojas que se escapaban traviesas. Se desperezó estirando los brazos, golpeando sin querer a Matt en el costado. Se sobresaltó primero y rió después, cuando supo de donde venía el golpe. Su risa y el sobresalto sacaron a Tess de su descanso, pues reposaba su cabeza en el vientre de Matt. Enseguida se incorporó para unirse a la alegría mañanera.
Todos comenzaron a moverse, pues en la casa de T.J. se despertaba la vida. Todos ellos apresurandose y riendo, pues, como tantas veces, llegaban tarde a clase.
Mochi
Abrazado a la pequeña maleta, como si en ella le fuera la vida, refugiandose en el abrazo que creía ser correspondido. Jugueteaba con el pequeño pin que colgaba en su parte exterior, incosciente. Esta aún colgaba de su hombro, como si así evitara que pudiera escapar.
Ya no recordaba siquiera su destino, ni tampoco cuanto tiempo duraba aquel viaje en autobus. Simplemente se dejó caer en profundo sueño, abrazado por aquella chaqueta que siempre le venía grande, soñando lo que haría una vez llegara.
viernes, 11 de septiembre de 2009
Corazones devorados
Esperemos que aquel imaginario no sea capaz de surcar el mar, y que se quede encerrado en aquella isla, de la que solo parecen salir desgracias.
Lilitz pierde el control, exponiendonos al peligro; Bryan y yo tomamos las riendas y huimos hacia no sabemos donde todavía. Drusila cayó en el sueño donde el más allá puede ver.
Ahora todos caemos exhaustos, asimilando lo visto y lo vivido. La pequeña Ann ahora duerme.
Por favor, volvamos a Toledo.
"No merece la pena perder lo que se quiere por algo así."
miércoles, 9 de septiembre de 2009
Última noche
Las dudas que ayer habían surgido, plasmadas sobre un conocimiento de eras pasadas. ¿Se repetiran en mi los errores que provoqué? ¿Seré igual que ellos? ¿Fracasaré cuando intente entregar mi vida?
Nadie lo sabe, nadie lo escucha. Nadie se inmuta y se esfuerzan en no ver las ruinas de este reino que antaño fue glorioso, o tan solo feliz. Recuerdos que no dejan avanzar, oprimiendo el corazón.
No pueden respirar. Tan solo la triste risa logra escapar.
Esta será mi última noche.
sábado, 5 de septiembre de 2009
Las melodías se apagan
Leigh reía cada vez que sentía sus inquietos movimientos. Sus gráciles dedos jugaban en caricias, guardando su sonrisa al pensar en el siguiente paso para T.J. y Dale: un suave beso.
Se divertía imaginandolo, y Matt solo podía imaginar que pensaba, y sonreír al escuchar la expresión de su alegría.
Sus manos fueron incoscientemente a las de Leigh, acariciando a la par que ella, sus suaves dedos, que escondían una sonrisa nueva y alegre, mientras cerraba los ojos, estremecida por su tacto.
Tess miraba de reojo, sonriendo levemente, mientras tamborileaba sobre su acordeón, mirando al cielo, recordando alguna que otra melodía, algo para tocar.
jueves, 3 de septiembre de 2009
Paraíso gris
Solo sentía el tacto de sus dedos, que se mecían en carica suave, en algo que yacía en sus manos pero que le era imposible recordar qué.
Comenzó a percibir frío en su espalda, y una fuente de aire insano llegó hasta su rostro, haciendolo toser de un modo cansado, convulsionando su cuerpo casi inerte.
A su mente exhausta llegó el sonido de aquella canción, aumentando su volumen por segundos. Quiso dibujar una sonrisa en su rostro, a la par que sus dedos se movían sin que el se percatara sobre las tensas cuerdas de las que arrancaba su música.
No contaba el tiempo. Oía de tanto en tanto el tintinear de algunas monedas en la gastada funda de la guitarra, las constantes pasadas del metro en los angostos túneles, y miles de sombras que son rostros que jamás volvería a ver.
Obstáculo
Flotando ausente, solo siento la pena contenida.
Lágrimas que brotan amargas, se pierden en el abrazo.
Primero
martes, 1 de septiembre de 2009
*
Manos entrelazadas, que se deslizan en curvas infinitas, queriendo memorizar cada centimetro, cada movimiento, cada palabra y sonido.
Solo se separan para querer regresar, en un instante.
domingo, 30 de agosto de 2009
Reemplazo de juego
Rezaba así la pantalla. Entonces Dale se dió por vencido y apagó su consola. La guardó en su bolsillo y suspiró de nuevo. El soñoliento T.J., al notar como se revolvía su respaldo, se incorporó para abrazársele por detrás, pasando sus brazos por alrededor de su cuello, muy quedo.
- ¿Cuando dejarás ese dichoso bichejo? ¡Me roba tiempo! - exclamó risueño T.J. mientras acariciaba con un dedo la pelirroja perilla de Dale. Éste sonrió levemente, con la mirada agachada, y apretó levemente su brazo.
- ¿Para que me quieres más si no es para ser tu cómodo asiento? - rió Dale, siguiendo el travieso tanteo.
No percibieron como miradas iban y venían hacia ellos. Nadie dijo una palabra, nadie se atrevió a interrumpir ese placentero momento.
- Calla y déjate abrazar - dijo por último T.J., hundiendose por completo en el arazo, cerrando los ojos y acurrucandose en su hombro. Dale sostuvo de nuevo sus brazos con sus propias manos, a modo de abrazo. Dejó caer su cabeza hacia atrás, en el hombro de su amigo, atesorando el silecio.
viernes, 28 de agosto de 2009
Jardín nevado de recuerdos [VIII]
El pequeño jardín de la casa ahora parecía inmenso, donde cada paso era un mundo. Claro que para Diane cada gesto era una punzada de dolor intenso. Se obligó a caminar, había pasado demasiado tiempo en el mismo lugar y pronto su madre comenzaría a preguntar y a preocuparse.
Diane solo quería que la olvidara el mundo.
Pasos ausentes que no querían llegar a ninguna parte. Tan solo se detuvo cuando la alzaron en un abrazo. Lo correspondío incoscientemente, cuando percibió el aroma del tío Ben, y el suave tacto de sus manos, tan parecido al de su padre.
- ¿Como está el violín? ¿Y la pequeña ladrona de sus notas?
Al escuchar esas palabras, a Diane se le escapó una sonrisa.
jueves, 27 de agosto de 2009
Sobre la hierba verde, verde
Los cinco inmersos en sus pensamientos, lejos y a la vez muy cerca unos de otros. La dulce Leigh, tumbada en la hierba, daba vueltas sobre sí, intentando hallar un ángulo perfecto para las hojas muertas que intentaban volar frente a ella. En sus giros muchas veces chocaba con Matt, que se volvía hacia ella, devolviendo la risa traviesa de Leigh, que volvía a rodar.
Entretanto, Dale trataba de concentrarse en su vieja Nintendo, sentado cerca de Matt. De vez en cuando se revolvía en su asiento, pues el grandullón de T.J. se adormilaba detrás de él, espalda contra espalda. De vez en cuando, no podía evitar una fugaz sonrisa en su mirada.
Tess reía también, en los momentos no escasos en los que volvía su mirada hacia ellos, para después retornar a su viejo acordeón.
Matt también seguía al joven acordeonista, e incoscientemente competía con la guitarra que tenía en sus manos.
No existía el tiempo entonces, por lo que ambos conseguían coincidir en canción, mientras el resto coreaba.
El viento se llevaba alegre las notas en la fría noche, pero dejaba la risa y la alegría en su interior.
miércoles, 26 de agosto de 2009
Enloquecidos
No podía ver el pavor en los rostros de mis compañeros, la oscuridad de nuestra cárcel de piedra era demasiado intensa. Sentía, antes que nada, el retumbar de sus voces y gritos en mi cabeza. Casi no podía pensar.
Sentí también su mirada caer sobre mí, y su cercana respiración. Quería percibirla tan solo a un paso de mi, asustada, impotente, viendo como la muerte quería cubrirnos con sus negras alas.
Me debatí contra mis cadenas, tan solo para besar sus labios, un simple roce, arrepentido de no hacerlo antes. No pude llegar, pues llegaron como tempestad, arrastrandonos sin cuidado alguno hacia donde el astro lunar podía contemplarnos.
El gran teatro, su gran comedia.
El espectral sacerdote se acerco a nosotros, con movimientos espasmódicos, mirando a ningún sitio con sus ojos muertos y ciegos.
No quise creer que la tomara a ella en primer lugar, mas no pude moverme: algo en su mirada me inmovilizó para siempre.
Tan solo contemplé en silencio y quieto como la apoyaban sobre la dura piedra y alzaban la afilada hoja para acariciar su cuello. En su obsceno ritual, alcanzaron el cenit, cuando creí ver rodar su cabeza.
El corazón en un puño, en espera.
domingo, 23 de agosto de 2009
Viajes
Largo viaje el que me toca recorrer. Pero al fin estoy en camino. Después de incontable tiempo, podré abrazarla al fin, y sentir el tacto de sus manos en mi espalda, devolviendomelo. Y fundirme con ella en un beso que no acierto a imaginar, aunque me resisto a ello, pues prefiero sentirlo por fin despues de larga espera.
Pero algo falló: sentí como se oprimía mi interior, agarrandome al asiento hasta sentir dolor. Caíamos.
Largo viaje el que me tocó recorrer, pero mi avión nunca llegó. Y jamás pude abrazar a quien nunca vi ni sentir aquel destino como mi primer hogar.
jueves, 20 de agosto de 2009
Quieren que regrese... NO
A cada paso, le cuesta un pedazo de su alma continuar adelante, cargando con las muertes que lleva sobre sí.
La oscura habitación, donde moría por vez primera... Quieren volver, los monstruos bajo la cama, la sangre derramada, las noches en vela gritando en silencio por una liberación que no llegaba.
Memoria fragmentada, retazos y cuadros que nadie ya podra recuperar. Habitando en el silencio, que abruma, que ahoga, donde el color no es color. Sigue ahí, pero es gris, todo grís, ¿¡NO LO VES?!
La vida se consume poco a poco, tumbada en una cama.
En una noche - la respiración - se apaga.
"Y mi alma,
del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,
no podrá liberarse. ¡Nunca más!"
E.A.P
miércoles, 19 de agosto de 2009
De vuelta al cuartel
La lluvia cayendo, y aquel malnacido huyendo.
Todo arde en este momento: la rabia, la impotencia... la casa de Márquez. Solo esta última esperamos que se consuma.
Gabriel se tambalea, o al menos eso creo. Todo esto nos supera, pero los cambios en su humor me desconciertan a veces. Por decisión común, todos volvemos al cuartel, donde al menos "sabremos de donde nos llegan los golpes" Lo peor es que llevan razón.
Las noticias vuelan a nuestra llegada. Soler y Asarta están hechos trizas. Lástima que el último vaya a sobrevivir. Con Soler la cosa ya no está tan clara.
Ahora, sin nuestro sargento, nos trasladan a otra sección, y nos cambian de mando. Un tipo que ya me da mala espina: al principio muy duro y después la sonrisa de "tu amigo quiero ser". La paranoia aumenta.
Nuestra primera misión debe de estar al llegar, por lo que tenemos que prepararnos para lo que nos venga. Aunque más bien nos vamos peor de como llegamos, sin haber comenzado siquiera.
5
Poco tiempo, y solo una triste sonrisa para combatir el miedo que bulle en su interior. Su muerte anunciada llega de una voz de ultratumba, o quizás desde el cielo infinito.
Ciudad gris, le robaron su color. Los pasos no conducen a ningún lugar, sino a una persona. Las lágrimas no saltan ahora, pero si cuando se vio en sueños. Las manos presionan en la cabeza, intentando buscar algún sentido. Quiere gritar.
La marca, la herida que recuerda lo que esta por llegar, continua su pulso, minando la tranquilidad, la calma. Haciendo estallar el humor, quebrando la imagen que quiere dar.
Caricias devueltas, palabras en susurros, y una distancia que no quieren agrandar. Un adiós número cinco.
Muere
domingo, 16 de agosto de 2009
Página 426
Alcé la cabeza y una luz tililante veía acercarse desde la izquierda, parpadeante. Fijé la mirada y pude ver que aquella fuente de luz avanzaba entre los árboles, con una grandeza inmensa. El suelo empezó a temblar, a intervalos de segundos, una espera que se hacía intensa y agotadora.
Mire al cielo, y lo ví: aquel ser, sin forma definida ni nombre, aquello que jamás nadie más vio, y que no volverian a hacerlo, pues la cordura huiría de todo aquel que lo viese.
Casi incorpóreo en apariencia, una fosforescencia recorría todo su cuerpo. En la gran oscuridad reconocía sus ¿brazos?, haciendo el ademan al caminar. Sus extremidades, desmesuradamente alargadas, podía decirse humanoide, y también compararlo con uno de esos edificios que habitan en la gran ciudad. Su "cabeza" estaba unido completamente a lo que era el torso, y sus ojos... los ojos que parecían puertas al abismo, no miraban a ningún sitio, pero parecían verlo todo. También a mi.
Su gigantesca forma avanzó ante mí, haciendo temblar el suelo bajo mis pies, y espantando a todo ser que se hallara cerca.
Dejé de sentir mi cuerpo en cuanto su luz llegó a mi. Escalofrío tras escalofrío, mi cuerpo habia llegado a la insensibilidad. Tan solo podía ver, u horrorizarme con un tortuoso silencio, como si fuera un sueño. Una visión nebulosa.
WENDIGO
viernes, 14 de agosto de 2009
¿Qué buscas esta noche?
Llegó la muerte del día con un viejo cuento, en el que Sol y Luna son amantes perdidos en el mundo de los hombres, esperando a que su amor les haga reencontrarse.
Esta noche se ven las estrellas en la cúpula azul, rodeados por la luz muerta y oscuridad, pero su sonrisa ilumina mi camino, como estrella. Aunque todavía sin nombre.
Su beso, su caricia, su abrazo, su amor. Llenan mi alma.
Ahora nada me falta. Solo estás tú, mi estrella.
Todos van al cielo
De vez en cuando caían miradas entre sí, siempre huyendo la una de la otra, cuando la suerte las dejaba coincidir.
Hasta que ella decidió no apartarla, y atrajo la de él, para no dejarla escapar. Poco a poco, acercándose, hasta unir sus labios en un beso dulce, como nunca quisieron olvidar.
Separados lentamente tras unos segundos, y unidos en un tierno abrazo, el cual no quiso acabar.
martes, 11 de agosto de 2009
Música en su mente
Su respiración acompasada, los ojos cerrados, intentando llamar al sueño, repasando una melodía que quizás algún día pueda escuchar
Una tierra de nadie
El cielo estrellado se ve infinito, las pequeñas luces sobre nuestras cabezas brillan más que nunca, alegres, alimentadas por la alegría y la imaginacion que desborda sin límite cada alma viviente que pasa por allí.
Miles de vidas, muchos destinos quedan grabados en la memoria, donde nunca caen en el olvido; todas sus memorias, vivencias quedan guardadas sobre el papel.
En esta tierra de nadie, nunca la quieren abandonar. Siempre esperan regresar, una vez más.
martes, 4 de agosto de 2009
Atentos todos
Las cámaras no habian tardado en llegar, guardando y dejando ver a la humanidad el Horror y la Muerte. Llegando primero en risas y más tarde en llanto desesperado, incontenible, viendo como la esperanza muere y la vida acaba en un gran orgullo que no conoce fin.
Durante un momento no hubo luz, tan solo penumbra, el aire azotando los rostros y arrastrando las cenizas de los cadáveres que ardían con rabia por no seguir con vida, por dejar tanto por hacer.
Dos heridos huían de aquel lugar, el primero ayudando a la joven que lo seguía, tomandola del brazo, pues el llanto y la sangre apenas la dejaban caminar ni ver.
Alguien soltó un grito desgarrador entre el gran derrumbamiento.
domingo, 2 de agosto de 2009
Sin saber por qué
Miradas a nuestro alrededor, sonrientes y alegres.
Nada nos falta, el mundo en nuestras manos, tan solo detener el tiempo. Que no se agote jamás este momento.
Vence incluso al miedo, rodeados de aquellos que protegen y cuidan los momentos, que nunca fallan, que permanecen siempre.
El anochecer llega, pero no oculta su sonrisa, ni tampoco la mía. Larga despedida, y el romance por la noche no tardará en llegar.
sábado, 1 de agosto de 2009
Las llaves perdidas
[L] Claro, ¿que ocurre?
[A] Uno de los pacientes, un caballero en examen 3.
[L] ¿Cuál es el problema?
[A] Ese es el problema, no estamos seguros.
[L] ¿Tiene el informe?
[A] Aquí mismo.
[L] No nos dice mucho.
[A] No, doctor. Ningún trauma obvio físico. Las constantes vitales permanecen estables.
[L] ¿Nombre?
[A]: No, señor.
[L]: ¿Quién lo dejó aquí?
Tal vez consigamos hablar con ellos.
Vaya a conseguir los nombres
[A]: Ningún nombre. Nada... y creo que él no hablará con nadie.
[L]: Bien, comenzemos presentándonos
Buena días, soy el Doctor Lawson.
¿Cómo está Ud.? ¡¿Cómo - está - usted?!
Mire, hijo, usted está en lugar seguro
Le ayudaremos en lo que podamos
Pero necesitamos hablar con usted
No podemos ayudarle de otra manera.
¿Qué ha pasado? Cuéntemelo todo.
miércoles, 29 de julio de 2009
Mi piano
Me pierdo en sus brazos, en cada temblor de sus dedos. Hundiéndome en sus ojos, tan profundos, que quiero nadar en ellos. Tan oscuros que parecen abismos, en el que me promete un paraíso. En su regazo, mirando como en ocasiones tiembla al respirar, cerrando los ojos sintiéndose observada.
Busca mi sueño, mi anochecer. Busco su amanecer, una sonrisa que nazca de un beso en sus labios.
Aromas que llegan desde lejos, en un camino en el que no quiero separarme de ella. Tomando su mano y no soltarla, pues hemos emprendido un viaje que conduce a nuestra felicidad
Las puertas de piedra
El joven guerrero, que había abandonado su espada sabiéndola inútil, siguió los pasos del mago, que mas que caminar parecía deslizarse.
No podría apartar la mirada del puente, sabía que mirar a otro lado supondría la muerte. Cada paso, cada movimiento, en ello le iba la vida. Cerró los ojos, guiándose tan solo de un equilibrio que comenzaba a ser perfecto. Nada escuchaba, poco sentía salvo el aire frío que parecía llegar del helado infierno.
Se sintió aire, volaba podría decirse. Hasta que a través de sus párpados llegó un brillo rojizo. Abrió los ojos, y el atril se hallaba frente a él, con el sabio mago detrás esperando que lo tomara.
En sus manos el conocimiento del universo, que, demasiado valioso para que alguien lo obtuviese, comenzó a arder, devorando también al guerrero que era cómplice de su secreto.
martes, 28 de julio de 2009
¿Qué querías de mí?
La gran reunión había comenzado hacía horas, en un gran festival de máscaras, escondiendo la frialdad, la hipocresía y el desdén en desmesuradas sonrisas. Un gran debate surgía en mi interior, las palabras luchando intensamente por salir. El antiguo rey que presidía la mesa con falsa risa se levantó para mirarme y abrazarme. Sintiéndome sola en un abrazo no sentido. Nada era sentido, ni su risa, ni su amor, ni el cariño hacia sus ¿hijos?
Le tomé de la mano para llevarlo al exterior. Y allí le dije lo que me moría por expresar.
Su rostro era desprecio, su voz era odio, sus ojos eran rabia. La primera bofetada no tardó en llegar, siendo el comienzo de la tormenta que aún estaba por llegar.
“Por intolerante”
Me obligué a pensarlo cuando comencé a defenderme de sus puños. Mis golpes eran ciegos, y descargaba en ellos la mentira de trece años. Dicen que es número de mala suerte, para mi número de volver a nacer. Mi mente quedó en blanco, sin saber si respondía, que hacía o dejaba de hacer. Volví a mi cuerpo cuando lo vi tendido a mis pies. Su cara era todo sangre, no podía descubrir rasgos.
Volviendo a la gran reunión, tomé un arma, una hoja que brillaría escarlata. También de la mía estaría manchada.
Viejo rey, que se alza para llevarte a mi estrella. No lo conseguirá. Ahora está a salvo, inconsciente y lejos de cualquiera que pudiera herirla.
Mis hermanos se acercan, corriendo, para ver que sucedió. Ellos también están manchados de sangre. Sin ellos no habría sobrevivido a los enfurecidos que se reunían en lo que quería que fuera nuestro hogar.
El tiempo huye. Y una marea de parásitos empiezan a devorar los cadáveres, mientras los tres contemplamos horrorizados e inmóviles.
“Hay que hacer algo”
Todos los tesoros que pudieran quedar en aquel lugar: tenían que quedar a salvo. Comenzamos a revolverlo todo, los recuerdos, miles de objetos que en la memoria tienen su lugar, preparándolos para llevarlos con nosotros.
Mi hermano termina la función con aquello con lo que siempre le gustó jugar: fuego. Las llamas devoran los cuerpos y el lugar.
Arde ahora, ARDE
lunes, 27 de julio de 2009
Aguas negras (Muerte)
Esta noche hace frío, durante el dia ha nevado bastante, suerte que hayan despejado los caminos a menudo. Un cansancio enorme se había abalanzado sobre mí, provocando que me quedara dormido sobre mi mesa de trabajo hasta a saber que hora.
No hay nadie en la carretera, y como siempre, la playa está vacía. No, espera, hay alguien ahí."
La bicicleta cayó con estrépito cuando se distrajo. Se levantó rápidamente a observar a ese hombre que había en la playa, observando algo en la nieve. Cojeó levemente cuando intentó incorporarse, así que decidió gatear hasta aproximarse para poder ver.
Aquel hombre estaba en cuclillas, inclinado sobre algo que al principio no podía creer: un cuerpo, inmóvil, siguiendo los movimientos que en ocasiones las olas le empujaban.
No quiso ver más. Se apresuro a coger de nuevo la bicicleta y pedaleo como si le persiguiera el mismo Diablo
"Olvídalo, olvídalo, olvídalo, olvídalo..."
Aguas negras (Vida)
El frío amenaza con congelarme los dedos, que sin dudar paseo por algún lugar de la helada playa, en busca de alguna piedra cuya forma llame mi atención. Puedo ver el brillo en mis dedos, cuando los alzo hacia la luz de luna.
Dirigo la vista al mar, y al hacerlo siento un escalofío que recorre mi espalda. Es tan intenso que hace que casi pierda el equilibrio. El cielo negro no se distingue de las aguas, y eso me hace estremecer. Pero mi escalofrío no esta ausente de cierto placer. Como llamando a sentirme vivo cuando recorre cada centímetro de mi piel.
Me he detenido sin querer, mirando al mar e intentando descubrir algo en el agua, y retomo mi paseo nocturno que nadie más conoce. Dirijo la vista al suelo en mi búsqueda de pequeños tesoros, quizá pueda encontrar algo más...
Esta noche, quizás...
domingo, 26 de julio de 2009
En vuelo de dragón
Un frío crece en mi interior. Al sentir el crujido de tu cuello, comenzó a expandirse. Violet no quiso ni acercarse... No sé como hacer para llegar a Caroline... Perdóname, ahora me he puesto en su lugar. ¿Cómo serán ahora mis caricias?
Los pasos que de para aproximarme a ti ahora serán vacilantes, aunque desee correr para abrazarte.
Todos hemos visto arder el castillo de nuestros sueños, desde nuestro paseo por los cuentos. La princesa encontró a su adorado príncipe; la intrépida arquera dormida en una estrella, junto con su mago. El erudito encontró su telescopio, y paseo entre las dos lunas. El jinete se refugió de nuevo en la sombra de su sauce, entre las caricias de sus hojas.
Pero nada pudo salvarlos. Ella ardió, convirtiendose en cenizas en mis manos. Bendición que teníamos al no recordar al pasado, que ha vuelto a nosotros con macabra realidad.
viernes, 24 de julio de 2009
La prisión
En las noches más oscuras, toma forma, dejando entrever su silueta cuando todos despiertan de sus pesadillas. Entonces ella se deleita en los aullidos que provoca su caricia.
La furia en su mirada persiste, incluso más allá llegado al anochecer, y solo se desvanece, dejando pasar al terror, cuando siente las manos de Madre Oscuridad rozándole la espalda.
Solo tantea, provocando el escalofrío y que el arazo a los barrotes sea más fuerte. Mira entre desafiante y pícara a su vieja amante, la luna, a la que solo se acerca cuando le da la espalda… Su luz le hace daño, así que rápidamente agarra con fuerza a aquel que desea escapar con todo su ser, y lo arrastra hacia sus dominios. Ni siquiera la noche apaga los llantos.