El mar se hace inmenso visto desde aquí.
Mis pies cuelgan desde este gran barranco, desde esta gran terraza con vistas a las vistas más hermosas del profundo abismo. Pero no importa lo aterrador que pueda parecerme: tengo que vencer a las dos fuerzas irreductibles que me empujan a huir o a precipitarme en las aguas.
El viento azota todo mi cuerpo, combatiendo contra mi equilibrio. Su atronador rugido en mis oídos me ayuda a no pensar en nada.
En este rincón perdido en el mundo, puedo pensar, en soledad.
jueves, 11 de marzo de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Ahora que estás fuera, que aterrizas en la realidad y que has salido al aire, lánzate al mar.. abajo el mar te cobija..
ResponderEliminar...y su presión también te impedirá pensar.
ResponderEliminar