Aquella noche apenas pudieron dormir. Estaba libres por fin de los muros de sus respectivos Firmamentos, aventurándose a cumplir la voluntad del Señor, algo que estaba por encima de ellos. Tampoco intercambiaron apenas palabra.
La hoguera en el improvisado campamento ardía con entusiasmo, y dos de los pequeños Engels observaban las llamas, atentos a cualquier sonido que pudiera perturbar la noche. Edoniel y Aaroniel eran los que guardaban el sueño de sus compañeros. El Rafaelita callaba, abrazandose a si mismo, mientras que Edoniel abría su gran libro, para dar comienzo a la pequeña crónica que debían llevar en su misión.
- ¿Escribes nuestra historia? - preguntó Aaroniel con timidez. Aquellas leyendas acerca de las escrituras vagaban por doquier, pero el misterio del método todavía seguía latente
El interpelado sonrió, y asintió como silenciosa respuesta
- Quizás algún día se conozca en todas partes - habló nuevamente. Comenzó a fantasear acerca de las hazañas y buenas acciones que podrían realizar en el camino.
El futuro era una historia, una incógnita, aún por resolver
sábado, 26 de febrero de 2011
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El viaje es largo, y si la historia es contada durante los siglos siguientes, vale la pena continuar. Y si no, siempre queda esa sensación agradable de hacer algo bueno.
ResponderEliminary sigue siéndolo. pero al paso que vamos cada ves sigue siéndolo menos. el futuro será el final de los seres humanos...
ResponderEliminarBuen relato!
Un abrazo.