Observando tus pasos cada día. Contemplando tus gestos. Admirando la delicadeza de tus manos que ciñen tu abrigo para protegerte del frío. Como quisiera tomarlas entre las mías y plasmarlas sobre el papel. Deseando rozar tu piel mientras tu mente vaga ausente, siendo entonces mi tacto algo desapercibido. No ser descubierto espiando tus suaves dedos deslizandose sobre un piano, o tomando el lápiz para rasgar el papel con tus letras.
Pero me basta con saber que de vez en cuando tu mirada se posa sobre mis ojos, o tal vez sobre mis hombros, inclinado estoy entonces sobre un escrito sin sentido alguno. Tal y como este. Y ni siquiera sé si es real aquella mirada que tanto deseo. A todos nos vale el ensueño para poder volar
viernes, 29 de octubre de 2010
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