Algo quedó de él, no puedo negarlo. El monstruo permanece, no escucha, no entiende ni razona. No sé decir si disfrute los golpes, pero no me quede satisfecho.
Tampoco puedo decir a quién vi llorar, ni a quién pertenecían más sus lágrimas... A Laniel, a Raquel o a mí. Ahora está muerto, y no volverá a ponerle una mano encima. Y dudo que alguien vuelva a hacerlo.
Juega a ser Dios, a la vez juez y verdugo... ¿Que padre corta las manos a sus hijos? ¿Que dios corta las alas a sus ángeles?
Se cobró mi víctima, pero no esto no queda así.
...
Los muertos, muertos están. ¿A que preguntar?
lunes, 6 de julio de 2009
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Te acompaño en el sentimiento...Los muertos muertos están...
ResponderEliminar¿Se llora alguien así?
ResponderEliminarQuizás sólo son acreedores a la nada, acaso una forma de crueldad, única despedida posible.
Besazo Guapo!
A Laniel. Cuidado, no confundas a dos personas por mucho que se parezcan sus circunstancias.
ResponderEliminarCada acto tiene un juicio, no puedes esconder bajo la misma rabia situaciones distintas, porque realmente, la frustración de una no solucionada, alimenta la otra.
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