viernes, 15 de noviembre de 2013

Cansada de luchar contra algo que parece escrito.
De no ver llegar la tormenta. De no ver una nube que me indique el peligro. De mostrar sin ser que me vendo los ojos para no verlo.
La duda y la sorpresa más que cualquier otro sentimiento.
Cansada de luchar en contra, solo quiero luchar por ello.

martes, 19 de febrero de 2013

Madre

La muerte es un final apacible, un mar tranquilo en el que terminar la travesía. La vida, en cambio, es una corriente, un río, rápido y fugaz. De curso inevitable, junto con todas las incertezas e infortunios que se suceden. Y no queda otra que seguir el curso en solitario. Rara vez encuentras a alguien que decida, que esté dispuesto a seguirte. No seguir, acompañar. Caminar a la misma altura, a la vez.

Se siente así la satisfacción, el sentimiento de sentirse completo. ¿Cómo abandonar esa plenitud? Abandonar a alguien en el camino es condenarlo a la peor de las soledades, un infierno en vida. Por eso, la envié a ese tranquilo final en el que descansaría hasta mi llegada. No tardaría demasiado en acompañarla.

Pero sigo aquí, aguardando a que llegue mi final. Con el tormenta de haberla abandonado. Sintiendo esa soledad que le quise evitar. Por eso llegué a este lugar. Una casa en la que deja de ser algo tan terrible, en la que se puede afrontar la realidad. La terrible realidad de lo que le hice a mi niña, la voz que daba sentido a mi mundo.

Compensando así las palabras que no encontré al querer explicar lo que movía a Madre, en "Prohibido suicidarse en primavera"

jueves, 14 de febrero de 2013

5002


He vuelto a tener pesadillas esta noche. Sudor frío y lágrimas vivas cayendo por mi rostro. Comienza a ser rutina en las largas noches de insomnio. Y hace frío, como el primer día en el que llegué, y me hace recordar. Recordar el miedo, el leve temblor que tenía en mi interior, y amenazaba con ser creciente. Y a la vez, una esperanza
Aquel blanco de la nieve que caía que parecía ser atemporal, era como una hoja en blanco, sobre la que comenzar a escribir sin ningún lastre del pasado. Una nueva vida. Mis nuevos amigos así lo permitieron, a pesar de lo increíble de la situación. Como si lo estuvieran esperando, como si no tuvieran otro objetivo.
Habían entrado en un túnel, oscuro y profundo, en el que con apenas unos pasos, perdías la luz que daba a la salida. Me encontraron, y aguardaron en silencio hasta el momento en el que estuviera preparada para salir. Tomaron mis manos y continuaron caminando. Tropezando, aprendiendo, hasta encontrar de nuevo el camino que nos llevaría hacia la luz
Y resultó ser una luz que bañaba toda la ciudad, y se reflejaba en cada copo de nieve que veían nuestros ojos. Aquello era un descanso para el alma.
Cielos nublados, constantes lluvias, y el silencio del ático. Alejados del ruido urbano que en ocasiones nos gusta visitar. Tiempo para pensar, para malgastar, para comenzar la huida, la evasión de la realidad en libros y libros. Sin control, a través de un viaje del que ni siquiera sé el destino
La aventura de vivir, de salir adelante cargando con lo vivido
Estamos en octubre de 2005, Hannover, Alemania
Hace frío


Anoche caí en el sueño mientras pensaba y escribía. Palabras tan inconexas que confundía cuando hacía una cosa u otra. Pasa demasiado a menudo últimamente. A veces ellos me miran algo aturdidos. Después, me cuentan que no es otra cosa sino que hablo sola en voz alta. Odio ese gesto que comienza a convertirse en costumbre
Camino a lo largo de los ventanales de lo que es nuestro acogedor hogar. Es la luz, debe tener algo que hechiza. Me ayuda a pensar, y a olvidar aquellos números en rojo que simbolizan los numerosos mensajes sin contestar en el buzón de voz. El teléfono es aquella caja extraña que contiene voces que no quiero escuchar. Ahora no, ni me siento preparada para ello. Están ligadas a demasiados recuerdos y emociones, hiriendo muy profundo sin saberlo siquiera. Sangraba cada día un poco más.