lunes, 27 de diciembre de 2010

Mi caja de sueños

Vuelvo a tener dudas entre realidad y ficción.
En mis sueños puedo arrebatar vidas, perdonarlas. Amar y odiar como en la vida real. Mejor aún, puedo encarnar la piel de un rey en la sombra, un villano que busca su expiación. Puedo ser cualquier cosa. Puedo atravesar cualquier frontera. Respirar el poder de lo increíble. Ser increíble. En ocasiones no quiero despertar. O quizás mantenerme en la duermevela que todavía mantiene la intensa emoción de lo soñado.
Abrir ese portal que me extrae de lo real y entrar en una dimensión de mil puertas, cada una abriendo a una nueva fantasía.
Allí al fin podré volar... de nuevo

sábado, 25 de diciembre de 2010

Mirada

No puedo creer que se marche ahora. Entre la multitud se ve desaparecer su silueta. Aquellas manos que siempre quise tomar entre las mías, ahora asían las maletas que debían acompañarla en su destino. ¿Cuantos errores nos están permitidos cometer? ¿Por qué no nos está permitido conocer el límite? Sin duda no debería haber dejado pasar ninguno y, estrellas en el cielo, como me arrepiento. Una mirada huidiza es lo último que me llevo de ti

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Dicen que es como quedar en pausa. Dicen que es como contemplarlo todo como algo ajeno, algo fuera de ti mismo. En un sueño, que se torna en algo peor que en una pesadilla. Quieres por fin mirar hacia el futuro y ver algo brillante, pero resulta difícil. Hay muchas lágrimas que enturbian la visión, demasiadas, y no todas propias.
Son muchas las cosas que hemos dejado atrás, pero tenemos que seguir adelante.
Pararse es la perdición; muévete y vivirás

martes, 14 de diciembre de 2010

Ciudad sepultada

No había parado de llover desde entonces. Todavía de lo profundo de las aguas, en los canales subterráneos de la ciudad, escuchamos los gritos que nos quitan el sueño. Nuestro mundo se ha convertido en un gigantesco canal, parodia lúgubre de las gondolas venecianas. Y nuestros ojos no dejan de otear en buscan de aquellos que puedan sobrevivir. Aquella noche fatídica nos atrevimos a sepultar bajo el agua a aquellos que quisieron robarnos nuestro aliento de vida, nuestra visión del cielo gris. Los ahogamos para poder vivir. Avergonzados por estar vivos, intentamos redimirnos a un dios que parece tambien haber muerto en aquella noche. Tal vez en suicidio para no ver tanto horror.

Revista de misterio,
Ellery Queen
2 de enero, 1998

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Muerte en Venecia

Sentir como se desprende la magia de cada partícula de mi ser, viajando a otra dimensión en tan solo un segundo. Sentir el vacío. Sentir el frío de una presencia inquietante, criaturas que desafían incluso a la propia magia de Metáfora. Indefensa ante un peligro real, y llevar con ello la vida de una desconocida.

En Venecia encontramos al Mal, bajo el agua fría y años de muerte. Miriadas de cadáveres nadan inertes, contemplandolo todo con su mirada vacía. Y aquellas voces infantiles. Sus cuellos cercenados, sus cabezas de infantes rodando por el suelo nos harán perder la cordura.

El tiempo corre y el veneno en la sangre no tiene ningún impedimento para obrar su mal. Casi al desfallecer una mano amiga nos devuelve a casa. El entusiasmo por la llegada es la mejor alegría.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Un reflejo incierto

En estos momentos me gustaría obtener un manual para dirigir un reino. Sería muy considerado por parte de alguna entidad generosa desconocida. Pero esa suerte no llegará. Serán el ingenio y la astucia las mejores maestras.

Me faltan las caricias en el rostro que ayudan a coinciliar el sueño en noches turbulentas. Ella duerme, con la esperanza de que su sueño sea tranquilo y reparador. Por los dioses, mi vida, no tardes en despertar. Te necesito. Con mi rostro frente al espejo, ya casi no me reconozco. Mis ojos tienen una frialdad desconocida. Creo que alguien debe sacrificarse por un bien mayor... ¿he entregado toda mi fuerza en ésta empresa? ¿Me corresponde a mí toda esta carga? Este mundo de intrigas es demasiado peligroso para confesiones fáciles. Cualquier sombra puede ser un enemigo. Una palabra tiene diez sentidos, y cien accesos para robarme la vida.

¿En quién confiar? ¿Dónde está el punto entre el deber y la ambición? A veces creo confundirlo, y ni siquiera soy capaz de saber si lo he traspasado ya o no.

Extraño una voz amiga, con la que poder huir de toda intriga y paranoia. Extraño a aquel con quien primero compartí enfrentamientos y después la amistad. Una amistad inquebrantable.

martes, 30 de noviembre de 2010

¿Quién mató a ...?

Tres disparos cargados de muerte habían herido al silencio de la noche. No hubo gritos, tan solo el choque contra el metal y la sangre brotar. También una mirada atónita ante lo ocurrido, que años después seguiría siendo un misterio. Tal vez para siempre.

La sombra se deslizó más allá, entre las calles, hacia la oscuridad que conforma el interrogante y el misterio.



La terrible carta llegó con la luz del alba, portando en sus letras el peor presagio para el lector que jamás pudiera haber. Sus esperanzas se hundieron en un terror absoluto, contagiandose por cada partícula de su cuerpo. La respiración comenzó a agitarse, sumido el pensamiento en terribles augurios para el futuro. Aquellos que tal vez estuvieran demasiado cerca en el tiempo de cumplirse. Alzó sus manos e intentó dominar el temblor creciente. La carta cayó de su mano, quedando para la posteridad.

Un reino recién creado y teñido por la terrible presencia de la muerte. Observó el paraje, la ciudad amaneciendo de lo que eran sus dominios. Tal vez podría haber logrado cosas buenas, o terribles. Ejercer un gran poder para dominar a las masas. ¿Héroe o tirano? Quisiera haber escrito todo aquello como su propia crónica, para llorar o reír por sus actos en el futuro.

Pero no todo estaba perdido. Todavía tenía aquel poder. Un hombre sin mano derecha puede seguir dirigiendo un reino

sábado, 27 de noviembre de 2010

Los sueños

Despierta en un mundo ajeno, donde todo parece del revés, las luces de mil colores que surgen de un mosaico impactan contra mi rostro. Eso provocó el despertar. El despertar a este mundo de pesadillas. Dos puertas y un ventanal. Una de ellas cerrada, la otra guardada por un gigantesco gólem agonizante.

- ¡Acaba con mi vida! ¡Hazlo ahora o huye de aquí!

Después de eso solo recuerdo el dolor de los cristales en mi piel.

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Esas imágenes vienen a mi cabeza mientras camino. Hoy llueve y sigo sin saber el por qué de esos sueños. Tan reales que ahora casi forman parte de mi vida. En cada dolor existe un color, cada emoción es una nueva pincelada en un lienzo que nunca pienso acabar

Laura

jueves, 11 de noviembre de 2010

Tic-tac

Me gusta el tic-tac en mitad de la noche. Atempera el ánimo y da vida a la oscuridad nocturna. O simplemente es en mi niñez el símbolo que me protegía de las pesadillas. Junto con el tic-tac me sentía segura. Nada había que temer: el sueño regresaría, tarde o temprano, para llevarme a un descanso tranquilo. Sin monstruos elementales ni bestias del mundo.
Las luces cambiaban, convirtiendose en refugios para la mirada, donde los antagonistas de mis sueños no entraban en mi campo de visión. Y perdemos la conciencia entre el segundero del reloj.
Desconocía cuanto extrañaba ese sonido.

sábado, 6 de noviembre de 2010

El motor del mundo

Mirando al frente, siempre al frente. Consciente de que mi respiración se agota, cada soplo de aire es un suplicio. Pero algo en mi interior, la naturaleza humana, me impulsa a vivir. Me pregunto cuanto de humano quedará todavía en mí.

Anclado al motor, con pies y manos atravesados por metal como el profeta en su leyenda. Irreal, como ella. Mi piel tienta a cada momento a fundirse con cada pieza mecánica que es mi modo de vida. Dicen que los gritos alimentan el funcionamiento. A cada grito, menor será la tortura, más próximo estará el final.

Esas palabras llegan como recuerdos esporádicos en noches en vela. Es entonces cuando mis ojos se abren a la realidad. Oscuridad. Dolor. Los gritos resultan una auténtica liberación. Tal vez sea cierto algo de lo que ellos dicen

sábado, 30 de octubre de 2010

Vidas en el papel

Hoy por fin llegó la carta. Portadora de noticias nefastas o cantos de esperanza. Pero de nuevo la incertidumbre.

Desde aquella noche de tormenta, nada se sabe del rastro de los navegantes. Náufragos. Perdidos en las aguas, o quizás vivos. Es lo que los que aún vivimos intentamos discernir. Llamadas, registros, avistaciones. Fotografías. Nombres grabados en rincones de todo el mundo. Eso es lo que mantiene viva la llama de la esperanza.

Al principio, todas las familias surgieron como conciliadoras, afectadas y unidas por una causa común. Pero el tiempo hace estragos, y culmina las vidas sin muchas respuestas. Muy pocos quedamos ya, esperando. El resto ha optado ya por olvidar. Pero es imposible evitar aquellos asaltos de la memoria, en los que vuelven miradas, risas, comentarios. Personas extraordinarias, que llegan a nuestras vidas cambiandola por completo. Porque todas las personas que pasan en la vida, antes o después, mejor o peor, son extraordinarias.
Esas personas te hacen crecer, cambiar, pensar. Vivir.

Por supuesto que no he olvidado. La muerte a un paso, pero sigo esperando. Los desaparecidos son ya una leyenda en la familia, mantenida como afición para robarle el sueño a los pequeños. Quizás así logre mantenerlos vivos. Nunca perdamos la fuerza, la esperanza, antes de cerrar los ojos para siempre.
Sigo esperando una nueva carta

viernes, 29 de octubre de 2010

Observando tus pasos cada día. Contemplando tus gestos. Admirando la delicadeza de tus manos que ciñen tu abrigo para protegerte del frío. Como quisiera tomarlas entre las mías y plasmarlas sobre el papel. Deseando rozar tu piel mientras tu mente vaga ausente, siendo entonces mi tacto algo desapercibido. No ser descubierto espiando tus suaves dedos deslizandose sobre un piano, o tomando el lápiz para rasgar el papel con tus letras.

Pero me basta con saber que de vez en cuando tu mirada se posa sobre mis ojos, o tal vez sobre mis hombros, inclinado estoy entonces sobre un escrito sin sentido alguno. Tal y como este. Y ni siquiera sé si es real aquella mirada que tanto deseo. A todos nos vale el ensueño para poder volar
Se acabó la historia. Nada de llamadas al comienzo de la noche, nada de planes improvisados. Se acabaron también los abrazos incoscientes, que tanto me llenaban sin siquiera saberlo. Todo está ya dicho, y no caben las dobles interpretaciones. Ella ya ha decidido, y no cabe más que suspirarle al cielo.

Las noches quedarán vacías sin su presencia: les faltará su risa rompiendo el frío silencio. A todos nos cambió. No hubo nadie a quien su vitalidad dejara indiferente. Caricias perdidas para siempre, se las lleva la memoria en casa soplo de aire. Y la imaginación tan solo juega malas pasadas, haciendonos creer que aún sigue con nosotros, en sueños efímeros que deseamos eternos.

No rozaremos el alba con los ojos entrecerrados de cansancio.
No venceremos al sueño creando verdades imposibles.
Nuestra utopía se pierde como nuestras voces en el vacío.
Hasta siempre

sábado, 23 de octubre de 2010

Los sueños siempre han sido mi tormento. Desde que tengo memoria, mi infierno personal está en mi mente, y abre sus puertas para mi en las noches más oscuras. No hay sueño en el que no recuerde estar rodeada de tinieblas, en un palacio de las sombras. Estas sombras son los súbditos, que en ocasiones me obeceden y en ocasiones intentan raptarme. Raptarme para llevarme a un lugar que me es totalmente desconocido, y quizás no quiera saber de él. Pero la oscuridad acoge, y no abandona nunca.

El terror que me produce aquel lugar va acompañada de una familiaridad extraordinaria. Tal vez no sea tan ajena a ese lugar... Pero papá y mamá dicen que son tonterías, nunca han hecho caso de ello. Supongo que la época en la que los sueños dejan de atormentar pasa con el tiempo.

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Han pasado los años y mi mundo ficticio no ha desaparecido. Digamos que lo he convertido en parte de mí, lo espero cada noche con una mezcla de ansiedad y deseo.

Mi hermana menor creció, por suerte, sin dar mayores evidencias de tener terrores nocturnos. ¿Por qué iba a tenerlos ella también? Ella no puede ver las sombras que corren alrededor de casa, y que se dejan escuchar en el tejado. Tan solo yo, que pasa las noches en vela a causa de miedo, puede escucharlos. ¿Qué buscan? ¿Qué pueden querer de este lugar? ¿De mí?

Esta noche, visitando a mis padres después de mi viaje de estudios, he visto unos ojos amarillos observandome desde mi ventana. No pude reaccionar hasta que se marchó, dejando aquel recuerdo grabado en mi mente. Grité. Grité hasta que en mi cabeza solo quedaron los aullidos

Laura
Las lágrimas del cielo golpean contra el cristal, dejando constancia de la tristeza del cielo. El cigarrillo se consume en su propia brasa, casi intacto. Y la mirada perdida en el cielo oscuro, rememorando todo lo buscado, hallado y perdido. Al fin y al cabo es lo que nos queda al final de la vida, un puñado de imágenes imperfectas modificadas por las pasiones inconexas.

Dejamos el tiempo correr. Pronto llegará el amanecer, y el cuerpo quedara inanimado sobre el sillón, atrapado al fin por el mayor misterio de todos los tiempos

domingo, 17 de octubre de 2010

La lluvia cae y oculta los rastros de aquellos que deben caer bajo mi espada. Las misivas de ayuda se humedecen bajo mi chaqueta. Aún perdidas, el mensaje seguiría siendo claro: la muerte asolaba las pequeñas aldeas indefensas. La fe no les daba la salvación, y tampoco velaba por sus sueños. Otean al abismo que será su muerte y temen perderse en esa oscuridad. No les culpo, ya que es un pozo demasiado profundo, un misterio inalcanzable para la mente humana. Y el miedo tan solo los empuja hacia él.

Estoy cerca. Anochece y los gritos de los niños a los que las pesadillas asaltan por doquier llenan el cielo. O tal vez no sean pesadillas.

domingo, 10 de octubre de 2010

Continuar. Eso es lo que nos queda: continuar. Perdimos aquel deseo, anhelado con tanto fervor. Despertar de nuevo en la oscuridad, sentir aquel calor tan próximo, tan íntimo, y que tan solo hubieran pasado escasos segundos de toda aquella noche. Porque es importante sentir tu abrazo cuando las pesadillas llegan y asolan el corazón. Porque es vital saber que tú también deseas con mi misma fuerza que no acabe nunca.

Con los dedos cruzados, esperando que la espera no sea tan larga. ¿Repetimos?

viernes, 1 de octubre de 2010

Nada mejor que una voz monótona para cruzar los límites de lo imposible y crear nuevas historias. Recurramos al tópico y vamos a resurgir de nuestras propias cenizas, como el ave fénix. Combatamos la realidad a plumazos, con cañones de letras y espadas de tinta. Porque hay historias que todavía deben ser contadas.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Mi vida está en los brazos del destino. Como las estrellas, como el cielo sobre nuestras cabezas. Pero no puedo apartar mis pensamientos acerca de lo que dejamos atrás. Y es en ese caso cuando dejo mi vida en el pasado. Pierdo el presente a cada segundo. Pero hay caricias que tocan el alma, y hacen mirar hacia el futuro. Tal vez sea un futuro esperanzador

martes, 28 de septiembre de 2010

¿Las personas cambian? ¿O quizás tan solo revelan su verdadera naturaleza?

martes, 21 de septiembre de 2010

Truenos

El viejo Philip solo despierta las noches de tormenta. Mira al cielo desde la ventana, asegurándose que tan solo los truenos han despertados a aquellos que no temen a los tambores de los cielo. La dulce y pequeña Blue abandona su almohada para acudir a la reunión. Phoenix, junto a los Guardianes, ya que de su territorio no deben escapar las criaturas de la noche y otros mundos de fantasía. Tan solo vuelven una vez que los ojos de la bibliotecaria vuelven a cerrarse tranquilamente una vez que deja de escuchar los truenos. Solo entonces la reunión se disuelve y todos vuelven a su lugar, imperceptible el cambio para mi mirada.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Segundas oportunidades

A veces es bueno guiarse por la cabeza, y no por el corazón. Las pasiones son las peores enemigas de la razón, al contrario que los sentimientos, que en ocasiones alcanzan la armonía. Las manos vacías hacia el cielo, manchadas de la sangre ya derramada. Provoca hastío abrir heridas, y quisiera saber cómo hacer para evitar el justo momento anterior. Alzar las manos y decir: Basta. Quisiera aprender algún día. Demasiadas segundas oportunidades

jueves, 16 de septiembre de 2010

Flotamos...

Sentimos el miedo como parte de nuestro ser. Duerme y vibra, como nuestro propio corazón en el pecho. Nos hace temblar, reír de histeria y dudar de hasta lo que creíamos más seguro. Hemos perdido la esperanza de crecer: ni siquiera la contemplamos. Solo tenemos ojos y miedo para el presente.
Cambia de forma, se mueve a velocidad pasmosa. Creemos incluso que es inmortal. ¿Estamos perdidos? La unidad es lo único que nos queda.
Eso ha vuelto
Todos sufrimos alguna vez un abandono, y eso es lo que me dedico a contar y a pensar sobre las letras. Me abandonan los títulos. Nunca me llevé bien con ellos, y creo que por momentos llevan ganada la batalla. Me dedico a buscarlos mientras se pierden las horas en los primeros días de clase. ¡Terror!

viernes, 10 de septiembre de 2010

Bucle

Hoy me he despertado con frío. Siempre pensé que, al despertar, regresábamos a la realidad. Pero no, hoy he despertado al pasado. Abriendome paso entre las ruinas del hogar. Festejando una falsa felicidad, una vida de mentiras. Y nadie hacia nada por salir de ellas. Los lazos de sangre no significan nada. Tan solo para remarcar el rechazo. Tampoco lo vivido ablanda el corazón. Lamentos en mitad de la noche, una pesadilla que nunca acaba

¿Quién nos robó nuestra vida?
Sabemos que hay un regreso. Simplemente... es difícil de aceptar. Todos tenemos sueños y esperanzas; no dudes ni un momento en ir a cumplirlos.
Hasta pronto

lunes, 6 de septiembre de 2010

Un cuento para las dos

Hay duendes en todos los bosques. Y en todas las mentes de los que aún se atreven a soñar. Pululan inquietos, guardando en su sombrero tesoros que de cuando en cuando dejan caer. Estos tesoros son los que nos permiten gozar de la palabra escrita. Aprovechemos estos regalos del mundo de la ficción, envueltos en maravillosos momentos para nunca olvidar

sábado, 4 de septiembre de 2010

Piezas

Son solo palabras en mi memoria, pero no puedo dejar de pensar en todo lo que sucede. Nuestro tablero ha permanecido vacío por un tiempo desconocido incluso para nosotros. Pero ahora colocamos nuestras piezas. Incluso el enemigo, aunque no se percate del todo. Aún me quedan cartas por escribir. El fracaso significa la muerte, y le deseo gloria eterna a todo aquel que consiga mantenerse en pie. Al que caiga en la batalla, que los dioses sepan concederle un merecido descanso.

¿Esperanzas? Pocas, pero no por ello puedo permitirme desfallecer del todo. Empuño mi espada para mancharla de la sangre enemiga, símbolo cruento de la nueva libertad.

Fallar

El corazón retumba en mi pecho, y su eco estalla a cada segundo en todo mi cuerpo. Ahora no me ven. Y dudo que me vean, pero si escucharan el testimonio de mi presencia. Unos simples segundos antes de que las balas impacten en su cráneo. Sí, eso será lo que tengan. Ahora ella está muerta, y todo por culpa de sus estúpidos idealismos. ¿Valen menos sus vidas que la norma escrita de eras pasadas? Solo decidimos emprender nuestro camino, pero os empeñasteis en marcar el suyo.

Acción y reacción

Gira hacia la luz. Hay tres. Disparo. Cae la bala, resuena el casquillo. Uno se abalanza sobre mí. Impacto en la mandíbula. Incosciente.Una bala perdida impacta detrás de mí. Veo su rostro ardiendo en rabia por el disparo fallido. Dos balas sobre su pecho. Y ahora, nada.

Creo que he perdido la cuenta de todo lo que he hecho, pero hay demasiada sangre a mi alrededor. Ahora nadie impide el regreso a casa. Cuatro cadáveres, incluído el de ella. ¿Qué sentido tiene ahora el seguir caminando?

domingo, 29 de agosto de 2010

Fugaces

Y a cada oportunidad servida volverían a aquel vergel, casi regalo de unos dioses en los que no creían. Compartiendo sueños, deseos que posiblemente nunca llegarían a cumplir. Pero suyos, igualmente. Jamás se lo podrán arrebatar, su sueño de vivir.
Un narrador anónimo guarda en su memoria todo aquello que conforma su ser, para que jamás se pierda. Una caricia fugaz, una nota perdida en el viento. Siempre quedarán aquellos besos iluminados por el baile de luciérnagas.

Introducción

¿Quieren ver las maravillas de nuestro mundo? ¿Quieren conocer que secretos se esconden de nuestros ojos? Pues cuidado con lo que desean. No encontrarán aquí tesoros deslumbrantes, ni tampoco personajes afamados y cubiertos de gloria eterna. Lo que aquí se guarda son los desechos de nuestra sociedad. La cara oculta de nuestra ciudad. Las cosas más terribles que pueda imaginar. Nuestros terrores nocturnos ocultos bajo la dura piedra. Y allí, la mayor y más terrible criatura que jamás ha pisado Zamonia. Todos lo conocen, pero ¡nadie sabe quién es!

¿Siguen dispuestos? Adelante entonces, disfruten de la aventura a su propio riesgo. Bienvenidos a las Catacumbas de Bibliópolis.

martes, 24 de agosto de 2010

Viajes

Empiezo a sentir asfixia... ¡Fuera de mi camino, maldita sea! Hace apenas unas horas que me sorprendí en otro lugar que no era mi cuarto, en el cual caí dormida. Las hojas de aquel pesado manuscrito estaban pegadas a mi mejilla, y la tinta había manchado mi piel. Ahora estoy en una biblioteca de dimensiones desconocidas. Una anciana de aspecto aterrador se ha detenido mirandome durante un buen rato. Después me señala con el dedo y empieza una verborrea de palabras incomprensibles, que corearon unas pequeñas criaturillas que corrían hacia mí. ¿Goblins? ¿Qué demonios hacen goblins en una biblioteca? Una estampida de libros se derrumban sobre ellos, dejando caer a un apuesto caballero que juró defenderme hasta la muerte.
Miro por encima de él, y los goblins no cesaban de aparecer. Una patada en la espalda del caballero es suficiente para que cayera y entretuviese a los goblins. ¿Qué le pasa a todo el mundo? Miro hacia atrás, comprobando que nadie me persigue. Nadie a mis espaldas, pero una pared muy cerca de mi cara. Demasiado cerca. El dolor y la asfixia desaparecen.

Estoy en el suelo de mi habitación... en alguna de mis cabezadas debo de haberme caído de la silla... Pero algo no ha cambiado en la transición de mi sueño a la realidad: demasiados libros
Queda contra la pared, en silencio. Los ojos entrecerrados, intentando pensar, aclarar pensamientos y sentimientos a la vez. A oscuras, tal vez oiga mejor mis propias ideas y entienda mejor los movimientos de mi corazón. Esta aventura ha cambiado mucho desde los inicios, digamos que está en suspenso. Ahora solo queda mirar a las estrellas en busca de una respuesta.

Intento conocer un alma ajena a la mía. Sus pensamientos son inaccesibles para mí, dejandome con el velo de la incerteza. Esta vorágine agota por momentos.

domingo, 22 de agosto de 2010

De nada han servido las caricias entregadas. De nada vale el universo creado como obsequio. Todo ha quedado destruido por la sombra de un recuerdo difuso. Innombrable lo que puede suceder en el mañana. Ya no sé si luchar en una causa que parece hace meses perdida. Las manos atadas. Los ojos vendados. Olvida. Nada importamos tú y yo.

martes, 17 de agosto de 2010

Conflicto

La sangre es el bien más preciado de toda criatura. Cada día graba nuevos hechos en su memoria, memorias que no deben ser perdidas en ningún momento. Ni aunque sea enemigo. No quiero volver a ser verdugo de nadie. Mis manos se han manchado demasiada sangre, aunque solo me cobrara una vida. ¿Por qué tengo que decidir acerca de la vida y la muerte de miles de inocentes que nada quieren salvo su propia vida? ¿Por qué mis acciones tienen que repercutir en la vida de los demás, pudiendo incluso perderla?

Dicen que de nada sirven las palabras... ¿Es por eso que valgo menos? ¿Soy cobarde por no querer apostar las vidas de los demás a un maldito juego de azar?

Dejadme cavilar, dejad que me entregue si es necesario. Es un intento de derribar los pilares de mi vida, pero no a cualquier precio
No hay peor despertar. El sudor se vuelve frío. Tiemblan las manos, tiembla el corazón. Y las sombras a tu alrededor parecen más oscuras.

domingo, 15 de agosto de 2010

Ardo en rabia esta noche. Por la impotencia que me provoca toda la muerte a mi alrededor, por la impotencia que me provoca no poder exhalar mi último suspiro formado en llanto. Por no poder lanzar mi grito de amor. Por no poder arrancar su último aliento a base de golpes.

Esta noche es sangre y acero. No hay batallas en tierras lejanas. No hay muertes heroicas que narrar. Tan solo la paciencia muere entre tanta estupidez. La propia y la ajena. Intentando saber por que el llanto surge a cada instante. Esta noche es sangre y acero. La sangre a cada letra. El acero cae a cada movimiento. Esto es todo

viernes, 13 de agosto de 2010

El tiempo no vale nada

Una suave brisa viene a saludarnos y a acabar con sus últimas fuerzas. Por fin, cae dormida sobre mi hombro. Las estrellas siguen devolviéndome la mirada desde lo alto. La conversación se fue apagando poco a poco. Aquellas altas horas de la madrugada, subidas al capó de nuestro coche en mitad de la colina. Parece mentira que solo hacen unas pocas horas que nos conocemos. Sería el alcohol, serían las luces del local, o quizás sus ojos verdes de ciencia ficción. El caso es que nuestras miradas se encontraran de entre los montones de abrigos en esta tarde de invierno. Una sonrisa a tiempo para que no me dejaras escapar entre el gentío. En aquel instante me juré tuyo para toda aquella noche. Y tú pudiste verlo entre aquella oscuridad. De ahí tu sonrisa, estoy seguro.

No tengo ganas de saber que pasará al amanecer. No quiero imaginar que te marchas. No quiero ver en tu mirada una despedida, ignorando por completo cuando volveré a verte. Siempre odié ese tipo de ignorancia.

Parece mentira que solo hacen pocas horas que nos conocemos. Parece que te conozco de toda la vida. Cosas de críos, dirán. Tal vez, pero, ¿por qué no?

jueves, 12 de agosto de 2010

Un cielo extraño, pero a la vez familiar. Contemplo el vacío, quieta. Un movimiento a mi lado. Una mano que rodea mi cintura mientras sueña. Respiración agitada hasta que termina de asentarse contra mi espalda. Esa mano, piel de terciopelo, que toma la mía y la estrecha con cariño. No podía pedir nada mejor. Cierto es que todo tiene lado bueno.

El calor, las caricias, un ligero suspiro entre sueños. Una mirada fugaz en el silencio de la noche. Un beso no correspondido mientras duermes. Y un "buenos días" en susurro mientras te acurrucas sobre mí con fuerza.
No te alejes.

lunes, 2 de agosto de 2010

Extraños

La tinta se borra de este gastado pergamino, al igual que mi recuerdo en tu memoria. La lluvia, al igual que las lágrimas se lo lleva todo. Pero nada tiene un poder tan destructivo como el tiempo. Por él, me devuelves la mirada como si de un extraño se tratase. La violencia nos tocó muy de cerca, y todos estabamos deseosos de olvidar. Pero, ¿tanto?
Tu cuerpo semiincosciente arrastrado de la casa en llamas, aquella que había sido hogar para muchos. Los gritos en la distancia. Tu nombre entre la multitud, ninguna respuesta.
Busqué hasta la saciedad. Tu rostro en la memoria, tu nombre en los escritos, alguna constancia de tu paradero.

Ahora, frente a ti. No te sorprenden mis leves caricias sobre tu rostro, aunque sigues mirándome sin comprender. Compartimos camino por azar hacia un lugar seguro. Pero allá me siguen los tormentos que me producen el encontrar tu mirada vacía de nuestra vida. Vida que, como ajenos, hemos de empezar de nuevo.

domingo, 1 de agosto de 2010

Latidos

Abro los ojos en la oscuridad, a un mundo que no parece el mío, y que efectivamente no es. A mi alrededor, yacen mil compañeros caídos en estúpida batalla. La sangre baña mi espalda, ha sido la suave corriente que ha llevado mis terribles sueños. Ya no porto espada, ni empuño arma alguna. La lancé al vacío de un cielo que cruelmente imparte injusticia. Los gritos de los mil yacientes resuenan en mi mente y en mi corazón. Ahora puedo saberlo. La bruma de la incertidumbre y la ignorancia desaparece poco a poco. Nadie más se alza en este desastre. Solo quedo yo.

Mis latidos están contados. Mil latidos por cada soldado abatido, por cada hijo perdido de la humanidad. Una voz en mi interior, una voz desde los cielos, una voz a través de mi mente que amenaza con locura es la que dicta sentencia. Un latido por cada alma perdida en los infiernos de la muerte. Se perdieron los eones, no se conoce el año en el que vivimos. Condenado a la eternidad. Demasiadas vidas perdidas.

miércoles, 28 de julio de 2010

Lluvia de recuerdos

De nuevo en casa. La sangre ya no mancha mis manos, la débil bombilla de mi apartamento ha decidido dejarse morir y el silencio lo llena todo. El gastado sillón en el que he pasado la mayor parte de mi vida, sumergido en libros y en grandiosas aventuras novelescas, me acoge como siempre, gruñiendo como el viejo cascarrabias que es. Los cristales retumban ante la fuerza del viento y las lágrimas del cielo repican constantemente. Pienso en las mañanas despertando ante el estridente sonido del teléfono, aquel armatoste que valía más como pisapapeles. Las distancias así se hacían más cortas, aunque fueran solo unos instantes. Después el mundo se cierra sobre el papel, creando historias que nadie puede conocer. El tiempo corre y te asombra mirar hacia atrás y observar lo que allí dejaste. Algunas puertas se cierran esperando a ser de nuevo abiertas, pero se necesita valor para coger el pomo. Las palabras no surgen ante aquel rostro que ahnelabas acariciar con la mirada.

Comienzan a pasear por la memoria todos aquellos que alguna vez estuvieron y los pocos que aún permanecen. Y el sueño vence, glorioso, hasta llegar al nuevo día.

viernes, 23 de julio de 2010

Cartas. Cartas que se pierden en el tiempo y se gastan en la memoria. Las palabras en ellas que nunca hemos podido decir, la distancia les da vida. Intentando con ellas derrotar al más fiero en enemigo de los amantes

miércoles, 21 de julio de 2010

Luz

Sigo escribiendo mientras espero el amanecer. Nuevas pesadillas han ahuyentado mi sueño, así que nada mejor que hacer que rasguear el papel. Creando mundos de la nada, exprimiendo ideas en blanco. Y sigo manchando de tinta mis viejas hojas. Las velas se gastan al mismo tiempo que la noche. Se levanta el fresco del amanecer, que limpia el alma y riega de recuerdos. No hay nada igual. Levantarme y huir de casa aprovechando que ni siquiera hay luz. Sentarme y sentir como los rayos del sol lentamente avanzan para acariciar cada centímetro de mi piel.

Mis mil mundos incompletos, mil personajes esperando a conocer su futuro. Todo ello lo baña el sol, la luz del mundo, la luz del conocimiento. Amanece un nuevo día, y espero a conocer un futuro incierto, inquieto y deseable a la vez.

Todo

Aún sigo sin poder creerlo. Todavía no. Pero pronto llegará la rotunda realidad.

Sigo sentada, observándola caminar. Contemplando como se fue, con montones de palabras que seguirán en mi cabeza durante mucho tiempo. Palabras que no acabarán de tener sentido para comprender lo ocurrido.

Aquellas manos tiernas. No acariciabas solo el rostro, también el corazón. Caminar alegre que invita a la risa. Tu risa, que invita a la felicidad. Nada comparable el sentir como me buscabas para sentir protección.

Ahora caminamos solas. Miro hacia atrás. No podía haberlo imaginado. O tal vez sí.
Supongo que todo acaba alguna vez, pero no imaginaba que fuera así.

martes, 20 de julio de 2010

Infierno gris

La incertidumbre atenaza el corazón, también mis manos a la hora de actuar. Mirando por doquier a todos lados, sin encontrar un alma que quiera dedicarme una mirada. Todo gris. Mis manos teñidas de sangre es lo único que puede verse con claridad en este mundo de penumbra. Cuerpo inerte, a mis pies. Ojos vacíos, hacia mí. ¡Y sin saber siquiera por qué! Acusación injusta a aquel que ni siquiera se atreve a mirar al pasado, el abismo del olvido es demasiado profundo.

Soledad y olvido. Soy un fantasma en esta maldita ciudad, nadie es capaz de verme, de mirarme. Las lágrimas caen con violencia sobre el duro suelo durante mi carrera. Maldita soledad, maldito infierno de penumbra.

Allá, a lo lejos, veo color. Una mirada intensa, y a la vez perdida. Sus manos, al igual que las mías, teñidas de sangre. Mirada asombrada, parece haberme visto... haber visto a un igual. Sobre su figura, la sombra de la vida que arrebató. Siento entonces, percibo la presencia oscura que sigue mis pasos. Incansable, sus ojos cerrados, una simple bruma que asemeja a la joven que ahora debate su alma entre los infiernos.

Vuelvo a mirar a mi igual. Todavía permanece quiero, mirándome con auténtico horror. Ambos emprendemos la huida, a sabiendas de que jamás dejarán de perseguirnos.

domingo, 18 de julio de 2010

Premamá

Las heridas de flecha aún dolían cuando desperté, aún así mi primer pensamiento fue saber de los niños que iban a ser acogidos y mis compañeros Petirrojos. Gracias a... los cielos, todos ellos estaban bien.

- Debería evitar las heridas en su estado - dijo una voz cercana - Especialmente cerca de su vientre.

Fue aquel amable señor que había curado y vendado mis heridas quién me informó de que todos mis compañeros y protegidos se encontraban bien. Me hizo tender sobre la cama, y me dediqué a observar mi entorno. Una habitación alumbrada por una chimenea, en la que mi anfitrión se dedicaba a contemplar las llamas.

Pero, un momento... ¿que estado? ¿Qué quería decir aquell? ¿Qué significaba?

- ... ¿Que estado?

Mi anfitrión, cuyo nombre desconocía, cosa que ahora me parecía bastante irrelevante, me miró perplejo.

- ¿QUE ESTADO?

- Está usted embarazada, ¿no lo sabía?

Negativa con la cabeza.

- Pues entonces... ¡felicidades! Procure descansar y evite...

Yo ya no oía nada más. Volví a tumbarme, ya que a la excitación me había vuelto a incorporar.

Iba a tener un hijo... y yo era incapaz de concebir todo lo que ello conllevaba. Sin duda, un montón de cosas maravillosas. ¡Iba a ser mamá! ¡E iba a tenerlo junto a Noxel! Recordé entonces las lecciones sobre la familia a Lois... si yo era su tía... ¡Isaac iba a ser tío a la vez! Lamenté profundamente (una vez más) su marcha. Habían quedado muchas cosas por contar, por compartir... muchas miradas inquietas hacia Lois y hacia el cielo. O aunque fueran gestos del día a día. Pero faltaban.

Pero yo iba a hacer bien mi trabajo. Cuidaría bien de su bien más preciado, su hija, y ahora, también del mío.

jueves, 15 de julio de 2010

Decide

El café empieza a enfriarse, a la vez que la tarde. El sol cae y cada vez me es más difícil ver los rostros de aquellos que pasan por mi lado. He gastado los recuerdos recientes en los que nos vimos. Encuentros esporádicos y pequeñas cenas en las que apenas intercambiabamos palabras. También los recuerdos de antaño se resumen en pocas horas. Demasiado pequeñas para recordar todo salvo momentos puntuales: momentos inquietantes o sorpresas inimaginables.
Y fue entonces cuando todo pasó. Abrimos los ojos a la realidad, a nuestra realidad. El espejo se quebró. Nuestra propia casa se convirtió en un lugar extraño, sin que nadie pudiera saber si realmente pertenecía a todo lo vivido.

Quizás algún día podamos sentarnos y hablaremos abiertamente de todo lo sucedido. Pero no es válido huir, tampoco rechazarnos por lo que es condenable según aquellos que creen ver toda la verdad. Abre los ojos, de nuevo. Habla, comparte, aprende, mira. Y entonces, solo entonces, decide

martes, 13 de julio de 2010

Todavía sin nombre

Hoy se retrasa. La luz del sol baña las calles cerca del atardecer, de la huida del astro rey. Las hojas de mi libro ya están gastadas, torturadas por el veloz pasaje de mis dedos sobre ellas. No hay mejor combate para el aburrimiento y el tedio de la espera que un buen libro. Cada vez estoy más cerca del final, por eso a la vez deseo que llegue y que se retrase un poco más. Recuerdo el día que lo conocí, y me sorprendo traslandándome dos años atrás... ¿tan rápido pasa el tiempo?

Crecemos y evolucionamos juntos, viendo como personas importantes vienen y van. Por dentro clamo que, los que se queden, lo hagan por mucho tiempo más. Pero triste es ver que un día despiertas y no los ves en tus fotografías más recientes. Despiertas y no recuerdas la última vez que te dejó una llamada, aunque solo fuera para saludarte o contarte lo último que le ha hecho reír.

Pero él sigue ahí, llegando más tarde o más temprano, quizás retrasado por alguna caída, pero siempre rondando la misma hora. Con la mirada perdida, ensimismado en sus pensamientos. Casi siempre atento a tus ojos, o a tus manos. Y expresando algo que nada tenga que ver con lo hablado.

Mi amigo, que siempre llega con el atardecer. El chico del monopatín.

sábado, 10 de julio de 2010

Imagina

Imagina arrancar tus miedos a cada paso.
Imagina olvidar los malos recuerdos en cada sonrisa.
Imagina soñar que todavía queda esperanza.
Imagina que todavía queda un futuro para nosotros.

jueves, 8 de julio de 2010

Alienados

Caímos en un mundo que nada tenía que ver con el nuestro, nos sentíamos perdidos en aquella nueva dimensión. Aunque desconocidos, todos los allí presentes compartíamos el mismo temor, y nos ayudaba a no sentirnos tan solos. Ni siquiera poseíamos el recuerdo del hogar, estabamos despojados de toda esperanza de regreso. No había tiempo para ello.
Iniciamos una carrera desesperada al adentrarnos en unas cavernas cercanas. Largos corredores en los que cada paso en la oscuridad podían significar la muerte. Pero ninguno de nosotros cayó. Nuestra urgencia era tal que ignorabamos todo peligro, y eso podía hacernos casi invencibles.
Vimos entonces el resultado de nuestra urgencia: ciudad inundada, sumida en la desgracia y la destrucción. Incontables cuerpos surgían a la superficie. Algunos vivos, recurriendo a sus últimas fuerzas para escapar de la corriente de agua. Tantos otros, inertes, convulsionandose ante la falta de oxígeno bajo el agua. Ignoré a los niños que permanecían completamente quietos, aunque después resurgiera el recuerdo con el doble de dureza. Pero a nadie podría ayudar si me derrumbaba ante la muerte de nuestra esperanza, la esperanza de la humanidad. O lo que quedaba de ella. Perdí la conciencia de mis actos, aunque seguía en movimiento.

Horas después, me sorprendí sentado frente al lago, donde todavía descansaban algunos cuerpos. Los gritos y llantos fueron la nana de aquella noche, en aquel mundo extraño al que no pertenecemos.

lunes, 5 de julio de 2010

Guerra interna

Desvelo. De nuevo, los disparos en mitad de la noche. Los malditos tiroteos sin sentido de las bandas urbanas. Esmerándose en destruir nuestra existencia ya mermada por la guerra con los países vecinos. Las noches no son tan oscuras desde entonces: las iluminan las bengalas, en busca de nuevas víctimas que se aventuran en la oscuridad buscando una salida de la ciudad muerta. Yo todavía permanezco aquí, en las ruinas de lo que fue mi hogar, esperando que todo acabe.
Las voces amplificadas desde los caminones blindados todavía dan pavor. Prometen victoria y un nuevo sistema. Simplemente quieren erigir un imperio de entre las ruinas.

Pronto habrá que huir. Todos tenemos miedo a la muerte, y no quiero acabar mis días pidiendo auxilio entre las ruinas de este edificio, sin que nada ni nadie pueda ayudarme; ni siquiera escucharme.

sábado, 3 de julio de 2010

Invasión

Hoy he cambiado mi escritorio de lugar. Ahora mira hacia la pared.
Me gusta girar la cabeza y ver el atardecer.
Me gusta girar la cabeza y encontrar dos mundos diferentes junto a mí.

Me invaden los libros

miércoles, 30 de junio de 2010

Catacumbas

Encerrada en las catacumbas de mis sueños, el agua fría hiela mis pies. No veo salida alguna, no hay nada de luz en las profundidades. Sin embargo, no estoy ciega en esta oscuridad. Serpientes, hebras del recuerdo que acechan en cada esquina. Estos muros, gastados por el paso del tiempo inclemente, amenazan con caer a cada instante. Intranquilidad. Jugamos a ser adultos cuando eramos nada más que niños. Mis huesos quebradizos, hasta ellos ha logrado llegar el miedo. Simple humana soy en el gran misterio de la mente. Estoy perdida

sábado, 26 de junio de 2010

Arrancándolos

Amanece. La bruma y el rocío bañan las calles, ahora vacías, más muertas que en la propia muerte del día anterior. Nada comparable. En la duda de la misma existencia, solo entonces podemos determinarla con gran certeza. Busco libros en los que hallar una máxima, una gran regla en la que basar mi vida, atenazada constantemente por un miedo indecible, irracional. Mis recuerdos que se han convertido en crueles torturadores.

Mi propio ser cambia, mi cuerpo, en el paso de las eras. Perdí hace eones la cuenta de las vidas que han pasado por mi ser. He sido mil y un entes en todo lo que puedo llamar mi existencia. Lo único que permanece es aquella voz infantil cantando a mi oído en una lengua atemporal y a la vez incomprensible. En los libros está mi salvación. La víspera de la muerte en una sala, con frugal decoración, eso es lo de menos. Contemplando las llamas, abrigando el alma en sus últimos momentos. En completo silencio.

Sigo caminado. Aciaga noche, oscuros pensamientos. Ahora canto, en voz baja, llamando al sol para que aleje mis miedos

viernes, 25 de junio de 2010

Muerte al orgullo

Gastada la armadura, rota la espada, volvemos a nuestro recién conquistado nuevo hogar. Las heridas terminan de sanarse entre el suave rumor de la ajetreada muchedumbre, abajo, en las calles de nuestra ambicionada ciudad. La caricia de las suaves pieles en el lecho incitan al merecido descanso. Nuestro imperio se expande, y veo desde las altas torres como mis ejércitos conquistan todo el mundo conocido. Incluso más allá. Pero no pienso abandonar mi trono. Los sabios hechiceros y las pérfidas brujas han visto mi aciago destino lejos de mi nuevo imperio. ¿La gloria y la eterna fama? ¿La furia de los hombres hacia su propio rey?
Augurios, oscuros augurios. Todo ello puede quedarse en un futuro incierto.

Mi nuevo imperio, como la Ciudad de Oro Azul como capital, será la nueva luz de esperanza para todos los tiempos venideros. Con todos los tesoros construidos y aún por construir. Nuevas alejandrías, jardines flotantes, con un largo historial de reyes en decadencia. Pero eso se acabó.

Ha llegado el gran Alejandro, el rey de toda Asia

lunes, 21 de junio de 2010

Tomar el lápiz

Hoy tampoco podré descansar. Un nuevo grito ha roto la noche, exclusivamente para mí, ya que solo yo puedo oírlo. Exclaman vorazmente en dos dimensiones totalmente diferentes, pero siguen ahí. Sobre el papel y en el interior de mi mente. Mis personajes, bendecidos con una vida y malditos por una impaciencia insufrible. Por ello gritan, suplican conocer su próximo destino, su futura desgracia o su merecida recompensa. Al fin y al cabo, tienen anhelos. Y aunque ficción, tienen, como nosotros, algo que contar.

martes, 15 de junio de 2010

Rayo

Nos retiramos en un templo abandonado para descansar. Bajo los ojos de los dioses olvidados, siempre prestos a hacer un examen de conciencia, y después, descargar fútiles castigos a los simples humanos. En ocasiones, parecemos incapaces de aprender sobre nuestros errores. Pero seguimos caminando.

Eramos guiados, por encima de todo, por la esperanza de hallar algo nuevo, un aliento de vida hacia la esperanza. Mis compañeros de viaje miraban al suelo, a las llamas a momentos, ausentes y desamparados. No supe transmitirles la fuerza que me impulsaba a seguir adelante.
Tan solo en sueños pudimos avistar, como por roce divino, el camino a seguir. Ese rayo de esperanza a menudo implorado y eternamente anhelado se presentó ante nosotros.

Un nuevo brillo quiso iluminar nuestras miradas, para conquistar nuevas esperanzas

jueves, 10 de junio de 2010

Piedra sobre piedra

Suspiro en la oscuridad y el silencio. Permanecer unos instantes abrumado por mis fobias me parecen un buen castigo por mi hipocresía. Pero no podría ser suficiente, no podrá serlo jamás. Mi vanagloria está en la destrucción y la creación en una misma jugada. Lo que siempre deseé, a cambio de la felicidad ajena. Y no hay manera de saber si aquello estaba destruido de antemano o fui yo el que terminó por derribar la última piedra.

Poco a poco, casi a ciegas en la oscuridad, voy dejando que las luces tomen posesión del pequeño salón. Despojándome de las prendas de abrigo, enciendo un cigarrillo, prácticamente para obsevar como se consume por sí mismo. Y espero. Me alejo del mundo sensible para alojarme en el mundo de las ideas, y espero. Por fortuna, conozco la fórmula para regresar. No depende de mí. Son sus manos en mis hombros lo que me hace regresar, despacio. Siento su pena, como un ente de emociones palpitantes abrazado a mi espalda. Siempre ha sido muy sensible, y temo que esto la supere.

Hace dos noches que duerme aquí, siendo abrazada por mí y por el temor a un futuro incierto, alejado de sus hijos. Invadida por la pena de ver destruido un matrimonio de quince años. ¿Por mi mano? No lo sé, pero en cierto modo, puede ser igual de doloroso para los dos. Lo siento por los pequeños, que todavía no entienden porque su madre se marcha de casa mientras ellos se hacen los dormidos. No tan pronto.

Silencio en las calles. Ahora no sé como podré mirarle a la cara, después de robarle a su mujer. Cuando descubra quién soy, bien podrá darme por muerto. Siento su llanto sobre mi pecho, mientras sueña. Ella ha perdido una familia, yo he perdido parte de ella: mi hermano.

lunes, 7 de junio de 2010

Rota

Girando. El lápiz entre mis dedos, girando. He perdido la conciencia del tiempo que llevo así. Realmente, he perdido la conciencia de mi cuerpo, mis actos y todo lo que me rodea. Podría decirse que es mi subconsciente el que habla y escribe por mí. ... ¿Cómo demonios ha conseguido mi Ello atravesar lo inmaterial? No importa, solo necesito que gire. Mi pequeño molinito que da vida a mis ideas. Una pequeña brisa entra por la ventana, removiendo los papeles sueltos que habitaban mi escritorio. Vuelan, como deberían hacer mi maravilloso pincel sobre el lienzo. Pero se resiste.
Aquel pajarillo incrédulo a la genialidad no deja de revolotear sobre mi cabeza. A veces desearía que fuera la mejor pieza de mis cazas. El mejor de los lugares para aquellos que niegan y entierran el más mínimo asomo de virtud.

Por fin empiezo a sentir algo de movilidad. De mis ojos se despeja la niebla del pensamiento profundo. Mis pies, sobre la mesa y asediado de libros. ¿Amigos o enemigos? Mi cabeza da vueltas y caigo hacia otra dimensión.

Dolor de cabeza. El suelo frío. Mi otra dimensión resulta ser mi silla rota. Nueva idea

jueves, 3 de junio de 2010

Infortunio

"Mi dulce niña..." pensó casi incoscientemente.

La observaba caminar, contemplando el leve movimiento de su pelo al roce con la suave brisa. Pero pronto tuvo que dejar sus contemplaciones. Voces conocidas, que pertenecían a su pasado. Permanecían a su espalda, y siempre en su pensamiento. Quiso ser discreto al volver la mirada y mirarlos. Las emociones pasaron por su corazón a la misma velocidad que la brisa. Permanecieron unos instantes, después se marcharon. Tenía que continuar, pero sus pasos se hicieron tan difíciles como dejarlos atrás.

A ello se sumó una de las imágenes más terribles de su existencia: ella, el objeto de su amor, caía desplomada. Atravesada por el infortunio desconocido, no volvería a alzarse jamás con el aliento de la vida. Los dioses habían sido crueles, en sus caprichos y azares, fulminaban incomprensiblemente.

No pudo hacer nada. Sintió desfallecer su corazón. La fortaleza que había llenado su cuerpo se desvaneció, permanecía en pie al lado del hermoso y joven cadáver. Miró al horizonte, mirada perdida. En aquellos ojos claros, el brillo intruso que había poblado su vida se extinguió. Como una llama.

domingo, 30 de mayo de 2010

Música, maestro

Despertó de pronto, sobresaltado, volviendo a la realidad con la misma celeridad. Como una vieja computadora conectando todo el sistema. Contempló su viejo piso, desordenado hasta límites insospechados para el hombre. Todos aquellos papeles sin ninguna importancia para el ajeno a aquel mundo. Un mundo que se resumía en aquellas cuatro paredes. Allí dentro estaba la armonía, la belleza. Y era perfecto, perfectamente adictivo.

Todo aquello lo componía el vértigo del vacío. Sentirse vacío de todo, sin saber como empezar a llenar aquel todo. Sumergirse en una vorágine de incertidumbre e inspiración traída de los mismos cielos, hasta que una aplastaba a la otra. Y era aquella sensación de victoria de esos dos extremos lo adictivo. Era entonces el momento de abandonar o abandonarse al piano y a las partituras. Aquel mágico momento, eterno, era la sensación de su vida. Por ello vivía, nada más necesitaba. Sonrisas incoscientes y lágrimas suicidas se precipitaban en su rostro. Sin ningún control.

Hasta que llegaba la noche, para mirar las estrellas.

lunes, 24 de mayo de 2010

Reflejo de hielo

Nos habíamos escondido en alguna caverna perdida de la gigantesca montaña, intentando buscar algún resguardo del azote de nieve y viento. Pero ni siquiera servía. Al menos la oscuridad contrastaba en la blancura cegadora. Ahuyentabamos las maldiciones y quejas entonando viejos cantos de guerra, cargados de sentimiento y pesismismo. Pero las batallas del pasado solo nos traían eso, una increíble carga contra la esperanza, como las tropas enemigas sobre nuestras enflaquecidas defensas. Por fortuna, la Guerra había terminado hacía años, aunque todos lo recordábamos como si fuera ayer. No importaba la poca memoria que pudieses tener. A partir de la niñez, bien podías conservar la marca de la destrucción. Ahora podemos elegir nuestro destino, nuestra muerte.

Habíamos perseguido a aquella condenada e infernal bestia, malherida y vencida hasta el momento, y por eso nos hallábamos en la montaña. Para el bien de la aldea, unos pocos debían sacrificarse para evitar desastres mayores. Los recién llegados, tan solo unos meses atrás, nos acompañaban también. Intentaban amoldarse a la dura vida en las estepas, y los mayores no vieron mejor oportunidad para que aprendieran que esa misma. Por eso me encontraba allí, a mis pocos años.

Amanecía, y tocaba marchar. Nada más despertar recordé a los que habíamos perdido en la lucha en el río. Un muchacho y su madre, junto con uno de los recién llegados. Ahora que se los ha llevado el río, está prohibido pronunciar sus nombres. Seguimos adelante, olvidando y cantando al paso. No miramos atrás, el vértigo es nuestro peor enemigo.

Largos corredores de hielo, que hacen de espejos sobre nosotros. La mayoría evita mirarse, para no ver lo maltrecho de nuestras apariencias debido al viaje. Acampamos, asegurándonos a conciencia de que no haya cuchillos de hielo sobre nuestras cabezas. A nadie le gustaría despertar escuchando los gritos de su compañero, siendo atravesado por aquellos filos mortales. Fui el último aquella noche en tomar el lecho y descansar.

Mi curiosidad se despertaba intentando entreveer los corredores que se ocultaban bajo aquellas paredes de hielo. El iceberg en el que nos habíamos ocultado era gigantesca, pero hacíamos caso omiso para no ahuyentar al valor. Quizás me vencía ya el sueño, pero creí ver ante mi la figura de una mujer. Sorprendido, fue tan brusco mi movimiento que la perdí. Busque y tanteé, hasta que volví a tenerla frente a mi. Su cuerpo cubierto de pieles, como protección al frío, no mermaba su belleza. Alguien se despertó, y me llamó por mi nombre. Quise mostrarle el prodigio que descubrió, pero aquella hermosa imagen, dotada de vida propia, me instó al silencio. Obedecí, había sucumbido a ella, a aquella imagen que pronto desapareció pero no de mi memoria.

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Recuerdo ahora, en mitad de la nieve y la sangre, aquella imagen. Me da fuerzas, y no sabría decir por qué. Cerca de la cima, hemos alcanzado la guarida de la bestia. Oímos su furioso rugido, y resistimos la tentación de lanzarnos al vacío para huir de tan escabroso final. Sus garras hacen terrible eco contra las montañas, y ya vemos su cabeza. Un nuevo alarido con el que salta hacia nosotros. En picado. Lanzas en ristre, y nuestras viejas armas de fuego que poco pueden hacer. Pero aguantamos. El dragón pronto se cernirá como la sombra de la noche. Nos enfrentamos a la muerte, la propia o la del miedo. Pero bien pueden ser la misma muerte

viernes, 21 de mayo de 2010

Look at this photograph...

Pasar toda mi vida con una cámara en las manos había sido mi salvación. No hablo de físico, más bien mental. Aquel cristal sobre el que posaba mis ojos en el mundo era mi amortiguador ante unasrealidades demasiado cruentas.

Mamá insistía en que no fuera, no podía asimilarlo de ningún modo. Mis hermanas estaban lejos, demasiado ocupadas en su vida familiar o en sus estudios. Papá en seguida se apartó de la situación. No abrió la boca durante horas, ni siquiera para dar las buenas noches, costumbre a la que no faltaba jamás. Pero no cejaba en mi empeño. El marido de mi hermana mayor me abordó en cuanto se enteró de aquello: acudieron a casa con una celeridad no vista en meses. Todos intentaban retenerme en el hogar, demasiado asustados, pensé, para comprender que había llegado mi momento para lanzarme al vuelo de la vida.

No podía esperar. Todo eran nuevos horizontes, todo se convertía en un nuevo objetivo para la lente de mi gastada cámara de fotografía. Mi destino era directo, el motivo de la gran preocupación familiar. Al principio observaba a los soldados en sus quehaceres cotidianos. Actividades tranquilas, adiestramiento que podía dar un buen ejemplo de la disciplina militar. Pero pronto comenzaron los disparos. Las bombas. La sangre. Aquello me horrorizó de un modo totalmente peligroso: quedé inmóvil en mitad de fuego abierto. Gracias a un soldado salvé la vida. Corriendo para ponerse a resguardo, tuvo la genial idea, maravillosa para mí, de agarrarme y llevarme a zona segura. Todo lo segura que cabía dentro de aquella situación.

Sonreímos levemente, hasta que volvimos a recordar los disparos sobre nuestras cabezas. Corrimos para volver con la compañia, en posición más aventajada para la supervivencia común. No volví a encontrar al soldado que me salvó la vida, salvo dos días después. Estaba tendido, bocabajo, con los ojos abiertos y la mirada muerta. Bala perdida, dijeron después.
No sé de donde saqué el valor para fotografiar su cuerpo muerto. Tan solo su mano, que permanecía cerca de su rifle, en un eterno y vano intento de volver a sostenerlo con la firmeza de la vida. La firmeza con la que se aferraba a su vida. Después, volviendo a revisar las fotos, vomité ante aquella imagen. Había cometido algo sucio, manchando la imagen de aquel cuerpo, sin saber dónde acabaría. Pero era mi trabajo, y no podía fallar a mi fiera determinación. Aquella cámara era mi salvavidas hacia la locura.

jueves, 13 de mayo de 2010

Las Cuevas del Drac

Eramos valientes, eramos intrépidos. Habíamos sido pacientes, esperando la reapertura del gran tesoro de aquel lugar: las Cuevas del Drac. Nos adentramos como exploradores en la selva virgen, armados hasta los dientes de potentes cámaras que fueran capaces de memorizar lo que nuestras mentes no tendrían fresco a lo largo de los años.

Piedra resbaladiza, oscuridad alrededor. Nuestro pequeño grupo avanzaba intrépido, expulsando hacia las cuevas un sentimiento de expectación y asombro. Aquello prometía ser inolvidable. El guía, en cambio, parecía inquieto. Cuidaba mucho sus pasos y el nivel de su voz. A menudo oteaba por los grandes corredores que debíamos seguir a continuación. A medida que avanzábamos, esa inquietud sea hacía creciente y notable.

No cabía en mi asombro, y mis hijas tampoco. Aquella isla había sido el mayor paraíso conocido en sus cortas vidas. Las sonrisas y miradas eran agradecidas, y yo no podía pedir regalo mayor. Y por fin, nos aventuramos a conocer aquellas cavernas.

Habíamos descendido a la cámara más amplia en la que se permitía visita. Ni en los mayores castillos había podido contemplar semejantes dimensiones. Todos bocabiertos, todos con el valor mermado ante aquel poderío. Pero nada nos habría podido preparar para aquello.

Sentimos la vibración de la tierra, rítmico, furioso. Las colosales cámaras comunicadas nos dejaron a merced de la desgracia: el habitante de las cuevas había aparecido, deshecho en furia por ver su hogar asaltado. La naturaleza acaba reclamando su sitio. No eramos valientes, eramos necios. No eramos intrépidos, eramos cadáveres. El dragón se cernió sobre nosotros, incapaces ni siquiera de correr. Lo lamenté por mis hijas. Aquella aventura se había tornado en la final.

lunes, 3 de mayo de 2010

Aracoeli

Tenía en su poder una fuerza descomunal e inimaginable de controlar. Era realmente tarde en la noche, de aquellas en las que nada sirve el reloj. Tan solo la oscuridad impenetrable del cielo. Como teníamos costumbre hacer, nos sentabamos en las aceras, mientras una multitud de transeútes caminaban. Otros tantos iban a toda velocidad en sus bólidos de la muerte, intentando seguir el ritmo que les imponía la noche. Jamás lo conseguirían.

Aquel estilo totalmente informal con la que vivia su vida, era lo que realmente podría atraer a la multitud. Pero aquel mismo encanto era lo que la hacía intocable. Una mirada cansada, pero todavía viva. Ella no se rinde. Ni ante la multitud, ni ante nuestra pobre situación, ni ante los niñatos borrachos que nos gritan desde la distancia. Nuestra vida nos hace fuertes, nos hace hermanos.

Esta noche trae como compañía unos cuantos botellines de cerveza. Supongo que se alegra de verme, después de unas semanas desaparecido. Su mirada me considera durante unos instantes, tierna y a la vez distante, con un cariño lejano. Después coge un botellín y comienza nuestra pequeña celebración.

Y como siempre, ante mi pequeño apretón a modo de abrazo, es rechazado por un empujón. Cada vez son más leves... debe de estar acostumbrándose

sábado, 1 de mayo de 2010

Briggs

Escucho a los hombres maldecir cada cinco minutos, y para nada les culpo. Sienten el frío hasta en los huesos mientras esperamos en este rincón perdido en el mundo. Donde la nieve es como el sol y la luna en el cielo, porque parece que nunca cesa. Desde que nuestra expedición quedó en un punto muerto (debido a la muerte por congelación de nuestro capitan y algunos otros soldados), estabamos encallados en aquel lugar. Caminar era el único modo de continuar vivo. Hasta que encontramos la fortaleza.

Aquello bien se nos pareció un castillo de civilizaciones perdidas. Aquel asombro actuó como una maza que golpeara nuestras piernas, como si hubieramos recorrido doblemente el camino que nos llevó hasta allí. Acampamos, con gran imprudencia, refugiándonos en un pequeño paraje donde cobijaban los árboles. Rezaba a todos los dioses conocidos por volver a ver de nuevo la claridad del día.

Me despertaron gritos atenuados. Levanté la cabeza y encontré a mis compañeros siendo capturados por desconocía quién, pero su actitud no era para nada amistosa. Me alcé en un intentó de rescatarlos, aunque sabía que era inútil. Un fuerte golpe en el mentón acabo por convencerme del todo. Caí sobre la fría nieve, aturdido. Recuperando la buena visión, ante mí se encañonaba una pistola. Y su portador era más un gigante que un hombre, con una sonrisa mordaz que me paralizaba más que el arma.

- Estás realmente lejos de casa... soldado...

jueves, 29 de abril de 2010

A ti me encomiendo

¿Quién no soñó alguna vez que navegaba, libre el cielo de cualquier obstáculo para contemplar su infinita belleza? En el mar no existen horizontes, se derriban a cada nuevo embarque. Por eso viajo hacia el infinito, constantemente, bajo las órdenes de nuestro capitán.

En algún puerto recibo las cartas que me envían mis queridos amigos y familia. Son un aliento para continuar adelante. Sea cual sea mi destino y final, podré reunirme con ellos. Algunos siguen insistiendo en que regrese, que todavía puedo olvidar mis sueños, volver a tierra y sentar la cabeza con alguna mujer. No pueden entender que me ahogo en la tierra, un suelo demasiado firme bajo mis pies.

Pero ahora, mi gran sueño de libertad y vida en el mar se ha difuminado un poco. En esta ocasión es la batalla lo que me aleja de casa. Importantes banderas se hanzan de entre la arboladura, orgullosas. Hasta que no caigan en manos enemigas no cesará el combate.
El capitán posa sus ojos sobre el mapa, aunque no es del todo necesario. Todos podríamos predecir cual será el punto de encuentro. Una guerra encubierta en la que nosotros conocemos nuestros objetivos, pero desconocemos quién nos aniquilara con sus cañones. Un fuego cruzado en completo caos y muy pocas esperanzas de sobrevivir.

Nuestros hombres se han encomendado en cuerpo y alma a sus dioses, porque no sea muy lejano el encuentro con sus familias. Ojalá que no vacilé al disparar, que no tiemble mi pie en emprender el camino a casa.

Ya vemos la costa, el pequeño y desafortunado pueblo que será víctima de nuestro egoísmo. Pronto teñiremos estas aguas con nuestra sangre, y sembraremos el llanto y la muerte a este pequeño rincón de paz.

miércoles, 28 de abril de 2010

¡Una más!

En algunos momentos tenemos que dejarnos llevar, como si del viento se tratase, por la magia de algún lugar. Cansados al volver, pero con una gran sonrisa de satisfacción. Hemos sido reyes por un escaso tiempo, ¡pero que grande! Todos hemos sentido la magia, la emoción por hacer algo en lo que nos hemos dejado la piel. Hemos sido uno con el escenario

Que gran festín, que gran momento, que gran estreno, que gran familia

^^

miércoles, 21 de abril de 2010

Las puertas a un paraíso

Nos atrevimos a pisar el límite del miedo, ignorando la presa que hacía en nuestros corazones, en un último intento de hacer acopio de sentido común. No funcionó, ni aunque fuera por nuestras propias vidas. Habíamos huído de casa, cada cual con sus motivos o sin ellos. Gozamos durante nuestro momento de gloria aquella libertad robada. Y quedaban lejos ya los gritos en los que rogaban que volviésemos a casa. Solo unos pocos verían satisfechos su deseo.

Los campos verdes eran nuestro lecho, el cielo oscuro nuestro refugio para las ideas que a la espera del sueño acosan la mente. Éramos niños jugando a ser mayores. Hasta que aparecieron los lobos. Demasiado fieros, demasiado astutos para ser solo lobos. Esperaron a que advirtiésemos su presencia para cercarnos y dejarnos sin salida. Solo yo fui consciente del gran peligro. Ellos no querían abandonar aquellos jardines que auguraban nuestra muerte. Cedieron por fin y comenzaron a caminar, como en una pesadilla en la que se es consciente del gran peligro, tan solo para el soñador.

Intetaba volver a casa, pero no me dejaron. Sobre mis piernas se lanzaron para hacerme caer. Después sobre mi cuello, liberando mi sangre sin control. Me hundí para siempre en las tinieblas, sería su festín durante, al menos, una noche.

lunes, 19 de abril de 2010

Elección

Añorando una vida que jamás he sentido mía, a la que nunca antes he tenido apego, por la que jamás luché para conservar. Hemos combatido en el infierno donde llueven flechas que no distinguen alma pura de impura. ¿Quién nos ha dotado jamás para emitir juicio sobre la vida ajena? ¿Cómo evitar que caigan inertes sobre la dura piedra? Criaturas celestiales, demoníacas y humanas comparten un mismo rasgo: un intachable egoísmo. No han dejado de evidenciarlo en cada uno de sus pasos.

Y ahora, elegir. Una vida irreal, cubierta estoy de ensueño, de mentira. Una ilusión en la que puedo discernir cada detalle que diste con la realidad. Nos esperan fuera, dice Isaac. ¿Por qué no puede ser esta mi realidad? Un proyecto que solo ha servido para arruinar nuestras vidas.

Quisiera despojarme de mis propias alas para poder volar con una verdadera libertad. Quisiera poder haber escogido mi propio camino, mis propios errores, mis propios tropiezos. Haber guíado mi vida como todo humano puede hacer.
Nos brindan la vida y el paraíso. Dudo que haya retorno, y es imposible tomar parte de los dos.

Quiero entregarme en cuerpo y alma a aquel al que decidí entregar mi corazón, sin temor a la condena. Quiero sentir como me hundo entre la multitud y ser una más. Solo una más

domingo, 18 de abril de 2010

La Invasión

La lluvia golpeaba nuestros rostros, incansable. Nuestras coberturas parecían ya inútiles ante aquel mal tiempo. Habíamos descartado la posibilidad de ver de nuevo el sol. Nuestro pan de cada día eran las muertes, los gritos de desesperación, las mujeres, convertidas también en soldados, guardando su llanto para los momentos de soledad.

Atrapados en una ciudad que había perdido la vida. Devastada y abandonada. Los civiles habían huído prácticamente a pie, pues los combates se produjeron inesperadamente. Los bombardeos desde el aire destruyeron las viviendas y los cuerpos de los que dormían apaciblemente aquella mañana. Terror e histeria. La mayoría ni siquiera pudo salvar a sus hijos. Caían en el camino, pues el enemigo invasor no diferenciaba civil de combatiente.

El combate abierto ha acabado, y ahora solo podemos ver escaramuzas allí y allá. El enemigo se adentró en los subterráneos y catacumbas de la ciudad. Solo debemos aguardar a que se decidan a salir, como ratas. Y yo debo advertirlos a todos. En lo alto de la torre, mi mano no debe temblar al disparar mi rifle. La mira está muy maltrecha, pero eso no me impide acertar.

Todos lloramos en nuestros pequeños rincones. Aquí arriba hace frío, hay tiempo para pensar.
Esta mañana solo van tres cascos enemigos, demasiado pocos

miércoles, 14 de abril de 2010

Soldados de plomo

Nos despertamos como si de bombas sobre nuestra ciudad cayeran. Aturdidos y asustados, mi hermano y yo saltamos de la cama buscando a nuestro alrededor el foco del bombardeo. Pero no vimos luces por las ventanas, tampoco nuestros padres habían corrido para ponernos a salvo en el refugio. Nadie más parecía haberse visto sobresaltado por la pequeña guerrilla que se desarrollaba en algún lugar, todavía no sabíamos donde. La guerra era una realidad, pero ya quedaban lejos los campos de batalla en mitad de la ciudad.

Mi pequeño hermano empezamos a buscar el origen, extrañados y curiosos, pues habíamos reemplazado el miedo. Bajo las camas, en los pasillos, en las calles bajo nuestras ventanas. Nada. Hasta que por último acudimos a nuestro baúl, y resolvimos el misterio para resolver uno mucho mayor. Nuestros soldados de plomo, nuestros pequeños batallones en miniatura, combatían con ferocidad en el pequeño espacio de madera. Con pasión, sin rendirse. Caían algunos, para volver a levantarse. Parecía cosa nuestra el haberles inculcado a luchar cada día, sin rendirse, como método eficaz para nuestro aburrimiento. Ya nunca más, después de aquella noche, encontramos roto algún soldadito de plomo. Eran nuestros soldados, y luchaban por nosotros.

Merecen respeto aquellos que entregan la vida en manos de un general de visión suicida

domingo, 11 de abril de 2010

Perdí...

He perdido la cuenta de las veces que he navegado en los mares del otro lado del mundo. De las veces que luché por el amor de una dama que jamás supo de mi existencia. De las veces que disparé un arcabuz robando la vida a soldados, sin sentirlo nunca en mis manos. De las veces que sentí el miedo al hundirme en la selva virgen de Maracaibo. De las veces que perdí el control con el alcohol en la Tortuga, junto con mis queridos compañeros que jamás me conocieron.

Perdí años hundiéndome en sueños y en libros que me dieron el alma. Años no perdidos, años que me hicieron sentir viva.

jueves, 8 de abril de 2010

Sentido a la vida

Como hojas de papel, mis manos pueden ser igual de hirientes si sostienen una pluma. Es más fuerte que la espada, de eso no cabe duda. Aunque llegado el momento, me arrepentí de volcar toda mi vida sobre el papel y la tinta. Encerrada en el hogar y cansada del repetitivo llamar de mis conocidos, desconecté el teléfono y olvidé la existencia de la puerta. Tan solo necesitaba lo básico para escribir; el resto era secundario.
Un sentimiento narcisista predominó en todo mi ser. Tan solo podía salir en busca de víveres y nuevos materiales para el sentido de mi vida. Pero llegó la desesperación. Mis conocidos y mi pareja rondaban la zona. Se apostaron cerca de mi casa, esperando mis salidas. Mi mejor amigo me descubrió, y me abordó de un modo incluso violento.
Me desembaracé de él sin dirigirle una palabra. Entonces le había perdido para siempre, y nada me importó en aquel momento.

No llegué a percibir el cambio. Supongo que ocurrió mientras dormía, al desfallecer sobre mi escritorio y las hojas de papel. Vi entonces mi sueño cumplido, pero de una forma totalmente opuesta. La suave textura del papel se apoderó de mis manos, extendiéndose hacia todo mi cuerpo. Ya no era humana.

Mi cuerpo era frágil, mínimo en comparación a mi antigua forma. No quise sucumbir al horror al ver mi existencia vacía, como una hoja en blanco. Tomé la pluma y empecé de nuevo a escribir mi vida. Una vez más, perdí consciencia del tiempo. Pudieron pasar semanas tal vez, hasta que no pude resistir más el impulso de salir. Aquel día llovía con intensidad.

Unos pasos bastaron para ver caer el agua sobre mí, pero no sentirla en absoluto.
Unos minutos bastaron para reducirme a la nada. Mi existencia entera había sido reducida a trozos de papel. Vacía, como un papel en blanco, una pluma sin tinta, y sin sangre para escribir.

lunes, 5 de abril de 2010

Luchar o morir

No envidio a los soldados. Tampoco sus armas ni esa increíble sensación de poder al tomarlas fuertemente para disparar. Esta noche soñé que guerreaba, mataba y luchaba por mi vida por una enfrenta que no era mía. Escuchaba la veloz metralla volar sobre nuestras cabezas, impactando en algún soldado amigo. Sentí que los estimaba, a medida que iban cayendo más y más compañeros a mi alrededor. Me extrañé, pues no había visto jamás el rostro de la mayoría. Pero sentí que a cada segundo nos manteníamos con vida mutuamente.

Nuestra trinchera pronto sería abatida, pues quedaban más cuerpos por identificar que soldados propiamente dichos. Quise llorar y gritar desesperado, hacerme oír por encima de aquella locura. Quería escapar de toda aquella sangre a mi alrededor. Y el único modo que me habían instruido era tomar mi rifle y cargar contra el enemigo.

Los veía correr hacia nosotros, como suicidas. Con aquellos malditos cascos a los que debía hacer volar. Disparé sin pensar, casi cerrando los ojos. Hasta que sentí un impacto, como si me ¿desintegrara?

domingo, 4 de abril de 2010

Cruz de navajas

Me arranqué el corazón haciéndome creer a mí misma que sería la única vez, que nada de aquello llegaría más lejos que un simple juego. Al fin y al cabo, siempre quisiste experimentar cosas nuevas, ¿no es cierto? Aquella mañana no quise haberme despertado; sentía en mi interior que todo aquello que habíamos creado juntas, había sido roto por una pizca de aire. Tal era su fragilidad. Un abismo en mi pecho que no me dejaba respirar.

Nos encontramos pocas horas después, y él te acompañaba. Quise ignorar el hecho de que te tomaba de la mano. Poco a poco, me invadió la sensación de ser una intrusa en aquel lugar. Y confesasteis aquel secreto terrible. Surgieron dudas que derribaron las certezas, que dejaron paso a algo nuevo.

Me lancé a correr, intentando olvidar, intentando perdonar, expulsando la negrura y aquel dolor tan intenso que no me dejaría vivir.
Ya no podía saber estaba hundida en la más terrible de mis pesadillas, o atrapada en la simple realidad. No podía entender, no puedo entenderlo.

... Era tan solo un juego, ¿no?

miércoles, 31 de marzo de 2010

Conferencias

Apareció de nuevo, prácticamente abriendo por si mismo la puerta de mi casa, como venía haciéndolo desde el día que nos conocimos. No comprendí entonces por qué toleré esa intrusión, y tampoco lo comprendo ahora. Supongo que aquellos frenéticos discursos conspiranoides me dejaron patidifuso, y me sentí incapaz de pensar en otra cosa.

Después de cinco años, vuelve a hacerlo, con una frecuencia de dos veces por semana, más o menos. Alfred entró por su propio pie antes de que pudiera abrirle siquiera. Por supuesto, había dado constancia de su presencia aporreando mi timbre con crueldad. Ya mismo tendría que cambiarlo.

Me sorprendío más de lo habitual, ya que vestía sus mejores galas. Caminaba encorbado y mesándose la pequeña perilla, cavilando aquellos pensamientos que no me dejarían dormir. Me contó las grandes hazañas de una importante conferencia que estaba a punto de revolucionar nuestro país. Aquellos aires de grandeza, pues se hacía partícipe de ese nuevo orden, no le hacían justicia, pero ya me había acostumbrado.

Me senté con toda la tranquilidad del mundo, a terminar lo que me quedaba de cena, mientras escuchaba su perorata. A veces dejaba de escuchar, otras veces reía.

Pero ni siquiera me percaté en el momento del disparo. Rompió el cristal de la ventana y atravesó el pecho de Alfred. Me escondí bajo la mesa al escuchar muchos otros disparos que chocaban contra las paredes y otros enseres de mi hogar. Tumbado y cubierto, pude mirar entonces la mirada vacía de mi viejo amigo. Parecía que no todos los habitantes de nuestro país estaban dispuestos a contemplar aquel gran cambio. Y no quise creerle.

lunes, 29 de marzo de 2010

Calma

Un fuerte temblor que sacude el corazón, dejándome indecisa y completamente inerte. Palabras que no terminan de cobrar sentido en la distancia, sentimientos que no terminan de asentarse por completo en el corazón. Dudas, temor, ¿final?

Palabras incompletas sin una mirada, sentimientos asentados por una caricia. No puedo permanecer horas esperando una respuesta clara, a que las dudas sean disueltas y que tus mirada que diga "Sí, quiero continuar"

Un abrazo es suficiente para calmar la tormenta, porque aquel abismo era demasiado oscuro y profundo como para salir solo. Porque ya he aprendido a necesitar tus caricias, tus miradas, tu presencia en la noche como consuelo a mis pesadillas.

Tu calor es aliento de vida.

domingo, 28 de marzo de 2010

¿Derrota?

Este antiguo reino sigue necesitando ser reconquistado, y su rey sigue necesitando ser destronado. Abusando de su poder se ha condenado a la vergüenza y al abismo del olvido. Somos el brazo que sostiene la espada guerrera, que sostiene la esperanza de algo mejor para estas gentes, que sostiene las buenas nuevas con la luz del pasado. Somos fuerza de la unidad. Pero esa unidad flaquea cada vez más.

Vontiere se recupera en el mundo real, por el exilio al que se le sometió. Solo ruego que no se prolongue demasiado su ausencia. Pero Alphonse... como ladrón en la noche. Escapó, se fugó, huyó o se acobardó de la gran campaña a la que nos enfrentamos... Pero no está.

Nuestro nuevo rey, nuestro general. Desconozco sus motivos, y también si debo culparle o no. Pero algo me consume, la rabia y la impotencia. Drusila llora, y tanto Bryan como yo alzamos las manos sin saber que hacer. No nos queda otra que continuar solos.

Podemos hacerlo

lunes, 22 de marzo de 2010

Sueños de muerte

De nuevo, tenemos que huir. He olvidado ya las lágrimas que hace escasos minutos apenas me dejaban ver. Sus voces ya no resuenan en los callejones de esta ciudad que ahora es prisión para mí. Quién nos iba a decir que aquel juramento que al principio nos parecía un juego, ahora había puesto en peligro las vidas de todos nosotros.

La última vez que vi a aquel con el que iniciamos todo esto, nos sentenció para siempre. Muchos de nosotros pensabamos confesar aquellos terribles pecados que no acertabamos a identificar como tales. Era nuestra salvación, y la única manera de olvidar todo aquello. Pero no.
Me capturaron, me llevaron a la fuerza a aquel lugar donde reinaban eternamente los rostros de los que sufrían el tormento del cautiverio. Allí estaba él. Le interrogué con la mirada.

¿Debemos hacerlo? ¡Responde!

Negación. La esperanza, mínima por suerte, que habitaba en mi interior, se quebró brutalmente. Me faltaba el aire para respirar: estábamos condenados. ¿Qué habíamos hecho?

Me lamentaba por todo aquello que se convertía en un pasado ya intocable, imposible de acariciar o recuperar. Adiós a mi vida, y a todo lo que significa

viernes, 19 de marzo de 2010

Manos hacia el cielo

Las palabras en el viento nos son inútiles. De nada sirven aquí, bajo el agua. Tampoco sé si lo serán para ti. Todas las palabras derrochadas, en tiernas caricias que son prohibidas. Me pregunto que significa ahora todo lo vivido para ti. La luz llega a mi piel a retazos, en aquellos surcos que la superficie del agua me deja ver.

Se siente tan frío ahora. Acostumbrada al calor de tus manos en mi rostro, aquella leve caricia de nuestros labios. Los segundos se prolongaron hasta la eternidad.

La oscuridad va llegando: se siente venir. Y recuerdo en su llegada todo lo compartido, todo lo que quise entregarte. Ahora ya no estás. Te has perdido en todas las ciudades y lugares que quise vivir, sentir contigo.

El agua inunda mis pulmones. ¿Qué sentido había en permanecer en este mundo? Te lo llevaste todo. Todo. Siento el sueño, eterno. Aunque dudo que me produzca el descanso prometido.

Como una ilusión o vago delirio, te siento conmigo ahora. Igual que en los escasos segundos de nuestro único beso. Tan solo quiero poder sostenerte entre mis brazos, sintiendo que aquella unión de nuestras almas, tal vez ficticia, pudiera ser realidad. Me hundo en la ternura de tus ojos, único testimonio de que aquello fue verdadero. Mirarte, solo quiero mirarte.

Ahora ya no queda nada. Eras la última hebra de mi corazón. Y ahora está rota.

lunes, 15 de marzo de 2010

Heridas de guerra

Llevaba días observándola, desde mi ventana. Quise acercarme incontables veces, y soltar todos los sentimientos que me ahogaban y que me perseguían desde que me marché de su lado. Quise acercarme para explicarle todo aquello que me alejo de su calor, de su tierna caricia cada mañana. De su sonrisa infantil que alegraba a todo aquel que la contemplaba.

Ni siquiera yo, amigo de infancia, comprendí del todo su magia. Una sonrisa, solo eso. Y el mundo giraba por completo.
Por idiota me marché, y ahora he olvidado todo lo que aprendí en el camino. Quizás porque no había nada que aprender. Tan solo quería volver a sentirme en casa, y olvidar todo lo que por desgracia contemplé y ayudé a destruir en la guerra.

El precio fue no volver a caminar.

Y ahora vuelvo a su regazo. Sus ojos nunca fueron capaces de ver un rostro, un color, un movimiento de ajedrez. Por eso ahora no me mira.

Sus manos, entrelazadas de forma leve, se estremecen al sentir las mías.
Su sonrisa vuelve a nacer, y siento que ya he vuelto a casa.

jueves, 11 de marzo de 2010

Pensamientos

El mar se hace inmenso visto desde aquí.
Mis pies cuelgan desde este gran barranco, desde esta gran terraza con vistas a las vistas más hermosas del profundo abismo. Pero no importa lo aterrador que pueda parecerme: tengo que vencer a las dos fuerzas irreductibles que me empujan a huir o a precipitarme en las aguas.

El viento azota todo mi cuerpo, combatiendo contra mi equilibrio. Su atronador rugido en mis oídos me ayuda a no pensar en nada.

En este rincón perdido en el mundo, puedo pensar, en soledad.

martes, 2 de marzo de 2010

Romper el cielo

A golpes de martillo, cada uno de ellos cae en la tierra como castigo para la humanidad. Caen humillados y aterrorizados por la fuerte tormenta. Jamás comprenderán la fuerza inmensa del rayo, ni tampoco la ira terrible de aquel que los derrama sobre la tierra.

El temor los hace atacar contra todo aquello que no comprenden. El temor genera violencia, aunque quede dentro del corazón. La violencia genera rencores. Y los rencores carcomen el corazón. Todo en círculo vicioso interminable.

Atemorizados, acobardados ante la idea de la caída de un nuevo rayo

miércoles, 24 de febrero de 2010

Conexiones

Existe en mi cerebro una extraña conexión, que todavía no acierto a comprender del todo. Con esa comprensión también quisiera abarcar un cierto control... En ciertos momentos viene a mi cuerpo una extraña sensación de calor, imposible de explicar para mí. Necesito entonces unos segundos para crear en mi una conciencia de que esa sensación pertenece al pasado.
Siento elevarme, percibiendo todo olor que resultó remarcable. Casi perceptible es el tacto.

Recuerdo aquellas tardes perdidas en el mundo con Cristina C., y también con su mejor amiga: aquella a la que más temía, conocía y a la vez admiraba. Conocimos a muchas personas en aquel tiempo, todas guardadas en la memoria. Todos ellos me ayudaron a crecer, a superar mis miedos, y lo más importante: abrir y aceptar lo que realmente habitaba en mi corazón.

Recuerdo aquel día que contemplaba con orgullo mi biblioteca, que empezaba a engrosar con mis libros preferidos. Recuerdo haberme dicho:
"Este es el mejor día de mi vida, y quiero recordarlo"
Suerte que cumplí mi palabra. Por aquel tiempo, mamá y papá todavía vivían juntos.

Existe una extraña conexión en mi cerebro, que todavía no acierto a comprender. Todo está ligado. Una imagen enmarcada por el cariño y la esperanza; el escalofrío al recordar aquellas nuevas caricias; todo aquello que nos ha hecho llegar al presente. Y quiero seguir así.

viernes, 19 de febrero de 2010

Desvarío II

¿Qué demonios nos pasó? ¿Cómo se nos descontroló todo de tal manera?

Las risas de júbilo se tornaron en angustia en menos de un segundo. Solo quedo yo, alzado entre toda esta multitud. Yacen en el suelo como cadáveres, e ignoro si realmente lo son. En la gran oscuridad de este lugar distinto con la escasa luz del ventanal alguna mano alzada en señal de ayuda. Poco después descubro que permanece inmóvil, muerta como todo lo demás.

El cristal me aleja de todo lo que significaba mundo, y no puedo quebrarlo. Ya no se oye nada en el exterior. Me ahoga esta soledad, que es una tiranía. Obligados a la incertidymbre de si volveremos a amanecer al día siguiente.

¿Hay alguien ahí? La única respuesta la tiene el silencio, y ni siquiera quiero sentirlo.

Desvarío

El sol no ha despertado todavía, y mi conciencia tampoco. Extiendo mis manos a el vacío desconocido, prestos a conocer todo aquello que esté dispuesto a llegar.

¿Quién se atreverá a unirse en esta aventura desconcida? Porque no caben las dudas: aquí y ahora te encuentras de frente con toda una realidad, ignorando tu deseo de conocerla o no.

Abro los ojos hacia este gran vacío a mi alrededor. Lo único que puedo sentir es el frío inmenso, haciendome recordar que sigo con vida. ¿Qué quieren de mí los caprichosos dioses, la desconocida fortuna o el maldito azar? ¿Cuando podremos ser dueños de nuestro propio destino, si es que existe?

Quiero tener en mi mano el poder de decidir los cambios en mi vida. Pero la vida y la muerte poseen más poder que yo, para toda la eternidad.

Despierto al amanecer sombrío y me saluda un iracundo rayo en el cielo.

lunes, 15 de febrero de 2010

Templo de sueños

Mis pies sobre la fría piedra me hicieron despertar. Mi mente alejó de mi conciencia las preguntas de como había llegado allí, o que era lo que me había hecho huir de mi lecho.

Sentía en el aire una increíble aura de poderes, ajenos a mí, ajenos a este mundo. Podía sentirlos en cada soplo de aire que acariciaba mi cuerpo, apenas cubierto por la fina toga. Podía sentirlo en el agua a mi alrededor, que me mostraba reflejos de criaturas que nos observan desde otro lugar.

Cada fibra de mi cuerpo temblaba, tocada de forma suave por ese poder inexplicable. La magia de aquel lugar ancestral aún duraba: aquella noche y su belleza atemporal eran testigos de ello.

Despojándome de mi poca vestimenta, me atreví a rozar suavemente el agua fría, y que cayera en mí aquella sensación de vida, de esperanza y de todo lo intangible que alguna vez en mi vida pude sentir. Durante segundos, yo era parte de esa magia

viernes, 12 de febrero de 2010

Lágrimas del cielo

Siento como mis pies se separan del suelo. No para volar, sino para volver a caer y sentir como tiembla todo bajo mis pies. Este terremoto avanza y crece poco a poco.

Hay tormenta allá arriba y no puedo ver el azul del cielo.

Esperando que la lluvia vuelva para limpiar el aire

martes, 9 de febrero de 2010

Caricias

Era demasiada suerte el simple hecho de haber llegado tan lejos, tan cerca de nuestra puerta hacia la libertad. Nuestros uniformes, con los que nos disfrazabamos de nuestros carcelarios, eran realmente una genialidad. Su idioma y su odiosa jerga ya era como lengua natal tras dos años. Tan solo faltaba añadir aquel tanto de valor suicida.

Nuestro gran grupo de fuga se abría paso entre todos los presos encadenados, que se apartaban ante nuestro paso enfurecido e histérico. Mirabamos hacia delante, intentando ocultar lo posible de nuestros maltrechos rostros ante los verdaderos captores. Ignoraba también cuantos de los nuestros caían en el camino, ya fuera por ser vencidos ante el miedo o atrapados por aquella pobre gente que moría de hambre. Con aquel uniforme no importaba lo vivido: eras un enemigo.

Quiero creer que estaba escrito en las estrellas mi caída. Como tantos otros de mis compañeros, también me quedé en el camino. Supongo que el corazón ganó a las ansias de vivir.

Sus ojos hechizaban al primer contacto, y yo no fui menos. Las pocas veces que me sacaron para trabajar en el exterior pude verla en la distancia. Evitaba mirarnos en su mayoría, pues si nos contemplaba lloraría por las desgracias de este mundo.

Y no pude resistirme al encontrarme con ella a un metro escaso. La tomé del cuello con la fragilidad del cristal. Temblaba ante aquel contacto intruso, pero su única defensa fue tomar mis muñecas con una mínima fuerza. Su mirada, más que miedo, sorpresa. Su respiración entrecortada se calmó después de unos segundos. Ignoro la razón de su tranquilidad, ignoro y será para mi siempre una incognita esperanzadora y a la vez insidiosa, el porqué de su mirada curiosa. El porqué dejó que acariciara sus labios con mis gastadas manos.

Su cuerpo se estrechó levemente contra el mío, temblando todavía. No sabía que sería de mí aquella noche, ni tampoco si volvería a posar mi mirada sobre sus ojos.

Solo sentí un golpe que nubló mis sentidos, ignoro cuanto tiempo duró mi inconsciencia. Al despertar, sentí el suave tacto de sus dedos acariciando mi pelo.

Desearía fervientemente que no fuera un sueño, pero no era necesario.

lunes, 8 de febrero de 2010

Un grito al pasado

Papá tardaba aquella noche... bueno, en realidad, como casi todas las noches. Siempre se iba temprano a trabajar y no volvía hasta mucho después del anochecer. Siempre llegaba cansado y se marchaba a dormir. Una media sonrisa nos dedicaba a veces, cuando nos acercabamos alegres a tu llegada. Pero sin saber que aquello existía en él, extrañabamos una caricia, un pequeño aprentón en el hombro a modo de saludo.

Mis hermanos y yo nos escondíamos en el cuarto, jugando en susurros, cada vez que empezaban a alzar la voz. Mi hermanita lloraba y se preguntaba cosas dolorosas para ella, y para todos nosotros.

Aprendimos demasiado tarde que nosotros no entrabamos en aquella ecuación, ni en ninguna otra en sus vidas. Simplemente debíamos estar, errores fueramos o no.

Estúpida inocencia, me hizo ver demasiado tarde como se nos escapaba la vida.
Aún duele

domingo, 7 de febrero de 2010

La gran comedia

La culpa fue mía, ¡confieso! ¡Y que me ahorquen si lo que declaro no es totalmente cierto! Aunque realmente me ahorcarán de igual modo... ¡Jajajá!

¡Que todo el mundo quede libre de pecado en esta tierra! ¡Que no encuentre un servidor remordimiento ni mal sentimiento en los corazones! Y que toda esta gran algarabía no encuentre mayores motivos para existir.

Porque llevo razón en no arrastrarse en las penurias de esta vida; es demasiado corta.
El camino sigue y el mundo, impasible, aún gira

jueves, 4 de febrero de 2010

Sensibles a lo perfecto

Nadie podría haber tocado en toda una eternidad aquella fragilidad sin quebrarla un mínimo. Y por supuesto, ninguno de los presentes que por fortuna pudiera haber, se hubiera atrevido a romper ese silencio. Ella caminaba ausente de este mundo que parecía tenerla encerrada. Su paso era armonía en el bosque, como si en aquel tiempo de paseos y reflexión se fundiera con la grandeza de los árboles.

Caminando lento, la mirada perdida en ningún punto en concreto, ya fuera en el cielo o en el camino a recorrer. Dejaba a sus manos recorrer la textura de todo aquello que la rodeaba. Como si una música de violines hubiera hecho presencia en su mente.

Cualquier sentido se habría rendido a semejante belleza, sensibilidad, aún intacta por la vida. Pero aquella paz debía desaparecer, para que sus manos pudieran crear las formas adecuadas con su pluma para poder abrir su corazón al resto de la humanidad.

La pluma y el papel pueden ser los mejores confesores que se hayan descubierto jamás

martes, 2 de febrero de 2010

Hacia la realidad

El cielo se veía tan claro que casi nos cegaba al intentar mirarlo. Me llegaba a la memoria aquellos días que recuerdas con sonrisa en los labios, en que quizás se antojaba ver la blanca nieve. Sentir su tacto único. La gran diferencia es que estabamos realmente lejos de los añorados paisajes nevados.

La pequeña panda se había reunido en la vieja arboleda. Entre juegos y risas habíamos perdido conciencia del tiempo y de todo lugar. Corriamos libres y sin ninguna preocupación. Y por fin, en nuestra locura colectiva traspasabamos los límites de lo permitido. La curiosidad me vencía, y por una vez me dejaba arrastrar. No pensaba resistirme a aquel impulso atrevido y totalmente imprudente.

Dejé de estar abrazado por la sombra de los árboles. Por fin, ante mí, lo oculto:
aquel precipicio de emociones, sentimientos encontrados y una sensación de poder y eternidad que se apoderaron de todo mi cuerpo. Yo era invencible observando el infinito, aquel mundo del que no sabía nada. Y pensandolo bien, no sabía si realmente quería conocerlo.

Quisiera volver a aquel tiempo, a aquellas edades de Lulú. Por mucho que se empeñen, esos recuerdos siguen ahí... Pero en esta camilla de hospital se ve todo tan irreal, distante y frío. Y todos los días, ese joven cuyo rostro empiezo a odiar, pastillas en mano para hacermelas tragar.

No quise saber para que eran, pero desde entonces solo recuerdo la fría pared blanca, un montón de recuerdos confusos y un albúm de fotos que no parece ser mío.

Ah, ya están aquí mis pastillas. Vamos allá

En esta vida...

Sufrimos
Perdemos
Luchamos, si queremos hacerlo
Nos dejamos la piel
Pisamos en falso una y otra vez
Nos dejamos el corazón
Reímos
Caminamos a tientas
Aprendemos
Sufrimos
Perdemos
Luchamos
Nos dejamos la voz en el querer
Nos dejamos las esperanzas en el camino, para en un futuro recogerlas de nuevo

Vivimos

Valora lo que tienes. Cuídalo. Así, al menos... el camino es más facil de llevar

viernes, 29 de enero de 2010

¡Adelante!

¿A que estamos esperando?

El mundo está ahí fuera, esperando nuestro regreso. Porque pocas se pueden resistir a este entusiasmo feroz que recorre cada fibra de nuestro cuerpo. Y al que no quiera seguirnos ahora, ¡dadle algo en que creer! ¡Vamos! Hay mucho que perder, pero mucho más que ganar.

Y porque la vida no se hace de esperar. Las oportunidades vuelan en el cielo, como aves en el aire. Y esperando están a que las cacen.

¡Dadnos algo en que creer! Que pondremos nuestra vida y nuestra sangre por aquello que creamos que lo merece todo. La vida es bella y merece la pena vivirla.

¡Y lo grito al cielo y a los mil vientos! El camino está lleno de tropiezos, y de ellos se aprende.
Caminemos

jueves, 28 de enero de 2010

Algo muy humano

Alzabamos la mirada al cielo, esperanzados y anhelantes, como si toda nuestra vida dependiera de ello. Teníamos nuestra fe ciega, aquellas palabras que todavía resonaban en nuestros oídos y el mensaje de esperanza.

Aquello nos bastaba para continuar adelante. Por primera vez en muchos años, después de años buscando un pilar fuerte, lo hallamos. Nos sentíamos como en casa, de donde en su día tuvimos que abandonar todo recuerdo y pasado junto con aquellas paredes con las que vestía mi infancia. Mi hermana no pudo hacer otra cosa que seguir mi camino. Parecía mentira que yo fuera el menor de los dos, pero ella no podía siquiera responder por su vida.

Una vez que se le mostró una vereda a seguir, se aferró a la vida, a ese camino.
Habría de pasar casi una vida antes de reconocer que no eran más que engaños.


Después de tanto tiempo, mucho después de haber conocido a los que serían nuestros salvadores, pudimos ver la verdad.
Ahora miramos al cielo, con la única esperanza de encontrar respuesta. Porque un cielo tan azul no puede esconder mentiras. Mi hermana vacilaba a mi lado, vencida por el cansancio.
Con su frágil voz en susurro:

- ... Tengo tantas dudas...

Por fin, rompió a llorar

sábado, 23 de enero de 2010

Solo existe en mis páginas

Estas calles se ven tan oscuras que apenas nadie se atreve a recorrerlas ya. Tan solo los que se acogen a una fe más ancestral que ninguna otra: el alcohol. Todos tenemos en común refugiarnos en los cuchitriles más podridos de la ciudad, creyendo que así estaremos a salvo. Lo único que estará seguro será nuestro sentido de la vista, pues así no veremos jamás los crímenes que se cometen por puro placer.

El orden a desaparecido de entre todos los lugares. Solo algunos recuerdan cuando podían pasear tranquilamente por las aceras, bajo la cúpula oscura. Y las anécdotas son ahora de tiempos con seguridad... Este mundo se ha vestido con un velo de tristeza y oscuridad que solo pude ver alguna vez en los libros. El horror teñido de realidad.

Espera... en la calle de atrás. ¡Este tugurio tiene puerta trasera! Vemos sombras moviéndose allá atrás, y los gritos vienen y van. ¿¡Qué hacer!?


Como cada noche, hay apagones en algunos sectores, como mínimo. Todos los aquí presentes hemos gritado de terror. Y bajo los gritos, creo haber oído la puerta ceder... Esa sombra de muerte supera a toda fuerza de voluntad, quemando los nervios de acero.

Ahora todo es silencio, que parece hacerse eterno.

jueves, 21 de enero de 2010

El frío del invierno

Me sentía como intruso en aquella escena. Todas las hogueras ardían a nuestro alrededor, celebrando aquella fiesta del demonio. Pero aquel fuego de sus ojos no tenía nada que ver con aquello. La pareja que ni siquiera había empezado a ser bromeaba con medias sonrisas y besos que anhelaban ser robados. Solo hacía falta el valor para abrir el corazón

He perdido la cuenta del tiempo, tan solo veía las fotos que de vez en cuando dejaban caer. Y también de aquella noche que me encontré al enamorado, con su amplia sonrisa.

Amores de verano, lo llamaba, y que ojalá que no se los llevara el viento del otoño.

Ahora los miro y no sé si sonreír melancólicamente o dejarlo, simplemente. ¿Será el reflejo de mis miedos lo que en ellos todos hemos visto? A todos les ocurre alguna vez, lo he visto bien de cerca.

Supongo que los amores de verano, hace tiempo, acabaron

domingo, 17 de enero de 2010

Ahora duermen...

El tiempo...
acaba de perder... su sentido

Se detiene por instantes
y luego...
pausa

Ni siquiera tiene sentido lo que digo. Ha dejado de existir, todo. La multitud a mi alrededor está evaporandose a mis ojos. No distingo formas, miradas, voces. Ni siquiera siento mis dedos, sosteniendo el telegrama que también empieza a desaparecer.

Las letras se convirtieron en una vorágine monocromática, uniéndose a la cacofonía del parlamento. Ilegibles a mis ojos, imperceptible el mundo a mi alrededor.

El barco: hundido. Clasificación: desastre. Supervivientes: cero.

Escucho la madera sonar bajo mis pasos.
"¿Cuándo empecé a caminar?"
Beth. Carl.
Todo reencuentro, toda mi vida. Hundidos, junto con ellos

Arrebato

¿Qué horrores se fraguan en aquellas pútridas paredes? ¿Llegará la locura a acallar los tormentos que azotan sus mentes y sus cuerpos? Mil horrores se ocultan en lo profundo. Igual de desconocidos que los misterios de este mágico mundo, así de crueles pueden llegar a ser.

Hielo y fuego, sombra y tiempo.
¿Qué hicimos para que merecieran tal castigo?
¿Quién le da derecho de gobernas sus vidas como juguetes? ¿Quién me impide cortar su cabeza, ofrecer sus entrañas a los perros y humillarlo ante la multitud? Su vida tiene tanto valor como el que el otorga a sus súbditos. Reclaman su sangre, yo reclamo su mirada pidiendo clemencia.
Porque no existe perdón para tantos años de hambre, muerte, desazón y desesperanza.

Preparaos, pues los cimientos de este corrupto reino van a temblar.
Preparaos, pues vuestra cabeza va a rodar entre la plebe eufórica.

¿Cómo?

Dibujo líneas sin sentido sin siquiera mirar al papel. Miro al cielo que se me antoja nublado y triste, que añora tiempos mejores. Nuevos frentes y las manos vacías hacia el cielo. ¿Qué hacer? ¿Cómo pueden llegar las palabras a su destino? Parecen quedarse en el camino, inútiles.

miércoles, 13 de enero de 2010

Cuentos para dormir

Mis manos están frías por el contacto con la escarcha de las tejas. Sí, hemos subido a los tejado de casa buscando el silencio y un cielo en atardecer. Digamos que las cosas allá abajo, en casa, no están del todo bien. Mamá y papá discuten, pero supongo que les pasa a todos.
Cogí a mi hermanita Judith y la subí, pues hacía días que me pedía subir para ver las estrellas. Aún no podíamos verlas, pero así aprendería a ser paciente.

Ha pasado casi una hora, y ya no se oye nada más. Estarán hablando y solucionando todo, dando ejemplo y cosas así... Pero no me apetece bajar. Corre una brisa fresca que revive el alma y nos hace desafiar el horizonte. Judith parece una bolita, así envuelta entre tantas mantas. Ahora le está contando cuentos a las estrellas para ayudarlas a dormir. Lo mejor es que nunca cuenta uno diferente, y a su modo, también los comparte conmigo.


Hacía demasiado frío, y tuvimos que bajar. Ahora la pequeñaja pinta en su cuarto alguna idea fantástica de su mente maravillosa. Paseo por la casa que permanece en silencio a tientas. No hay mucho que averiguar: a papá y a mamá les sorprendió el sueño en el sofa, abrazados.

martes, 12 de enero de 2010

Retazos

Podrían pasar años en mi vida, que jamás podría olvidar aquel rencuentro. Las sesiones en aquella sala llena de libros y ricamente adornada, el palacio de mi psicóloga, habían quedado atrás. Nunca sabrá lo mucho que hizo por mí, pues yo no pienso dejarle ver a la nueva persona que despertó de entre lo oscuro de mi memoria.
Se llamaba Isabel, y siempre me quedó la intriga de ver aquellos ojos tras sus gafas. A veces quería mirarlos cuando los reflejaba el sol, que se veía dorado tras las cortinas de su despacho. Ideal para el recuerdo perdido.

Isabel avivó la chispa en mi memoria, y en seguida todas las vivencias que había perdido con una celeridad pasmosa, volvieron con esa misma intensidad. Un millar de rostros que quizás tan solo había divisado una vez, llegarón a mi para dejar un segundo después paso al siguiente. Pinceladas de lugares que pisé alguna vez, a los que iban anclados pequeños e importantes recuerdos. Sentimientos que iban ligados a aquellos lugares y rostros.
Retazos de mi vida.


Llegado el momento no me servían ya ni las charlas ni aquellos preciosos ojos tras el cristal: debía indagar por mí mismo sobre mi vida. Con todas las piezas de mi rompecabezas, volvería a casa, a mi vida, a todo lo que perdí sin siquiera saberlo.

Y ahora frente a la puerta, no me atrevo a tocar para señalar mi regreso... Espera, hay alguien tras la puerta...

¿Bienvenido a casa? ¡Sí!

lunes, 11 de enero de 2010

GRITO AL VACÍO


Y que toda la crueldad de Crisus me sabe a poco, que en mis manos quisiera tener su vasto Imperio para gobernar a mi voluntad y egoísmo. ¡Con todas sus pequeñas vidas a mi merced, esperando atemorizados a que los devore! Y soñando que recorro el espacio infinito, que jamás llegaré a tocar.
Veo las estrellas tan lejanas, tan perdidas en esta oscuridad. Tan cegadas en su desesperación que no verán jamás la luz de su propia hermana.

Hay tanto silencio en esta nave vieja y gastada. Me da miedo la simple idea de pensar en salir a buscar esos susurros que habitan en los corredores. Suspiros que inhundan mis silencios. Risas lejanas que torturan al corazón. Lágrimas que desean ser sangre para dejar el dolor en su muerte.
Y mi mente es incapaz de ver los retratos colgados en mi memoria, fotografías que jamás llegamos a enmarcar, momentos que quedaron por inmortalizar. La cámara ha caído al suelo y ahora es inútil. ¿Quién se molestó en siquiera mirarla?

¿Quién recuperará todo el tiempo perdido?

Lo que ella jamás querrá ver es que su abrazo viene a mí en mis sueños