martes, 30 de noviembre de 2010

¿Quién mató a ...?

Tres disparos cargados de muerte habían herido al silencio de la noche. No hubo gritos, tan solo el choque contra el metal y la sangre brotar. También una mirada atónita ante lo ocurrido, que años después seguiría siendo un misterio. Tal vez para siempre.

La sombra se deslizó más allá, entre las calles, hacia la oscuridad que conforma el interrogante y el misterio.



La terrible carta llegó con la luz del alba, portando en sus letras el peor presagio para el lector que jamás pudiera haber. Sus esperanzas se hundieron en un terror absoluto, contagiandose por cada partícula de su cuerpo. La respiración comenzó a agitarse, sumido el pensamiento en terribles augurios para el futuro. Aquellos que tal vez estuvieran demasiado cerca en el tiempo de cumplirse. Alzó sus manos e intentó dominar el temblor creciente. La carta cayó de su mano, quedando para la posteridad.

Un reino recién creado y teñido por la terrible presencia de la muerte. Observó el paraje, la ciudad amaneciendo de lo que eran sus dominios. Tal vez podría haber logrado cosas buenas, o terribles. Ejercer un gran poder para dominar a las masas. ¿Héroe o tirano? Quisiera haber escrito todo aquello como su propia crónica, para llorar o reír por sus actos en el futuro.

Pero no todo estaba perdido. Todavía tenía aquel poder. Un hombre sin mano derecha puede seguir dirigiendo un reino

sábado, 27 de noviembre de 2010

Los sueños

Despierta en un mundo ajeno, donde todo parece del revés, las luces de mil colores que surgen de un mosaico impactan contra mi rostro. Eso provocó el despertar. El despertar a este mundo de pesadillas. Dos puertas y un ventanal. Una de ellas cerrada, la otra guardada por un gigantesco gólem agonizante.

- ¡Acaba con mi vida! ¡Hazlo ahora o huye de aquí!

Después de eso solo recuerdo el dolor de los cristales en mi piel.

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Esas imágenes vienen a mi cabeza mientras camino. Hoy llueve y sigo sin saber el por qué de esos sueños. Tan reales que ahora casi forman parte de mi vida. En cada dolor existe un color, cada emoción es una nueva pincelada en un lienzo que nunca pienso acabar

Laura

jueves, 11 de noviembre de 2010

Tic-tac

Me gusta el tic-tac en mitad de la noche. Atempera el ánimo y da vida a la oscuridad nocturna. O simplemente es en mi niñez el símbolo que me protegía de las pesadillas. Junto con el tic-tac me sentía segura. Nada había que temer: el sueño regresaría, tarde o temprano, para llevarme a un descanso tranquilo. Sin monstruos elementales ni bestias del mundo.
Las luces cambiaban, convirtiendose en refugios para la mirada, donde los antagonistas de mis sueños no entraban en mi campo de visión. Y perdemos la conciencia entre el segundero del reloj.
Desconocía cuanto extrañaba ese sonido.

sábado, 6 de noviembre de 2010

El motor del mundo

Mirando al frente, siempre al frente. Consciente de que mi respiración se agota, cada soplo de aire es un suplicio. Pero algo en mi interior, la naturaleza humana, me impulsa a vivir. Me pregunto cuanto de humano quedará todavía en mí.

Anclado al motor, con pies y manos atravesados por metal como el profeta en su leyenda. Irreal, como ella. Mi piel tienta a cada momento a fundirse con cada pieza mecánica que es mi modo de vida. Dicen que los gritos alimentan el funcionamiento. A cada grito, menor será la tortura, más próximo estará el final.

Esas palabras llegan como recuerdos esporádicos en noches en vela. Es entonces cuando mis ojos se abren a la realidad. Oscuridad. Dolor. Los gritos resultan una auténtica liberación. Tal vez sea cierto algo de lo que ellos dicen