miércoles, 29 de julio de 2009

Mi piano

Un extraño piano, en el que me relajo tocando sus teclas. Al tacto, un suspiro que se escapa de mis labios, y cierro los ojos para deleitarme en una caricia que me devuelve.


Me pierdo en sus brazos, en cada temblor de sus dedos. Hundiéndome en sus ojos, tan profundos, que quiero nadar en ellos. Tan oscuros que parecen abismos, en el que me promete un paraíso. En su regazo, mirando como en ocasiones tiembla al respirar, cerrando los ojos sintiéndose observada.

Busca mi sueño, mi anochecer. Busco su amanecer, una sonrisa que nazca de un beso en sus labios.

Aromas que llegan desde lejos, en un camino en el que no quiero separarme de ella. Tomando su mano y no soltarla, pues hemos emprendido un viaje que conduce a nuestra felicidad

Las puertas de piedra

La salvación estaba próxima. Solo debían cruzar el angosto puente para hallar el pergamino que les permitiría salir de las catacumbas de una vez.

El joven guerrero, que había abandonado su espada sabiéndola inútil, siguió los pasos del mago, que mas que caminar parecía deslizarse.

No podría apartar la mirada del puente, sabía que mirar a otro lado supondría la muerte. Cada paso, cada movimiento, en ello le iba la vida. Cerró los ojos, guiándose tan solo de un equilibrio que comenzaba a ser perfecto. Nada escuchaba, poco sentía salvo el aire frío que parecía llegar del helado infierno.

Se sintió aire, volaba podría decirse. Hasta que a través de sus párpados llegó un brillo rojizo. Abrió los ojos, y el atril se hallaba frente a él, con el sabio mago detrás esperando que lo tomara.

En sus manos el conocimiento del universo, que, demasiado valioso para que alguien lo obtuviese, comenzó a arder, devorando también al guerrero que era cómplice de su secreto.

martes, 28 de julio de 2009

¿Qué querías de mí?

El pasado arde, como la vida. Los recuerdos están a salvo, o eso creo. Las llamas no se hacen esperar, y lo devoran todo con furia, como la furia que dominaba mis golpes.
La gran reunión había comenzado hacía horas, en un gran festival de máscaras, escondiendo la frialdad, la hipocresía y el desdén en desmesuradas sonrisas. Un gran debate surgía en mi interior, las palabras luchando intensamente por salir. El antiguo rey que presidía la mesa con falsa risa se levantó para mirarme y abrazarme. Sintiéndome sola en un abrazo no sentido. Nada era sentido, ni su risa, ni su amor, ni el cariño hacia sus ¿hijos?
Le tomé de la mano para llevarlo al exterior. Y allí le dije lo que me moría por expresar.
Su rostro era desprecio, su voz era odio, sus ojos eran rabia. La primera bofetada no tardó en llegar, siendo el comienzo de la tormenta que aún estaba por llegar.
“Por intolerante”
Me obligué a pensarlo cuando comencé a defenderme de sus puños. Mis golpes eran ciegos, y descargaba en ellos la mentira de trece años. Dicen que es número de mala suerte, para mi número de volver a nacer. Mi mente quedó en blanco, sin saber si respondía, que hacía o dejaba de hacer. Volví a mi cuerpo cuando lo vi tendido a mis pies. Su cara era todo sangre, no podía descubrir rasgos.
Volviendo a la gran reunión, tomé un arma, una hoja que brillaría escarlata. También de la mía estaría manchada.
Viejo rey, que se alza para llevarte a mi estrella. No lo conseguirá. Ahora está a salvo, inconsciente y lejos de cualquiera que pudiera herirla.
Mis hermanos se acercan, corriendo, para ver que sucedió. Ellos también están manchados de sangre. Sin ellos no habría sobrevivido a los enfurecidos que se reunían en lo que quería que fuera nuestro hogar.
El tiempo huye. Y una marea de parásitos empiezan a devorar los cadáveres, mientras los tres contemplamos horrorizados e inmóviles.
“Hay que hacer algo”
Todos los tesoros que pudieran quedar en aquel lugar: tenían que quedar a salvo. Comenzamos a revolverlo todo, los recuerdos, miles de objetos que en la memoria tienen su lugar, preparándolos para llevarlos con nosotros.
Mi hermano termina la función con aquello con lo que siempre le gustó jugar: fuego. Las llamas devoran los cuerpos y el lugar.
Arde ahora, ARDE

lunes, 27 de julio de 2009

Aguas negras (Muerte)

"La vieja bicicleta de papá necesitaba un buen arreglo. Pero de momento me había acostumbrado a ella, cogiéndole un especial cariño. Mi hermana seguía mirandome como un bicho raro cuando me veía cogerla para marcharme a trabajar. Puede que tuviera razón.

Esta noche hace frío, durante el dia ha nevado bastante, suerte que hayan despejado los caminos a menudo. Un cansancio enorme se había abalanzado sobre mí, provocando que me quedara dormido sobre mi mesa de trabajo hasta a saber que hora.

No hay nadie en la carretera, y como siempre, la playa está vacía. No, espera, hay alguien ahí."

La bicicleta cayó con estrépito cuando se distrajo. Se levantó rápidamente a observar a ese hombre que había en la playa, observando algo en la nieve. Cojeó levemente cuando intentó incorporarse, así que decidió gatear hasta aproximarse para poder ver.

Aquel hombre estaba en cuclillas, inclinado sobre algo que al principio no podía creer: un cuerpo, inmóvil, siguiendo los movimientos que en ocasiones las olas le empujaban.

No quiso ver más. Se apresuro a coger de nuevo la bicicleta y pedaleo como si le persiguiera el mismo Diablo

"Olvídalo, olvídalo, olvídalo, olvídalo..."

Aguas negras (Vida)

Mis pisadas crujen en la nieve. Los restos cristalizados en mi camino, en los que quisiera verme reflejado mil veces, están esparcidos por toda la orilla. El sonido del mar, a escasos metros de mi. El paisaje no podría ser más extraño a mis ojos.

El frío amenaza con congelarme los dedos, que sin dudar paseo por algún lugar de la helada playa, en busca de alguna piedra cuya forma llame mi atención. Puedo ver el brillo en mis dedos, cuando los alzo hacia la luz de luna.

Dirigo la vista al mar, y al hacerlo siento un escalofío que recorre mi espalda. Es tan intenso que hace que casi pierda el equilibrio. El cielo negro no se distingue de las aguas, y eso me hace estremecer. Pero mi escalofrío no esta ausente de cierto placer. Como llamando a sentirme vivo cuando recorre cada centímetro de mi piel.

Me he detenido sin querer, mirando al mar e intentando descubrir algo en el agua, y retomo mi paseo nocturno que nadie más conoce. Dirijo la vista al suelo en mi búsqueda de pequeños tesoros, quizá pueda encontrar algo más...

Esta noche, quizás...

domingo, 26 de julio de 2009

En vuelo de dragón

No hubo sangre. No hubo resistencia: no le dejé. Cada golpe que caía sobre su cuerpo inmovilizado, revitalizaba el siguiente. Ojo por ojo, diente por diente. Incluso más allá. Londres se vuelve gris.

Un frío crece en mi interior. Al sentir el crujido de tu cuello, comenzó a expandirse. Violet no quiso ni acercarse... No sé como hacer para llegar a Caroline... Perdóname, ahora me he puesto en su lugar. ¿Cómo serán ahora mis caricias?

Los pasos que de para aproximarme a ti ahora serán vacilantes, aunque desee correr para abrazarte.


Todos hemos visto arder el castillo de nuestros sueños, desde nuestro paseo por los cuentos. La princesa encontró a su adorado príncipe; la intrépida arquera dormida en una estrella, junto con su mago. El erudito encontró su telescopio, y paseo entre las dos lunas. El jinete se refugió de nuevo en la sombra de su sauce, entre las caricias de sus hojas.

Pero nada pudo salvarlos. Ella ardió, convirtiendose en cenizas en mis manos. Bendición que teníamos al no recordar al pasado, que ha vuelto a nosotros con macabra realidad.

viernes, 24 de julio de 2009

La prisión

Coge los barrotes y lanza una mirada furibunda al exterior. No puede ver al gentío caminar, tampoco su suelo. La tiniebla es reina en su prisión. Sus palabras son los gemidos y los gritos de horror; sus lágrimas de risa son las de dolor en los prisioneros; su gozo está en el sufrimiento de los reos. Se hace interminable.

En las noches más oscuras, toma forma, dejando entrever su silueta cuando todos despiertan de sus pesadillas. Entonces ella se deleita en los aullidos que provoca su caricia.

La furia en su mirada persiste, incluso más allá llegado al anochecer, y solo se desvanece, dejando pasar al terror, cuando siente las manos de Madre Oscuridad rozándole la espalda.

Solo tantea, provocando el escalofrío y que el arazo a los barrotes sea más fuerte. Mira entre desafiante y pícara a su vieja amante, la luna, a la que solo se acerca cuando le da la espalda… Su luz le hace daño, así que rápidamente agarra con fuerza a aquel que desea escapar con todo su ser, y lo arrastra hacia sus dominios. Ni siquiera la noche apaga los llantos.

martes, 21 de julio de 2009

Un ojalá

El álbum de fotos descansaba en su regazo, y sobre él una mano, en ademán de protegerlo. Su protector, una de las personas cuyos recuerdos iban ligados a esas fotografías. En la otra mano un cigarrillo casi consumido.

"Otra de las razones por las que todo se perdió"

Tiro el cigarro, ya inútil, y asió aquel tesoro con ambas manos, para abrirlo y recrearse en aquellos pedazos de pasado. Junto al mar, en la antigua casa, una tarde en el parque: todo aquello se reflejaba en sus ojos y navegaba en su memoria, casi tan fresco como un ayer.

Olvidó como pasaba el tiempo, y también olvidó que aquella que también formaba parte de sus recuerdos llegaba a determinada hora. No la oyó llegar, mientras nadaba en recuerdos.

Las miradas se encontraron, incómodas y un poco anhelantes.

- Hola - dijo ella.

- Hola, ciel... Amanda - respondió él, incorporándose. - Te he traído lo que me pediste.

Le tendió el álbum, mientras ella alzaba la mano para deslizarla sobre la superficie. Esas manos que tanto adoró, que sintió tan cercanas, tan llenas de calor y de ternura. Casi se rozaron las de ambos, provocando un estremecimiento mutuo.

Amanda lo tomó cuidadosamente y lo refugió en su pecho, guardandolo como podía de todo mal. Una media sonrisa afloró en sus labios mientras bajaba la mirada hacia un punto inconcreto.

Él también sonrió, mientras guardaba sus manos en los bolsillos.

- ¿Cómo estan los niños? - preguntó.

- ... Te echan de menos, eres su padre - Amanda ensanchó la sonrisa por segundos, e hizo vagar su mirada hasta volver de nuevo - Te... ¿Te apetece tomar un café?

Sus ojos reflejaron la sorpresa en su interior.

- Claro, conozco uno por aquí cerca.

Caminan por sendero, cercanos pero ya no juntos. Tal vez como debiera ser.

domingo, 19 de julio de 2009

Consagración

La sala estaba oscura, pero el ambiente estaba cargado. Todos los jóvenes que se alzarían hoy al cielo en un vuelo de esperanza esperaban tensos a escuchar las palabras de aquel que casi podía rozar al Todopoderoso. De cuando en cuando se escuchaba el agitar de algún ala, como evidencia del nerviosismo, casi palpable.

Algunos permanecían con los ojos cerrados, en silenciosa plegaria. Otros, se asían de las manos, intentando transmitirse tranquilidad. Solo unos pocos lo conseguían. Escuchaban al gentío en el exterior, que les hacía suspirar por salir, o quizás de pavor.

Los novicios abrieron las puertas a la luz, y los Engel caminaron al exterior, donde recibieran la ovación de los feligreses, con una mirada llena de esperanza. Parecían no saber a quién mirar, o a quién aclamar.

Roma AEterna clamaba aquel día, Roma AEterna lanzaba a los hijos predilectos de Dios a salvarlos a todos de la Oscuridad.

Aquellos seres alados alzaron su mirada hacia el Pontifex Maximus, aquel infante sobre el que caía la fé del mundo, y que ahora les daba su bendición, y les deseaba fuerza y buenos vientos para sus alas.

- Fortaleza interior contra el Tentado. Amor para con los fieles, compasión para los incrédulos. Paciencia para con los débiles, negación al pecado. Pureza de corazón, larga vida para aquellos que temen al Señor. ¡Engels, alzad el vuelo y proclamad Su grandeza!

Los mentados obedecieron sin vacilar.

Ubel desplegó sus alas con placer, al sentir el viento en sus alas.
Eldael demostró su fuerza al vuelo, alzando la espada junto con su Orden.
Aaroniel contempló con sonrisa cada rostro que le observaba, deleitándose en cada variante de sus expresiones. Rió con gozo sintiéndose libre.
Edoniel miraba fijamente al azul del cielo, casi deseando palpar el vacío.
Daniel se alzó por encima del resto, dedicando una orgullosa mirada a lo que sería su compañia.

Todos los ángeles cubrían el cielo. Y todos los miraban emocionados: ellos eran el regalo de los Cielos. Tanta belleza no parecía ser real.

Rescatando al pasado [VII]

El sabor a licor ya corría por su garganta aquella noche. Un bar cualquiera, sin nombre ni rostros y que poco después olvidaría para siempre, había sido su primera parada, en un intento de despejar su mente. Las palabras sonsacadas a Connor resonaban en la mente de Dave, creando un nudo en su estomago, que a veces le impedía respirar y pensar con claridad.

Al caminar, captaba de vez en cuando su reflejo en algún cristal, viendo sus ojos, que parecían querer salir de sus órbitas. Sus pasos lo llevaron sin querer, bien avanzada la noche, al gran local que Derek regentaba. Se detuvo a unos pasos, observandolo con cautela. Todo parecía normal.

Las horas que había durado el sol sobre la ciudad habían sido una auténtica tortura. Qué hacer, huir, desaparecer, volver. Vivir o morir.

"Tengo que sacarla de ahí, tengo que hacerlo, ¡me necesita!" pensaba mientras caminaba sin rumbo.

Casi sentía morir, esa histeria no formaba parte de él, así que se obligó a entrar en el local. No veía, tan solo buscana donde pudiera estar. La halló, ocupada en el lugar en el que casi se crió. Se aproximó rápidamente a ella, y como tantas otras veces, ella le obsequió con una sonrisa, cándida. Dave posó levemente los dedos sobre su vientre, y los deslizó hasta llegar a su mano, que asió para llevarsela consigo. Avanzaron entre la entretenida clientela, en una orgía de alcohol, mujeres, música y dinero.

Dave no paraba de mirar de un lado a otro, hasta que encontró la mirada de Derek, que seguía sus pasos. Entonces, tomó a la chica a la que guiaba por la cintura, dejándola a una altura que permitiera susurrarle al oído:

- Esther, acompañame ahora, tenemos que salir de aquí.

- Pero, ¿que pasa? - preguntó ella sin comprender.

- Por favor, te lo explicaré, ¡lo prometo! - dijo Dave mientras apretaba el paso - Sigueme.

Cuando alcanzaron los pasillos que daban a una de las salida poco transitadas, comenzó el escándalo. Dave supuso que la policía había entrado en acción, así que comenzó a correr al exterior. Dejó a Esther en una de las calles desde la que podría huir, y lanzó la pistola a un oscuro rincón desde donde no pudieran encontrarla.

- ¡Te buscaré! - le gritó a la sombra de Esther, que huía, y él tomo la dirección contraria, huyendo de la luz.

sábado, 18 de julio de 2009

Guerra de a dos

Las viejas ruinas estaban bañadas de soledad. El viento azotaba constantemente las paredes, que ya se resignaban callados. Sus rugidos eran el fuerte ulular del viento, y su llanto los desprendimientos de la gastada estructura.

Se olvidó cuanto tiempo permaneció así. Largo tiempo atrás se vió invadido, cuando la luna lo iluminaba. La persecución se había tornado insoportable, y los dos soldados que luchaban por la destrucción se refugiaron en las ruinas.

Las sombras quisieron protegerlos, aunque solo fueran durante un momento hasta que se fueran para buscar la sangre del enemigo. Los disparos resonaron en toda la colina, pero pronto los mosquetes fueron abandonados. La muerte debía llegar mediante el acero.

En sus escondites aguardaron, respirando agitadamente, acariciando sus espadas y armándose del valor suficiente para enfrentarse. Ambos salieron a la luz, y las espadas levantaron chispas y los aceros abrazaron los reflejos plateados antes de teñirse de rojo.

jueves, 16 de julio de 2009

Entre páginas

"El Gato Risón tiene todas las respuestas, pero no siempre las da..."

Durante unos momentos, ignoro cuanto tiempo fue, pues los relojes marcan la hora a su propia voluntad en el País de las Maravillas, sin contar para nada con la inercia de este. Se siente poder al conocer todas las verdades del mundo, aunque sea en un mundo de fantasía.

Mi risa, algo maníaca, recorre todo el mundo, mientras intento guiar los pasos de la dulce Alicia.

Perdidos entre mundos de cuento, buscando la varita robada y los finales felices...

El gran erudito encontró su templo, entre miriadas de libros vivientes, cada uno con una historia por contar. En un techo de estrellas, otea el su paraíso particular.

Estamos solos, cada uno en su propio camino. Cada uno en su propio cuento

¿Dónde está...?

Las cadenas traqueteaban en el descenso. La vieja tartana que tenían por ascensor caía lentamente, alternando entre luz y oscuridad a la figura que se encontraba en el interior. Vestida de tinieblas, en su rostro se podían definir dos ojos, cerrados, que bajo los párpados iluminaban con la luz de las estrellas.

Los viejos hierros retumbaron, los grandes focos que iluminaban su descenso al infierno titilaban. Ambos ojos se abrieron, iluminando con su propia luz la oscuridad creciente. También se abrió la sonrisa, si es que aquello podía sonreír.

El viejo ascensor se detuvo, y la música y el furor de la multitud oyente se extendieron por sus sentidos. Se mezcló entre ellos, como la Sombra, buscando algo aún sin saberlo.

Al fin encontró: un joven espectador, atónito ante el seguramente nuevo ambiente en el que se encontraba. Media sonrisa pintada en su rostro, fascinado de verse oculto en aquel lugar.

No lo vio llegar, ni siquiera se borró su sonrisa. Tan solo pudo ver aquella luz sobrenatural abalanzarse sobre él. Y un manto, detrás de aquella criatura, que lo envolvió, asfixiándolo en la negrura.

martes, 14 de julio de 2009

Cinco dias de paz

La sangre caía a gotas desde mis manos. Y aún parece que corre cuando veo su cadaver. Ahora está muerto, y me horroriza saber como fue. Márquez parece que nos ha dejado escapar... durante cinco dias que aprovecharemos para descansar, tal vez desconectar.

Laniel, Daniel y yo nos 'escondemos' en Málaga, lejos de la base, y de todo lo que tenga que ver con Márquez y Silas. Gabriel y MariaM... Bueno, ellos van por su lado, y hacen bien. Tal vez lleguen a algo, y así se evitan la histeria que provoco en Daniel.

Laniel nos ha guiado a lo que fue su casa entonces... Y ha cogido lo que queda de su hogar, porque ya no queda nada más. En algún momento tendré que decirselo, aunque no tengo ni idea de como. Y Soler... bueno, ha dado la gran sorpresa: es abuelo.En cuanto al agente aquel... bueno, puede meterse la tarjeta por donde puede imaginarse. A mentiras las suyas, mentiras las mías.

Y a la noche... no sé porqué lo hice. Ni siquiera sé si quiero que continue lo que a lo mejor por error he comenzado.

Pero fue... un bonito beso...

sábado, 11 de julio de 2009

Un largo camino

El estrépito era lejano. En su cabeza, luchaba por continuar dormido, pero el despertar estaba al llegar. Abrió los ojos.

La luz llegó a el con un fulgor dorado, junto con el sonido del crujir de la madera. Apenas llegaba, el fuego iluminaba pobremente la habitación. El resto era sombra.

Se volvió a la luz, y contempló la destrucción. En sus ojos se guardaron para siempre la memoria, los nombres y la sangre de aquellos que murieron bajo la espada.

Huyó de la batalla, cobarde, incapaz de empuñar el arma y defender a sus hermanos. Vaga eternamente atormentado por la culpabilidad, sin perder ni uno de aquellos preciados nombres.

Caída interminable

Se mantuvo suspendida, asida de la mano de un ser sin rostro, sin voz ni nombre, que a su vez se mantenía sostenido de una fina cuerda.

Bajo ellos, el vacío del olvido. Anhelado y temido a la misma vez.

¿Quién lo desea? Ella contempla la gran inmensidad bajo sus pies. Luego vuelve a mirar a quién la sostiene, que afianza el arazo.
Un murmullo ininteligible aumenta a su alrededor. El llanto en grito se alza en el silencio.

No deja de mirar, y en un segundo corta la mano que la sostiene. Cayendo sin fin.

viernes, 10 de julio de 2009

Menudo festín

Las hojas se quebraban bajo sus pasos, haciendo un eco interminable en el bosque muerto. La respiración acababa con el silencio, se hacía más intensa. Las piernas fallaban en esa alocada y desesperada carrera. No lo veía venir, pero tampoco quería mirar atrás.



Al fin llegó. Algunos árboles eran cruelmente maltratados en la atroz persecución del monstruo. Las ramas temblaban, como si se agitaran estremecidas, contagiadas por el terror del que sería víctima. Los afilados colmillos relucían en la negrura del pelaje de la criatura. Parecían querer mostrar una grotesca sonrisa, igual que si quisiera imaginar el sabor de la carne entre sus dientes, saborear la sangre derramada.
Aumentó la velocidad de sus zancadas, cansado de esa estúpida persecución. Siempre podía escapar, y no iba a permitírselo.



Las garras se clavaron en sus piernas, haciéndolo caer. Sintió a la criatura cerniéndose sobre él, derramando su cálido aliento en su espalda. La sangre manaba de las profundas heridas. Una vez inmovilizado, la criatura soltó su presa. Tan solo pudo volverse para contemplar cómo le llegaba la muerte. El ser lo rondaba, como divertido.

Sin pensar siquiera, intentó arrastrarse, tal vez en un intento de llamar al descanso final. Alzó el brazo, y la criatura se abalanzó sobre él. Gritó de dolor y comenzó a golpear la cabeza del ser, enfureciéndolo. Se deshizo del brazo, valorando su cuello como pieza más apetecible.



Los gritos se extinguieron poco a poco, acabando en un gorgoteo, en el que intentaba recuperar la vida que se le escapaba en sangre.

jueves, 9 de julio de 2009

Dicen que...

Amenaza con furor, su mirada está inmersa en ella, sin perder un solo movimiento. Con muda advertencia de que cualquier movimiento podía costarle la vida. Ella en el suelo, esperando eternamente un golpe que no llega, tan solo esa mirada que pesa y le lleva tormentos del mismo infierno.

Las lágrimas marcan su paso allá por donde pasaron, creando la máscara del miedo. Su mirada continúa, y desafía, y grita, y suplica y se enrabia.

Se pierde la cuenta del tiempo. Tan solo encuentra el valor por alzar su propia mirada, y ponerse en pie. Se enfrentan ambos, durante un segundo.

No lo vió venir: el puño cayó sobre ella, tomando la fuerza el lugar de su vida. Se apagó su aliento antes de volver a caer. En el último segundo:

- Te quiero - dijo cuando ya le había abandonado.

lunes, 6 de julio de 2009

¿A que preguntar?

Algo quedó de él, no puedo negarlo. El monstruo permanece, no escucha, no entiende ni razona. No sé decir si disfrute los golpes, pero no me quede satisfecho.

Tampoco puedo decir a quién vi llorar, ni a quién pertenecían más sus lágrimas... A Laniel, a Raquel o a mí. Ahora está muerto, y no volverá a ponerle una mano encima. Y dudo que alguien vuelva a hacerlo.

Juega a ser Dios, a la vez juez y verdugo... ¿Que padre corta las manos a sus hijos? ¿Que dios corta las alas a sus ángeles?

Se cobró mi víctima, pero no esto no queda así.

...

Los muertos, muertos están. ¿A que preguntar?

Recuerdos [IV]

Siempre en mi memoria, mi princesa, siempre en mi corazón. Siempre contigo.

Las tormentas que te atribulan han pasado, una vez más. Ya casi no te estremeces aterida cuando paso junto a ti, en un intento de arroparte con mi presencia. Creí que no saldrías de nuevo. Ignoro las razones que te llevaron a buscar en las castigadas fotografías de la familia; solo vi que las encontraste.

Te vi derrumbarte ante la imagen de tu madre, Lylian, que te sostenía en brazos, mientras yo os abrazaba a las dos, sin perder detalle de vuestra sonrisa. Igual que afloró en tu rostro, durante unos segundos, antes de acabar en llanto. Caíste dormida en el suelo, agotada por los fuertes espasmos que azotaban tu cuerpo. Tiritabas fuertemente cuando quise tumbarme a tu lado, compartiendo un llanto que no escuchabas.

Ella no te olvida, donde quiera que esté: siento su pena desde lejos. Tu eras nuestra luz, y mientras permanezca su corazón late. Igual que el mío.

S.H.

Solo puede sentirse

La bestia casi se sentía volar. Sus poderosos saltos lo llevaban muy lejos, saltando de tejado en tejado en la ciudad dormida. Solo sentía la llamada, cada vez estaba más cerca. Pronto la vería, magnífica y reina, en todo su esplendor.

No necesitaba mirar donde colocaba sus pisadas, tan solo a Ella. Ella, su amante, su reina, madre y maestra. Las nubes parecían huir a su llegada, dejándola a su vista.

Se detuvo en seco, arrastrando consigo parte de las viejas casas, casi derruidas. Allí estaba: la luna se mostraba al fin triunfante, despertando con su llegada a criaturas de pesadilla.

La bestia aulló con furor, complacida y satisfecha. Continuó observándola en silencio, hasta que un fuerte disparo lo quebró. La bestia cayó de su recién establecido trono, acabando en el duro y antiguo asfalto de la ciudad. Sus ojos ardían de rabia y dolor, cuando pasaron de contemplar su costado herido a la búsqueda de su atacante.

Más allá, a lo lejos, una figura vestida de tinieblas surgió de la sombra. Armada con un largo mosquete, se apresuraba a volver a disparar. La bestia no quiso dejarle oportunidad, por lo que el Cazador tuvo que abandonar el arma a larga distancia por una espada larga, en el pasado ya manchada de aterradoras criaturas.

Ambos esperaban el encuentro impacientes.

Muñecos

Corría entre todos, sin fijarse en rostro ni voz, mirada ni furia ardiente. Tan solo corría.

Los disparos a su lado, por doquier, como queriendo acompañarlo en su larga carrera, que parecía no querer acabar. Muchos seguían gritando, incluso acercándose al lugar del que intentaba huir desesperadamente.

Algunos grupos se alentaban entre si, en un vano intento de reclamar su libertad. Otros se refugiaban en mínimos espacios, encogiéndose e intentando desaparecer de aquella pesadilla que reclamaba sus vidas.

“También la mía”

Seguía en su carrera, hasta que dos muchachos arrojados se lanzaron a su propia muerte. Cayeron uno tras de otro.

“Frente a mí”

Derramando la joven sangre que clamaba por vivir.

“¡Son niños!”

Se había detenido. No sintió el impacto en su cabeza, ni siquiera cambió su expresión de horror al ver los cadáveres. Cayó como un muñeco, con la mirada congelada, viendo en su mente como su cuerpo se negaba a responder a sus impulsos.

“QUIERO VIVIR”

Continúo horrorizándose al ver que su conciencia se apagaba. Ya no oyó nada más.

sábado, 4 de julio de 2009

Un grito al Horror

El niño es lentamente recogido, cuando el suelo reclama su cuerpo inerte, atrayéndolo hacia sí. El corazón roto de otra madre, que se deja la garganta en el lamento, las manos al buscar a su hijo de entre los escombros, la vida al encontrar sus ojos muertos.

Debemos de estar equivocados, ya que siguen luchando. Están llorando, ESTÁN MURIENDO.

Un silencio no elegido al ver la soledad de los muertos

Una llamada desconcertante

Volvía a apuntar a aquel malnacido. Ese maldito gato estaba ahora tumbado en el suelo, muerto. Y pronto también lo estaría él. La secuencia de película seguía en marcha, alternando entre luz y oscuridad en la habitación, pero yo no podía perderle de vista. La sonrisa no se borraba de su cara, esa sonrisa que me pone los pelos de punta.

"¿Qué es lo que sabes, monstruo? ¿Qué quieres de mi?"

Ojalá Diego siga al teléfono, ojala lo esté viendo Soler, no puede perderse esto.
Esa bandera de perdición está detrás de él. Lo creía cruel, pero esto… no es humano.

- ¿Y bien, Gabriel? – pregunta Márquez

Ignoro de dónde saco valor para hacer esto, menos aún con esa mirada en mí. Un brillo de… ¿demencia?

Abro la boca para responder, pero las palabras se congelan en mi garganta... El gato, se está poniendo en pie… ¡Estaba muerto!

Vuelvo a mirar a Márquez, su sonrisa se ensancha. Las palabras no caben, todo esto roza la irrealidad, a punto de perder la razón.

La pesadilla acaba de comenzar, en esta espiral de locura.

miércoles, 1 de julio de 2009

Extraña fascinación

La música comienza y la multitud calla… El telón se eleva y la luz nos deslumbra: un ángel se posa delicado sobre el escenario, haciendo gala de su increíble gracia, por lo que nació y por lo que ella vive, ahora lucha. Los ángeles bailan…

… y uno permanece a mi lado, sosteniendo mi mano, entre susurros y caricias.

Monstruos a la luz

No hay… palabras, palabras para expresar el horror. Nunca pensé que las criaturas de mis pesadillas infantiles cobraran forma. Y ahora están ante mí, encerradas en urnas de cristal, donde deben permanecer para que continuemos a salvo…

La magnífica tarde en Ronda se oscurece por lo que ahora veo… Terminados en el Gato Negro, Laniel se quedó dormida por la gran excitación de aquel día. Demasiada vida y color creo.

No olvido su expresión de sorpresa al probar su taza de chocolate caliente. Y de vuelta a “casa”, ella en mis brazos, agarrándose en su sueño a mi cuello para no caer…

Márquez nos vuelve histéricos a MariaM y a mí; Asarta nos sorprende… peculiarmente al comenzar su relación con Laura y Gabriel se pierde a saber donde…Tengo que meterle mano a esa preciosidad de moto que tiene.

Y de mientras, Gloria me espera en Málaga… ¡¿Qué hago?!