martes, 30 de junio de 2009

Las venganzas quedan cumplidas

En esta noche no cabe el sueño, que sin duda estaría colmado de plácidos delirios.

El mar arrastraba todo aquello que no fuéramos tú y yo. Las palabras, los recuerdos, todo. Tus manos buscan las mías, mientras se cumple un beso que no quiero que acabe jamás. Olvido al resto del mundo, y este quiere olvidarme a su vez.

Tus ojos, tan oscuros, parecen abismos y quiero hundirme en ellos. Veo tu sonrisa, que comparte mi euforia. Y me buscas, para encontrarme impaciente. El sonido de las olas no me deja escuchar, en la arena quedan nuestros pasos, como muestra de un largo camino que recorrer.

El Tiempo huye de mí, transformando en segundos las horas. La sombra es nuestro camino de vuelta a casa.

lunes, 29 de junio de 2009

Nieva

Recuerdo… que siempre hacía frío. A Raquel le gustaba mucho, sobre todo los días en los que nevaba. Me pedía siempre que la llevara a pasear, que no quería ir sola, porque le daba miedo perderse en mitad de tanto blanco.

Realmente casi lo hacía adrede: corría en busca de algo que llamara especialmente su atención, volando segundos después para mostrármelo. Sus ojos brillaban. Yo solía pensar que la nieve era parte de ella, que se escapaba de su alma hacia al cielo, para devolvérsela al nevar.

Los bosques nevados cerca de casa donde no cabía el color rojo.

sábado, 27 de junio de 2009

La vida arde

El agua le inundaba los pulmones, llevando un amor imposible hasta el camino hacia la muerte.

Casi había perdido la voluntad de nadar, y se dejaba arrastrar por la fuerte corriente. El río atravesaba la ciudad, que ahora ardía con furor, y su curso pasaba junto al lugar que llamaba hogar.

Sus parpados se cerraban, mostrando su deseo de hundirse en las tinieblas por fin; y un grito desgarrador llegó lejano hacia sus oídos. Abrió los ojos para ver a su alrededor, y en ese justo momento chocó con el gran sauce en el que jugaban sus hijos, ahora derribado en el río.

Se abrazó a él, haciendo un último acopio de fuerza. Miro entonces a su hogar, en el que ahora habitaban las llamas, junto a su familia. Juntos gritaban, juntos morían. Y el sintió envidia de ese fuego, por estar junto a ellos, antes de dejarse morir en el agua.

miércoles, 24 de junio de 2009

La luz del mundo

Entre multitud, aún podía verte. ¿Cómo pasa desapercibido un ángel, cuya luz ilumina nuestro oscuro mundo?

Me encantaba ver como tus manos sostenían los libros que adorabas, deslizando suavemente las páginas en las que se hallara una cita que dibujara tu sonrisa. Y algunos contenían canciones, muertas y abandonadas si no eran rescatadas por tu voz. Tal vez no las hubiera, tal vez fuera una maravilla escondida, entre las letras, sonriendo divertida, esperando a ser hallada por ti, pues solo tú podías verla.

Nuestras voces unidas, en un canto irreal y de ensueño. Cerrabas los ojos y la música te llevaba, ni siquiera percibias que yo callaba para escucharte. Nadie más lo hacía.

Imposible no amarla, inútil no adorarla, imcompletos al no mirarla.

Algo ocurrió: aquel que decían que podía realmente amarte dejó morir tu mayor regalo. Se marchitó la rosa más hermosa. Pero ella no lo dejó, ni por un momento.

Su voz seguía alzada, mientras lloraba cansada y no me veía llegar, para colocarme a su vera y dejarme acunar en el silencio tan dulcemente roto.

Tus manos me acariciaron una última vez, al igual que me mirabas con amor infinito.

Su luz se apagó, y no pude decir adiós. ¿Cómo no lo vi? ¿Cómo hacertelo saber? ¿Cómo decirte que te amaba, y no saberlo hasta que te perdí?

Perdóname, mi amor.

martes, 23 de junio de 2009

¡Nueva apertura!

Juguetes que parecen de ayer, coloreadas con sonrisas de siempre. Los niños aquí ríen, y sueñan.

La casa nos ha acogido, pagando mi miedo y el candor de Susan dejándonos pintar sus paredes a placer, sin ningún sentido. Ah, ¿pero tiene sentido algo de lo que hacemos?

La alegría y la buena acogida casi nos han hecho olvidar al resto del mundo, sobre todo a aquel tipo, tan bien trajeado… Alguien nuevo… ¿Quién será…?

Despierto sin ti

El pergamino en mis manos. Ver tu letra me hace imaginar el momento en que la escribías. Tus delicadas manos, que deseo tener cerca en todo momento, junto con tus labios, sosteniendo la pluma.

Las lágrimas casi hacen correr la tinta, ya que te veo tan lejos, después de tenerte tan cerca mía... Todavía conserva tu aroma.

Quisiera sostener tus manos en las mías, acariciar tu rostro cuando duermes, contemplar tu mirada después de regalarte un beso… Ver como se cierran tus ojos al fundirnos en un abrazo, y tu sueño tranquilo, que me obliga a velarte por las noches, pues parece un sueño tener a mi lado a lo más bello.

Volver a sentir el temblor de mi respiración cuando te acercas. ¿Una estrella? No, si acaso lo soy, es que me cedes tu brillo.

AE

lunes, 22 de junio de 2009

Renacer

La noche nace pura, mientras contemplo el cielo y la luna me tiene a su vera.

Me susurra de recuerdos de cuando solo se contaban aquellos a los que más admiraba. Y de cuando me unía a ellos en sus intrépidas incursiones en la oscuridad, para salir siempre victoriosos.

Mil recuerdos, cientos de frases, miríadas de momentos y risas que no podré olvidar.

Huyendo antes de que nos diera caza el amanecer, sonrisas que se esconden en las sombras, cansadas y felices. Vagos temores que en aquel lugar tomaran forma, vencidos por el calor de su mano y sus palabras, que aún permanecen en la memoria.

domingo, 21 de junio de 2009

Agua fría, dulce atardecer

Por Amor, que todo lo puede, que todo lo vence, que a nadie engaña, que a muchos enfrenta, al que pocos se resisten...

Que a mi me hace volver, que me llama, caricia dulce, peligrosa, que me sirve el mundo. Al que pocos se enfrentan.

Las palabras se congelan en la garganta, como el tiempo una vez en el aire.

Se congela el tiempo, y tu mirada en mi memoria, para guardarla siempre conmigo, donde no se pierda.

Sólo un paso más. El mundo en mi mano, en el que todo puedo alcanzar.
El mundo en mi mano; la suya en la mía, de vuelta a casa.

Un abrazo, las palabras saltan con la sonrisa eufórica de verse libres y ella dijo:

"Sí, yo también"

jueves, 18 de junio de 2009

Vacío [III]

Hoy he querido rozarte, mi vida. Acariciar tan solo un milímetro de tu piel, durante un segundo, para después perderme.

No me miras, no me hablas. Cuando lloras desconsolada, tu silencio me dice: ¡Aléjate!
Y después, en tus sueños, me llamas a tu lado.

¿Cómo es posible tenerte tan cerca y a la vez tan lejos?

Mi estrella, mi princesa, mi vida. La luz que ilumina el cielo que para mi siempre está oscuro. Está oscuro desde que tu me faltas.

Esa imagen sigue en mi cabeza, acercándote para recoger esa lágrima... ¿Qué pasó, mi vida? Llena el espantoso vacío de mi memoria, ¡ayúdame a recuperarte, a tenerte más cerca!

La incertidumbre me agota, quiero descansar, pero todavía no puedo. Todavía busco tu mirada, mi princesa.

S.H.

miércoles, 17 de junio de 2009

Lo que dejas atrás [VI]

En la comisaría no paraba el trasiego. De aquí y de allá llegaban nuevos casos, o algunas nuevas que sobre los misterios arrojaran luz.

El capitán Benjamin Harvey se encontraba en la soledad de su despacho, con las manos cruzadas frente a su rostro, callando las mil maldiciones que su alma luchaba por gritar.

Apoyado en su escritorio, con informes de testimonios, fotografías sobre las que no se podía sacar nada en claro, y la pena que traía la muerte de un compañero.

La muerte de un hermano.

Tenía también los objetos rescatados de su coche, como posibles evidencias, y también de su cuerpo. El viejo revólver, reliquia familiar. Las llaves, algo gastadas de las veces que se apresuraba a entrar en casa.

Las dos fotografías, en las que salía toda su familia. Benjamin recordó que Thomas solía llevar una siempre consigo y otra en su coche, para que lo acompañaran allá donde fueran.

"No en este viaje, hermano, en este no" pensó Ben al tomar una de las fotos. "Pero no dudes que el que te hizo esto no tardará en seguirte"

Extraño amanecer

La casa estaba oscura, en un silencio que quedaba lejos de ser estremecedor. El frío de la madrugada, cercana al amanecer, había limpiado los pulmones, había refrescado el alma y dejado en sus ojos una expresión de cansancio y dormida alegría.

Unos murmullos se escuchaban desde la puerta de entrada. Ahí estaban, los cinco, revolviendo mil partituras, en batalla campal por hacerse sitio en la reducida habitación con guitarras y teclados.

Todos le miraron, con una sonrisa por saludo. Cogió el violín, se sentó a su lado, uniéndose a la revolución de la música.

martes, 16 de junio de 2009

Un cuento

- ¿Dónde están los niños? - se preguntaban.

El pueblo entero corría de un lado hacia otro, buscándolos desesperadamente. Las cuatro familias, de los cuatro niños, miraban al vacío desconsolados.

Nadie los echó en falta en un principio, tan solo habían ido a jugar al pequeño campo de la casa del viejo Tom. Los adultos, en sus quehaceres, dejaron llegar al anochecer, sin preocuparse por ellos.

El viejo Tom los había vigilado en todo momento, más aún cuando ellos empezaron a jugar con aquellas pequeñas luces que revoloteaban a su alrededor. Una de esas lucecitas se poso en su nariz durante unos segundos, y creyó ver a una joven diminuta en esa luz.

Los niños reían, y se acercaron corriendo a aquel hombre que venía del bosque. El extraño también sonrió y tomó a cada uno de ellos en brazos.

El viejo Tom no se extraño de su presencia, ni tampoco de su familiaridad. Se recostó en su vieja silla, observando su ternura para con los niños.

El extraño le miró entonces y habló:

- Viejo guardián, descansa ahora, y deja a los niños volver a su hogar...

Tom cayó en un profundo sueño, del que no volvió a despertar. Los habitantes del pueblo lo encontraron en su eterno sueño, con una extraña sonrisa en su rostro.

Habían vuelto a casa.

lunes, 15 de junio de 2009

Sike

Noche eterna, en la que los segundos caen y pesan como milenios.

La música, que en su día fue cálida y purificadora, solo trae el mal recuerdo.

Había comenzado brillante, más que ningún otro. Podríamos pasar la velada juntos, y cuidarla, por todas las veces que no pude hacerlo.

Pero la luna fue egoísta, celosa y caprichosa. Llevó a los amantes a abrir la herida, que con una nueva sonrisa, había empezado a cerrar. Vengativa, ríe su última jugada, y dolida paga mi traición, incumplida mi promesa cuando le juré amor. Las lágrimas no quieren volar, cansadas de esperar.

viernes, 12 de junio de 2009

Aún por dar

Las yemas de sus dedos se posaron en la lisa madera. Estaba fría, pero su tacto no era desagradable. Contrastaba con el fuego que quemaba en su interior, con su respiración rápida y entrecortada.

Apoyó las manos en su amplitud. Los largos dedos permanecían casi inertes, sacudidos en ocasiones por extraños espasmos. Hacían el amago de cerrarse con fuerza, pero era solo eso, un amago.

En un momento, ambas se unieron en un abrazo perfecto, como si estuvieran hechas la una para la otra. En las últimas horas no se habían separado demasiado, pues las unían las esposas a las que estaba sometido su dueño.

Caricias mutuas, con las suaves palmas que se habían mantenido intactas, intentando proteger la cabeza y el resto del cuerpo al que habían casi matado a golpes.


Las manos se crisparon, al escuchar las últimas palabras el preso.

"Que el Señor se apiade de su alma"

Las que antes sostuvieron hermosos rostros a los que besar, mil puñales con los que proteger su vida, y las que tenían infinitos abrazos aún por dar, acariciaron la soga que rodeaba el cuello.

El cuerpo cayó, y de él huyó el aliento de la vida.

jueves, 11 de junio de 2009

Tardes con Lorca y un ángel

- Llámala ¡Llámala de una vez!

- ... No sé, ¿y después qué?

- Pues la invitas a dar una vuelta...

Entre altos y bajos, hoy ríe. La tensión se apaga en los últimos días, y el sueño llama como sirena, en dulce esperanza. Prometiendo placenteros sueños que alivien el pesar. Aunque halla ángeles que deseen pesadillas, pero con mucho amor.

Una nueva sonrisa, que hace olvidar cualquiera que fuera ahnelada y ahora hiriente. Esperando oír su voz, verla de nuevo.

Consuelo mutuo, susurro desde mi espalda, unos brazos que rodean mi pecho.

Recuerdos

¿Papá? ¿Valiente? Dime cómo, cuando lo fuiste.

¿Es valiente aquel que mata? ¿Que mata lo que decía más valioso en su vida?

La quisiste, es cierto, pero durante segundos. Antes de descargar aquellos golpes, que ya no levantaban gritos, sino que los recibía inerte. Como si estuviera muerta. El cuerpo se movía tan solo unos centímetros, al recibir las patadas. Era una muñeca en tus manos...

Los golpes de la puerta de la habitación en la que me encerrabas no valían para nada. Tú solo sentías la saña con la que golpeabas.

Mi pequeña Raquel, te fuiste en silenco, igual que llegaste.

lunes, 8 de junio de 2009

Bluebeat

Comenzó a juguetear con sus dedos el teclado, mientras unos amigos contemplaban expectantes, con una media sonrisa en la cara. Las notas saltaron alegres al exterior, esperando su salto, cuando alguien se dirigiera a tocar sus teclas.

Algunos rostros se volvieron, al escuchar la música. Los largos cabellos caían sobre la cara del pianista, pero eso no le impedía seguir tocando. Todos se arrimaban hacia él, que ni siquiera se daba cuenta de que estaban allí.

La melodía era conocida, y el coro empezaba a extenderse. Las palmas resonaban en toda la sala.

Bailando bajo la luna, la noche tenía un brillo sobrenatural y especial.

Cada tanto, alguien tocaba a la puerta, y era una sonrisa, dos con suerte, quienes se unían a la fiesta. Unas se alzaban encima de otras, entre abrazos y risas. Se unían al canto, incluso antes de llegar.

El piano expiró sus últimas notas de aquellas manos, y fue relevada por guitarra a otras igual de hábiles. La música era reina aquella noche.

El pianista se alzó de la butaca, buscando una mirada entre la multitud.

Allí estaba. La dueña de esos ojos se enterró entre sus brazos, mientras a su alrededor espíritus eternos que los creían invisibles, bailaban. Ambos se fundieron en un beso, entre acordes y luz de luna

Carpetas multicolor

Gabriel ha puesto su puño a medio centímetro de mi cara. Esto nos va a pasar factura... MariaM está más callada todavía, Daniel me deja sin tabaco y Gabriel está en proceso de asimilar lo que ha visto.

No estamos seguros en nuestra habitación. Y Soler... que no termina de saber algo, pero tampoco puede decirnoslo todo.

Poco hemos hecho, salvo volver a la base. Y la muñeca no deja de doler. La esquirla prende, sin dejar ceniza.

Ojalá no acabe como aquel que tuvo los mismos síntomas.

"Mamá buena, Papá Valiente. Yo sola. Cordero no, león sí"

domingo, 7 de junio de 2009

Toc, toc

Contuvieron la respiración, pues en ello les iba la vida. Escuchaban los pasos sobre la madera de la casa, avanzando hacia ellos. Casi se podía percibir el leve goteo de la espada que portaba el intruso.

Madre e hijo, escondidos en la buhardilla secreta de la casa, veían pasar por encima de sus cabezas a aquel extraño, con una espada manchada de sangre. Pero no era el único carmesí que vestía: aquellas túnicas, conocidas por todas las costas del aterrorizado país.

Madre e hijo, rezando por su esposo y padre, quién sin dudar se atrevería a hacerle frente. Un esposo que lanzó el hacha en un ataque desesperado, una lanzada horizontal. Un padre cuyo arrojo le arrebató la vida.

El Túnica Roja esquivó el hacha, y se lanzó hacia el flanco desprotegido. La sangre brotó en los labios del valiente que se atrevió a hacerle frente. Este miró al que le ensartaba de lado a lado, que le sonreía desde tan escasa distancia, y por último dirigió su mirada hacia el escondite antes de caer para siempre.

El Túnica Roja dejó que la hoja de su espada se deslizara del cuerpo con la caída, y se acercó hacia donde le guió la mirada del muerto.

Descubrió el brillo del miedo en los ojos de aquellos que se ocultaban bajo las tablas de la casa. El Túnica Roja golpeo la entrada, y con voz divertida preguntó:

- ¿A quién tenemos aquí...?

miércoles, 3 de junio de 2009

El hogar [II]

Querida Aurora:

Como cada día que me regala el cielo por poder verte, te acompaño aunque no me veas. Tu mirada jamás se posa en mi, por muy cerca que esté. No importa, mi preciosa estrella.

Hoy he dejado de contar el tiempo, al detenerme frente a nuestra antigua casa. Los muros están derruidos, las rosas que tus suaves manos cuidaban, ¡ahora están marchitas! El jardín ha perdido su color, y también las paredes su vida.
Todavía recuerdo las mañanas en las que lo primero que escuchaba era tu risa, tus pasos corriendo hacia el dormitorio. Después sentía tu leve peso al abalanzarte sobre la cama...
Ya no puedo consolarte con viejas historias del norte en las noches que son rasgadas por truenos y lluvia. No sabes cómo se percibe tu ausencia.

Recuerdo cuándo tus dedos, frágiles, recogieron una sorprendida lágrima...

S.H.

Tierra de Pánico II

De gorriones, que nublan el cielo sin quererlo. El tiempo corre y continúan su vuelo. Y anochece, sin notar apenas la huida del sol entre las pequeñas alas.

El hogar que ahora es encierro, que es prisión, pesadilla y maldición. Las noches en vela esperando el aullido de la bestia, que nunca llega.

Criatura herida, que llega vertiendo su amor. Un amor sin límites, un corazón que desprende toda su belleza en la mirada, en su sonrisa.

Volviendo una y otra vez al ser amado, cuando este le despide a patadas. La lleva de la mano, entre gritos y golpes que no conocen pausa.

Mis súplicas no son escuchadas. Tan solo permanece la adrenalina, el placer en sus ojos. Y una voz que pide:

"Ya no más"

Tierra de Pánico

La calma tan solo era fingida, o al menos eso nos pareció.

La tormenta se desencadenó furiosa, violenta y fulminante. Tan fulminante que no nos dejó salvarle.

Papá estaba fuera, paseando como todas las tardes.

Lo arrastró, lo mató. Dejó su cuerpo a nuestros pies.

martes, 2 de junio de 2009

Pesadilla [V]

Primero sintió la asfixia. El aire llegaba con espesa dificultad. Abrió los ojos y encontró la misma oscuridad que nublaba sus sueños.

Alzó las manos y encontró una pared, a escasos centímetros de su rostro. Aceleró la respiración, agotando poco a poco el oxígeno que restaba.

Todos los sonidos de alrededor llegaban amortiguados. Infinidad de murmullos, y un llanto. Recorrió con sus manos el reducido espacio en el que se encontraba... una caja, tal vez, ¿un ataúd?

- Papá... Vuelve, papá... - suplicaba el llanto.

Comenzó a golpear las paredes de su prisión, a la vez que el llanto se convertía en un aullido desgarrador, y los murmullos en una cantata en trance.

- ¡BASTA! - gritó.

El coche se revolvió con el sobresalto de Dave. Estaba bañado en sudor, y aquel aullido se hacía lejano. Hasta desaparecer.

La noche todavía no envejecía, y las calles estaban vacías.

Dave aferró el volante hasta que sus nudillos quedaron blancos, con la mirada puesta en un punto del horizonte, sin creer todavía que había soñado estar dentro del ataúd de Thomas Harvey.