viernes, 29 de enero de 2010

¡Adelante!

¿A que estamos esperando?

El mundo está ahí fuera, esperando nuestro regreso. Porque pocas se pueden resistir a este entusiasmo feroz que recorre cada fibra de nuestro cuerpo. Y al que no quiera seguirnos ahora, ¡dadle algo en que creer! ¡Vamos! Hay mucho que perder, pero mucho más que ganar.

Y porque la vida no se hace de esperar. Las oportunidades vuelan en el cielo, como aves en el aire. Y esperando están a que las cacen.

¡Dadnos algo en que creer! Que pondremos nuestra vida y nuestra sangre por aquello que creamos que lo merece todo. La vida es bella y merece la pena vivirla.

¡Y lo grito al cielo y a los mil vientos! El camino está lleno de tropiezos, y de ellos se aprende.
Caminemos

jueves, 28 de enero de 2010

Algo muy humano

Alzabamos la mirada al cielo, esperanzados y anhelantes, como si toda nuestra vida dependiera de ello. Teníamos nuestra fe ciega, aquellas palabras que todavía resonaban en nuestros oídos y el mensaje de esperanza.

Aquello nos bastaba para continuar adelante. Por primera vez en muchos años, después de años buscando un pilar fuerte, lo hallamos. Nos sentíamos como en casa, de donde en su día tuvimos que abandonar todo recuerdo y pasado junto con aquellas paredes con las que vestía mi infancia. Mi hermana no pudo hacer otra cosa que seguir mi camino. Parecía mentira que yo fuera el menor de los dos, pero ella no podía siquiera responder por su vida.

Una vez que se le mostró una vereda a seguir, se aferró a la vida, a ese camino.
Habría de pasar casi una vida antes de reconocer que no eran más que engaños.


Después de tanto tiempo, mucho después de haber conocido a los que serían nuestros salvadores, pudimos ver la verdad.
Ahora miramos al cielo, con la única esperanza de encontrar respuesta. Porque un cielo tan azul no puede esconder mentiras. Mi hermana vacilaba a mi lado, vencida por el cansancio.
Con su frágil voz en susurro:

- ... Tengo tantas dudas...

Por fin, rompió a llorar

sábado, 23 de enero de 2010

Solo existe en mis páginas

Estas calles se ven tan oscuras que apenas nadie se atreve a recorrerlas ya. Tan solo los que se acogen a una fe más ancestral que ninguna otra: el alcohol. Todos tenemos en común refugiarnos en los cuchitriles más podridos de la ciudad, creyendo que así estaremos a salvo. Lo único que estará seguro será nuestro sentido de la vista, pues así no veremos jamás los crímenes que se cometen por puro placer.

El orden a desaparecido de entre todos los lugares. Solo algunos recuerdan cuando podían pasear tranquilamente por las aceras, bajo la cúpula oscura. Y las anécdotas son ahora de tiempos con seguridad... Este mundo se ha vestido con un velo de tristeza y oscuridad que solo pude ver alguna vez en los libros. El horror teñido de realidad.

Espera... en la calle de atrás. ¡Este tugurio tiene puerta trasera! Vemos sombras moviéndose allá atrás, y los gritos vienen y van. ¿¡Qué hacer!?


Como cada noche, hay apagones en algunos sectores, como mínimo. Todos los aquí presentes hemos gritado de terror. Y bajo los gritos, creo haber oído la puerta ceder... Esa sombra de muerte supera a toda fuerza de voluntad, quemando los nervios de acero.

Ahora todo es silencio, que parece hacerse eterno.

jueves, 21 de enero de 2010

El frío del invierno

Me sentía como intruso en aquella escena. Todas las hogueras ardían a nuestro alrededor, celebrando aquella fiesta del demonio. Pero aquel fuego de sus ojos no tenía nada que ver con aquello. La pareja que ni siquiera había empezado a ser bromeaba con medias sonrisas y besos que anhelaban ser robados. Solo hacía falta el valor para abrir el corazón

He perdido la cuenta del tiempo, tan solo veía las fotos que de vez en cuando dejaban caer. Y también de aquella noche que me encontré al enamorado, con su amplia sonrisa.

Amores de verano, lo llamaba, y que ojalá que no se los llevara el viento del otoño.

Ahora los miro y no sé si sonreír melancólicamente o dejarlo, simplemente. ¿Será el reflejo de mis miedos lo que en ellos todos hemos visto? A todos les ocurre alguna vez, lo he visto bien de cerca.

Supongo que los amores de verano, hace tiempo, acabaron

domingo, 17 de enero de 2010

Ahora duermen...

El tiempo...
acaba de perder... su sentido

Se detiene por instantes
y luego...
pausa

Ni siquiera tiene sentido lo que digo. Ha dejado de existir, todo. La multitud a mi alrededor está evaporandose a mis ojos. No distingo formas, miradas, voces. Ni siquiera siento mis dedos, sosteniendo el telegrama que también empieza a desaparecer.

Las letras se convirtieron en una vorágine monocromática, uniéndose a la cacofonía del parlamento. Ilegibles a mis ojos, imperceptible el mundo a mi alrededor.

El barco: hundido. Clasificación: desastre. Supervivientes: cero.

Escucho la madera sonar bajo mis pasos.
"¿Cuándo empecé a caminar?"
Beth. Carl.
Todo reencuentro, toda mi vida. Hundidos, junto con ellos

Arrebato

¿Qué horrores se fraguan en aquellas pútridas paredes? ¿Llegará la locura a acallar los tormentos que azotan sus mentes y sus cuerpos? Mil horrores se ocultan en lo profundo. Igual de desconocidos que los misterios de este mágico mundo, así de crueles pueden llegar a ser.

Hielo y fuego, sombra y tiempo.
¿Qué hicimos para que merecieran tal castigo?
¿Quién le da derecho de gobernas sus vidas como juguetes? ¿Quién me impide cortar su cabeza, ofrecer sus entrañas a los perros y humillarlo ante la multitud? Su vida tiene tanto valor como el que el otorga a sus súbditos. Reclaman su sangre, yo reclamo su mirada pidiendo clemencia.
Porque no existe perdón para tantos años de hambre, muerte, desazón y desesperanza.

Preparaos, pues los cimientos de este corrupto reino van a temblar.
Preparaos, pues vuestra cabeza va a rodar entre la plebe eufórica.

¿Cómo?

Dibujo líneas sin sentido sin siquiera mirar al papel. Miro al cielo que se me antoja nublado y triste, que añora tiempos mejores. Nuevos frentes y las manos vacías hacia el cielo. ¿Qué hacer? ¿Cómo pueden llegar las palabras a su destino? Parecen quedarse en el camino, inútiles.

miércoles, 13 de enero de 2010

Cuentos para dormir

Mis manos están frías por el contacto con la escarcha de las tejas. Sí, hemos subido a los tejado de casa buscando el silencio y un cielo en atardecer. Digamos que las cosas allá abajo, en casa, no están del todo bien. Mamá y papá discuten, pero supongo que les pasa a todos.
Cogí a mi hermanita Judith y la subí, pues hacía días que me pedía subir para ver las estrellas. Aún no podíamos verlas, pero así aprendería a ser paciente.

Ha pasado casi una hora, y ya no se oye nada más. Estarán hablando y solucionando todo, dando ejemplo y cosas así... Pero no me apetece bajar. Corre una brisa fresca que revive el alma y nos hace desafiar el horizonte. Judith parece una bolita, así envuelta entre tantas mantas. Ahora le está contando cuentos a las estrellas para ayudarlas a dormir. Lo mejor es que nunca cuenta uno diferente, y a su modo, también los comparte conmigo.


Hacía demasiado frío, y tuvimos que bajar. Ahora la pequeñaja pinta en su cuarto alguna idea fantástica de su mente maravillosa. Paseo por la casa que permanece en silencio a tientas. No hay mucho que averiguar: a papá y a mamá les sorprendió el sueño en el sofa, abrazados.

martes, 12 de enero de 2010

Retazos

Podrían pasar años en mi vida, que jamás podría olvidar aquel rencuentro. Las sesiones en aquella sala llena de libros y ricamente adornada, el palacio de mi psicóloga, habían quedado atrás. Nunca sabrá lo mucho que hizo por mí, pues yo no pienso dejarle ver a la nueva persona que despertó de entre lo oscuro de mi memoria.
Se llamaba Isabel, y siempre me quedó la intriga de ver aquellos ojos tras sus gafas. A veces quería mirarlos cuando los reflejaba el sol, que se veía dorado tras las cortinas de su despacho. Ideal para el recuerdo perdido.

Isabel avivó la chispa en mi memoria, y en seguida todas las vivencias que había perdido con una celeridad pasmosa, volvieron con esa misma intensidad. Un millar de rostros que quizás tan solo había divisado una vez, llegarón a mi para dejar un segundo después paso al siguiente. Pinceladas de lugares que pisé alguna vez, a los que iban anclados pequeños e importantes recuerdos. Sentimientos que iban ligados a aquellos lugares y rostros.
Retazos de mi vida.


Llegado el momento no me servían ya ni las charlas ni aquellos preciosos ojos tras el cristal: debía indagar por mí mismo sobre mi vida. Con todas las piezas de mi rompecabezas, volvería a casa, a mi vida, a todo lo que perdí sin siquiera saberlo.

Y ahora frente a la puerta, no me atrevo a tocar para señalar mi regreso... Espera, hay alguien tras la puerta...

¿Bienvenido a casa? ¡Sí!

lunes, 11 de enero de 2010

GRITO AL VACÍO


Y que toda la crueldad de Crisus me sabe a poco, que en mis manos quisiera tener su vasto Imperio para gobernar a mi voluntad y egoísmo. ¡Con todas sus pequeñas vidas a mi merced, esperando atemorizados a que los devore! Y soñando que recorro el espacio infinito, que jamás llegaré a tocar.
Veo las estrellas tan lejanas, tan perdidas en esta oscuridad. Tan cegadas en su desesperación que no verán jamás la luz de su propia hermana.

Hay tanto silencio en esta nave vieja y gastada. Me da miedo la simple idea de pensar en salir a buscar esos susurros que habitan en los corredores. Suspiros que inhundan mis silencios. Risas lejanas que torturan al corazón. Lágrimas que desean ser sangre para dejar el dolor en su muerte.
Y mi mente es incapaz de ver los retratos colgados en mi memoria, fotografías que jamás llegamos a enmarcar, momentos que quedaron por inmortalizar. La cámara ha caído al suelo y ahora es inútil. ¿Quién se molestó en siquiera mirarla?

¿Quién recuperará todo el tiempo perdido?

Lo que ella jamás querrá ver es que su abrazo viene a mí en mis sueños

¡Cumpleblog!

Hoy hace justo un año que inicié la pequeña aventura del blogueo. Una nueva evidencia de que el tiempo vuela, pero me llevo conmigo el recuerdo de montones de amistades, nuevas y viejas, que me siguen acompañando, y que, de vez en cuando, me seguirán leyendo.

Muchas gracias por los ánimos, los apoyos y las críticas que me ayudan a mejorar. Solo deseo poder seguir compartiendo momentos especiales entre letras, seguir aprendiendo de todo y de todos y que a todos les llegue desde mi corazón un fuerte abrazo, un beso y un sentido agradecimiento.

Porque juntos hemos abierto nuevas puertas a un mundo mágico y único

sábado, 9 de enero de 2010

Sentidos Iluminados (IV)

El padre Benjamín siempre fue un hombre bondadoso, y acorde con su nombre, muy afín con los niños. Nunca le faltó una sonrisa para con nosotros y hacía de sus sermones algo divertido y fácil de aprender. Aunque yo siempre prefería mirar al cielo y tal vez volar que a escuchar sus palabras, por mucho que las endulzara.
Después de aquella primera vez, Miael tomó por costumbre buscarme antes de que me escaqueara, así que pocas veces podía realizar mi escapada. Hablaba poco, pero cada vez sonreía más. Y esos gestos no escapaban a los ojos del padre Benjamín.


Por aquellos días trajinaba en mis quehaceres, paseando de aquí y allá, tomando comodidad y seguridad con mi arco. Acababa de disparar una flecha, justo en el blanco, cuando escuché su voz a poca distancia de mí, a mis espaldas.

- Una flecha bien dirigida es un éxito seguro - decía cruzado de brazos y la vista fija en la diana - Al igual que muchas cosas en esta vida que Dios nos regala.

Después de terminar su frase, me miró y sonrío con franqueza. Sus anteojos no podían ocultar la vivacidad de sus veinte años, a pesar de la formalidad y seriedad que suele apoderarse de los hombres de Dios. Lo miré sin volverme completamente, esperando una explicación a sus palabras.

- No todas las flechas son de madera. A veces son decisiones en nuestra vida, que sin saberlo siquiera, son verdaderamente importantes - aclaró agachándose a mi altura.

- ... Como... ¿qué cosa? - pregunté interesada.

- Como por ejemplo... las palabras adecuadas en mis sermones. O quizás un buen compañero de pupitre. Ese compañero puede convertirse en un buen amigo.

Mis pensamientos se dirigieron lentamente hacia Miael, a la vez que agachaba la cabeza, pensativa. Antes de terminar de conectar ideas, escuché lejana la voz de Benjamín.

- Cuídala.

Se alejó entonces, dejándome sola con mis pensamientos. Tensé el arco con una nueva flecha, y me aseguré de dar justo en el centro de la diana.

En algunos momentos no puedes fallar. Pero fallamos

viernes, 8 de enero de 2010

Todo pasará

Si esto es
todo lo que tenemos y hemos sido
Solo esto...
El tiempo se escapa y aunque parezca que se quede
lo dejare hoy.
Porque no queda nada para seguir esuchando
me perdere lejos
Me daré la vuelta y desapareceré.

Porque son demasiados giros los que llevamos sobre nuestros cuerpos. Demasiadas palabras que son aplastadas por las que vienen un segundo después. Debo creer que todo pasará. Porque son demasiados fuegos los que alimentar a la vez, y ay de mí si los dejó extinguir.
Porque parece que debo fallar a unos para contentar a otros. La incertidumbre de unos pocos son el gozo de tantos otros. Porque me sujeto en dos banderas de diferentes patrias, amenazando de a poco por quebrarse.

Escupiendo las palabras sobre el papel para alejar el llanto.
Y que a veces quisiera que mi mente fuera mar para que las olas se lleven las malas corrientes

miércoles, 6 de enero de 2010

Meravigliosamente Crudele

Jamás comprendí los sortilegios que en mi nuevo refugio se realizaban. Aquellos dos titanes a mis ojos se veían constantemente envueltos en un aura de misterio y magia del que no podían escapar de ninguna de las maneras. Caminaban por las calles ajenos a todo lo que les rodeara, como si no vieran los vehículos pasar. Y como si cada ventana de cada edificio que veían ante sí ocultara un enigma que los absorbiera por completo.

Yo era una chiquilla cuando los conocí, y no por voluntad propia. El destino o el azar quisieron que viviera en los suburbios de una ciudad de la que ni siquiera recuerdo el nombre. Como muchos en aquel lugar, vivíamos de la miseria. Rogando por que apareciera un ángel que nos sacara de aquel infierno. La mayoría moría de hambre, y los que no, a las navajas de los más fuertes.

Yo también rezaba. Solo que en mi busca no llegó un ángel: llegaron dos. Para mí eran dos señores de alta posición, con sus preciadas capas y sus cuidados movimientos y modales.
Todo lo que podía soñar cualquier desgraciado. Y aún más: vivir sin ningún recato.

Me llevaron con ellos, dándome todo lujo y capricho. En los caprichos se incluían posesiones, viajes y la sangre ajena. Así era. Si teníamos que matar para conseguir nuestro objetivo, no había reglas. Aquellos dos magos sabían ocultar sus crímenes.

Así era nuestra vida

domingo, 3 de enero de 2010

Vuelo 22-J

Hace bastante tiempo que el avión dejó tierra. Todavía sigue su curso, en este viaje que nos promete un paraíso. No he dejado de buscarlo, ni voy a dejar de intentar encontrarlo.

A veces encontramos turbulencias en este cielo azul. Pero como bien es sabido, en todos viajes hay dificultades. Tan solo dos pasajeros. No es admitido nadie más. Como dice el dicho, tres personas son multitud, ¡jajá!
Lo que no sospechaba que el edén es el mismísimo viaje.

Dos mandos, dos corazones, latiendo a la vez y en la misma dirección. Hacia un futuro maravilloso.
Y no pienso abandonar este vuelo

viernes, 1 de enero de 2010

Paseos entre luna y sol

No recuerdo por qué huía. Supongo que la situación se había hecho insoportable, y quería desaparecer. Seguía como quien no quiere la cosa a aquel vehículo. En su interior, aquella que me prometía la libertad.
El monopatín seguía rodando a poca velocidad bajo mis pies, cazando cualquier coche que fuera conducido por algún ente distraído. Porque solo eran un eco, entes. Miradas perdidas, cuerpos que son solo cascarones vacíos.
Y ella me había prometido la entrada a otro mundo. Tan solo la había visto una vez, y su piel oscura como el carbón me había hechizado. Sus ojos azabache parecían conocer todos los secretos del universo. Y la había poseído una noche, que ojala se hubiera hecho eterna.

Una vez dormitaba en mi cama, me habló acerca del portal. Así lo llamaba. Mi mente no atendía a razones. Y tan solo recuerdo estar siguiendo su mismo camino.

Me marchaba, y mi corazón estaba seguro de que sería para siempre. Pero por un momento, dudé de todo. Pensé en abandonar a mi amante, y a todos nuestros sueños. Empezaron a aparecer rostros conocidos, en los que vi por vez primera un rastro de emoción. Quise esconderme en lo más profundo de la tierra.

Cruce el portal, y solo en mi memoria permanece el recuerdo de la muerte de la luz...
... Ahora.. ahora no sé donde estoy.