lunes, 8 de febrero de 2010

Un grito al pasado

Papá tardaba aquella noche... bueno, en realidad, como casi todas las noches. Siempre se iba temprano a trabajar y no volvía hasta mucho después del anochecer. Siempre llegaba cansado y se marchaba a dormir. Una media sonrisa nos dedicaba a veces, cuando nos acercabamos alegres a tu llegada. Pero sin saber que aquello existía en él, extrañabamos una caricia, un pequeño aprentón en el hombro a modo de saludo.

Mis hermanos y yo nos escondíamos en el cuarto, jugando en susurros, cada vez que empezaban a alzar la voz. Mi hermanita lloraba y se preguntaba cosas dolorosas para ella, y para todos nosotros.

Aprendimos demasiado tarde que nosotros no entrabamos en aquella ecuación, ni en ninguna otra en sus vidas. Simplemente debíamos estar, errores fueramos o no.

Estúpida inocencia, me hizo ver demasiado tarde como se nos escapaba la vida.
Aún duele

1 comentario:

  1. Amigo mío: los hijos no deseados podríamos llenar muchos mundos. No hay error, hay vida. Vida que se explica a sí misma.

    Y creo que precisamente la vida no se escapa, se vive, como viene. No hay situaciones ni padres ideales. Hay personas que pelean un lugar en el mundo como todos, pero con una ventaja que extrañamente proviene de la adversidad: somos fuertes.

    Duele. Es el tipo de dolor que siempre acompaña, nunca nos deja y nos recuerda que no somos ERROR, Somos. A pesar de todo y todos.

    Besos (muchos) Abrazos (muchos)de tu Sobreviviente Amiga!

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