martes, 30 de noviembre de 2010

¿Quién mató a ...?

Tres disparos cargados de muerte habían herido al silencio de la noche. No hubo gritos, tan solo el choque contra el metal y la sangre brotar. También una mirada atónita ante lo ocurrido, que años después seguiría siendo un misterio. Tal vez para siempre.

La sombra se deslizó más allá, entre las calles, hacia la oscuridad que conforma el interrogante y el misterio.



La terrible carta llegó con la luz del alba, portando en sus letras el peor presagio para el lector que jamás pudiera haber. Sus esperanzas se hundieron en un terror absoluto, contagiandose por cada partícula de su cuerpo. La respiración comenzó a agitarse, sumido el pensamiento en terribles augurios para el futuro. Aquellos que tal vez estuvieran demasiado cerca en el tiempo de cumplirse. Alzó sus manos e intentó dominar el temblor creciente. La carta cayó de su mano, quedando para la posteridad.

Un reino recién creado y teñido por la terrible presencia de la muerte. Observó el paraje, la ciudad amaneciendo de lo que eran sus dominios. Tal vez podría haber logrado cosas buenas, o terribles. Ejercer un gran poder para dominar a las masas. ¿Héroe o tirano? Quisiera haber escrito todo aquello como su propia crónica, para llorar o reír por sus actos en el futuro.

Pero no todo estaba perdido. Todavía tenía aquel poder. Un hombre sin mano derecha puede seguir dirigiendo un reino

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