miércoles, 13 de abril de 2011

Darkus

Aún escucho los grandes impactos de aquella arma, sostenida por mano amiga. Los enormes haces de luz me cegaban, no me permitieron ver lo que sucedía ante mí. Aquella sombra, aquel monstruo hecho todo oscuridad, se deslizaba ante nosotros como el propio viento, cortandolo con aquellos afilados puñales
Aquel que iba dirigido a mi vientre no encontró su destino. Mi amigo, mi hermano, mi compañero de armas, se interpuso en su trayectoria. Maldito egoísta, ¡te dije que huyeras! Supongo que es cosa del ejemplo. No quise retirarme a tiempo, y por mi causa ahora yaces sin vida

Ahora solo me queda correr, y dejar tu cuerpo atrás. Tu ojos muertos me perseguirán en sueños, presa del remordimiento por no haberte protegido. Mil veces maldita aquella criatura, que se alimenta de todo lo malo que hay en el corazón.
Algún día, con tu mismo puñal, atravesaré tu garganta y acabaré con esa risa cavernosa.

1 comentario:

  1. las imágenes que proyectan siempre perfilan con exactitud el relato en muy pocas palabras. Precioso

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