lunes, 15 de marzo de 2010

Heridas de guerra

Llevaba días observándola, desde mi ventana. Quise acercarme incontables veces, y soltar todos los sentimientos que me ahogaban y que me perseguían desde que me marché de su lado. Quise acercarme para explicarle todo aquello que me alejo de su calor, de su tierna caricia cada mañana. De su sonrisa infantil que alegraba a todo aquel que la contemplaba.

Ni siquiera yo, amigo de infancia, comprendí del todo su magia. Una sonrisa, solo eso. Y el mundo giraba por completo.
Por idiota me marché, y ahora he olvidado todo lo que aprendí en el camino. Quizás porque no había nada que aprender. Tan solo quería volver a sentirme en casa, y olvidar todo lo que por desgracia contemplé y ayudé a destruir en la guerra.

El precio fue no volver a caminar.

Y ahora vuelvo a su regazo. Sus ojos nunca fueron capaces de ver un rostro, un color, un movimiento de ajedrez. Por eso ahora no me mira.

Sus manos, entrelazadas de forma leve, se estremecen al sentir las mías.
Su sonrisa vuelve a nacer, y siento que ya he vuelto a casa.

4 comentarios:

  1. Una sonrisa es un Hogar.
    Y unos ojos que no distinguen colores, rostros o movimientos de ajedrez son capaces de vernos mejor que nadie.
    El protagonista es afortunado. No volverá a caminar, es cierto, pero tiene un regazo, unas manos que se estremecen, una sonrisa y una casa.

    Bello Amigo mío, te extrañé. A veces las ausencias se imponen por muchos motivos, pero no son importantes por sí mismas. El Encuentro no conoce de tiempo, por eso soporta la infrecuentación.

    Mi Enorme Abrazo SIEMPRE!

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  2. Un relato que te deja colmado de un sabor y unos sentimientos muy fuertes de cariño y dolor. Entiendes el calvario por el que el protagonista ha pasado, y comprendes la razón y su necesidad de amar a quien dejó... por una estúpida guerra en la que quedó incapacirtado.
    Excelente!

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  3. Por cierto la voz de Regina Spektor lo llena todo...de una forma mágica.

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  4. Aquella guerra absurda que todo nos lo quitó.

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