lunes, 24 de enero de 2011

Anacrónicos

¿Qué extraño mundo es este? ¿En qué dimensión fortuita he caído?

Todo se hace extraño, el aire enrarecido y el cúmulo de seres realmente extraños pasando frente a mí. ¿Y mi espada? Sin ella podría estar perdido. Pero el cielo nocturno me relaja. Tal vez no sea tan hostil este mundo. Las constelaciones que los altos castillos me permiten ver siguen siendo las mismas en este ¿sueño?
Mis enemigos desaparecieron tras la última batalla. Después, descansamos nuestros gastados cuerpos. Quizás todo esto sea producto de mi vela. ¡Por los dioses!, debo de estar bajo el influjo de alguna estrella o entidad semidivina. Solo así podrían verse tales prodigios.

En el interior de uno de los castillos, ¿qué veo? Un cuerpo inerte. Una doncella dormida, entumecida por el rocío nocturno. Mis manos le toman el rostro con cuidado. Su sueño es apacible a pesar de sus condiciones para dormir. Abre los ojos, mejor motivo que ningún otro para sonreír. Dioses, su mirada me ha hechizado. Una mirada tan llena de curiosidad como puede estar la mía me observa sin ningún tipo de temor.

Ahora he olvidado el regreso a mi hogar, mientras ella se incorpora lentamente. Su oscuro cabello me oculta aquello que no paro de buscar. Esos profundos ojos en los que quisiera nadar.

Que alguien me prohiba despertar; con gusto obedeceré

2 comentarios:

  1. Qué bellooooo! Espero que a la Vigilia no se le ocurra interrumpir como es su costumbre! Aquello que los Sueños han unido, ni hombres ni realidad deben separar.

    Besos y Abrazos Queridísimo Amigo!

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  2. Bonito Beelzenef. Bonito y logrado párrafo. que de nuevo conjugas con música excelente. adoro ese piano....
    abrazos, siempre.

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