jueves, 12 de enero de 2012

Compañeros

Siempre me gusto permanecer en algunos lugares frios. Iba y volvia del lugar donde me habia criado, recogiendo lo que podia de cualquier persona, aprendiendo poco a poco a no pertenecer a ningun sitio. Aunque a veces añoraba la fragil estabilidad que habia antes de que mi hermano se marchara a hacer su propio camino

Ebenn me habia seguido, oliendo tal vez la oportunidad de aprovechar un lugar mas... poblado, digamos. Nada que ver con el pequeño y asolado lugar del que proveniamos. O al menos me seguia su presencia. Uno de los mejores frutos que habia dado mi relacion jefe-empleado con el, fue el conocer a Lear, miembro de la competencia.

Nos conocimos a base de mis nuevos "encargos especiales", que consistian en sabotear de forma discreta el material de Lear. Hasta el dia en que me descubrio, yo lo hacia lo mejor que mi interes por aquella actividad me dejaba: practicamente nulo. Su descubrimiento fue como encontrar al raton que esta saqueando poco a poco tu despensa, y tienes ganas de jugar con tu nueva mascota.

Me advirtio de que no volviera a intentar nada parecido, y el asunto se quedo asi. No me amenazo sobre terribles cosas si volvia a verme por alli. Es mas, se acostumbro a mi presencia cuando yo aparecia alli de vez en cuando, entonces como curioso y como cliente, no como saboteador a pequeña escala. El se reia cada vez que me veia, y me dejaba observar su trabajo. Comence a trabajar en mis propios proyectos, a pequeña escala, con lo poco que podia ver de un sitio y de otro. Ebenn no tenia ni idea de lo que yo hacia, contento de verme rondar por el local de Lear.

Y alli fue donde conoci, por suerte o desgracia, y aun no lo tengo claro, a Envy. Su humor era un poco brusco, pero cuando se reia eras capaz de olvidarlo. El unico idiota que fue a enamorarse de ella, fui yo. Pero lo fui mas aun al darselo a saber. Su unica respuesta fue una palmadita en el hombro, y una sonrisa de lastima. Aun me arrepiento de haberlo hecho, pero su trato conmigo no ha cambiado. Aprendida la leccion, ya conozco mi lugar, sin atreverme de nuevo a pasar de nuevo esa linea.

Como deseaba en secreto, y podia llegar a suponer con el tiempo, Lear me ofrecio un puesto en su taller, cuando finalmente Eben... paso al otro mundo. Como si fuera un espectro que quisiera atormentarme, ella entro a trabajar conmigo poco tiempo despues del ¿no-rechazo? No se me ocurre otra manera de llamarlo.

Ha pasado el tiempo, y seguimos los tres, quizas un poco mas distantes. He viajado, he vivido alguna que otra desventura, ¡y Lear sigue sin querer subirme el sueldo!

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