viernes, 19 de marzo de 2010

Manos hacia el cielo

Las palabras en el viento nos son inútiles. De nada sirven aquí, bajo el agua. Tampoco sé si lo serán para ti. Todas las palabras derrochadas, en tiernas caricias que son prohibidas. Me pregunto que significa ahora todo lo vivido para ti. La luz llega a mi piel a retazos, en aquellos surcos que la superficie del agua me deja ver.

Se siente tan frío ahora. Acostumbrada al calor de tus manos en mi rostro, aquella leve caricia de nuestros labios. Los segundos se prolongaron hasta la eternidad.

La oscuridad va llegando: se siente venir. Y recuerdo en su llegada todo lo compartido, todo lo que quise entregarte. Ahora ya no estás. Te has perdido en todas las ciudades y lugares que quise vivir, sentir contigo.

El agua inunda mis pulmones. ¿Qué sentido había en permanecer en este mundo? Te lo llevaste todo. Todo. Siento el sueño, eterno. Aunque dudo que me produzca el descanso prometido.

Como una ilusión o vago delirio, te siento conmigo ahora. Igual que en los escasos segundos de nuestro único beso. Tan solo quiero poder sostenerte entre mis brazos, sintiendo que aquella unión de nuestras almas, tal vez ficticia, pudiera ser realidad. Me hundo en la ternura de tus ojos, único testimonio de que aquello fue verdadero. Mirarte, solo quiero mirarte.

Ahora ya no queda nada. Eras la última hebra de mi corazón. Y ahora está rota.

1 comentario:

  1. El amor así vívido de esa forma tan absoluta deja una huella dificil de borrar .. pero vendrán otros, no cabe duda.. pero el primero jamás se olvida..

    ResponderEliminar