viernes, 29 de octubre de 2010

Se acabó la historia. Nada de llamadas al comienzo de la noche, nada de planes improvisados. Se acabaron también los abrazos incoscientes, que tanto me llenaban sin siquiera saberlo. Todo está ya dicho, y no caben las dobles interpretaciones. Ella ya ha decidido, y no cabe más que suspirarle al cielo.

Las noches quedarán vacías sin su presencia: les faltará su risa rompiendo el frío silencio. A todos nos cambió. No hubo nadie a quien su vitalidad dejara indiferente. Caricias perdidas para siempre, se las lleva la memoria en casa soplo de aire. Y la imaginación tan solo juega malas pasadas, haciendonos creer que aún sigue con nosotros, en sueños efímeros que deseamos eternos.

No rozaremos el alba con los ojos entrecerrados de cansancio.
No venceremos al sueño creando verdades imposibles.
Nuestra utopía se pierde como nuestras voces en el vacío.
Hasta siempre

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