martes, 22 de marzo de 2011

Ánimas

Golpeó con los nudillos la pesada puerta. Al lado de ésta, un cuerpo inerte descansaba, casi como un guardián de la puerta. Otro ejemplo del macabro humor de Diriek. Solía hacer eso con los antiguos propietarios de las casas que ocupaban. El tiempo en aquella casa se les agotaba, pronto sus vidas volverían a cambiar.
La pequeña Anita lo lamentaría, como cada vez.

- Adelante... - dejó escapar aquella voz grave

Adrien se abrió paso hacia la habitación. Cerró la puerta, al igual que los ojos. Al instante se dejó llenar por la energía que se movía en el interior de esas cuatro paredes. Fanderberg se hallaba cerca. No lo veía, pero podía sentirlo.
Cerraría los ojos, al igual que él, concentrado en el ritual que invocaba a todas las ánimas que estaban allí presentes. Se dejó llenar por los recuerdos de esos espíritus imperecederos, todas esa hambre de vida que nunca más sería saciada. Se sentía entonces más vivo que nunca, regocijandose en la ausencia del Suspiro en aquellos entes.

- No los atormentes demasiado - dijo Fanderberg. Sentado frente a un escritorio atestado de libros, parecía meditar - Pronto te acompañarán allá a donde vayas

- Nadie desea a los muertos siguiendo sus pasos y observándoles en sus sueños - respondió Adrien, algo molesto por la ruptura del silencio - ¿Por qué debería recibir ese castigo?

- Calla ahora y atiende a mis palabras. Apenas nos queda tiempo

3 comentarios:

  1. Así es, nadie desea a los muertos siguiendo sus pasos. Sin embargo Vos los recreas en tus letras, no te intimidan.

    Besos mi Amigo.

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  2. Y, en los muertos habrá alguna sed de vida que saciar?

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  3. errantes en un mundo hostil, donde los muertos se confunden con los vivos, donde los muertos desean y los vivos ya no tienen esperanza..

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