domingo, 20 de marzo de 2011

Las sombras

Anita duerme ahora. Esta criatura parece haber encantado a todos los aquí presentes, a mí incluído, con su presencia. Su sueño resulta tranquilo junto a nosotros, cuando a los otros mortales les entraría un terror atroz cerrar los ojos, imaginando que es lo que podríamos hacerles.
Ha creado una calma en esta casa, algo que hasta el momento no habíamos tenido la fortuna de conocer. Los infiernos no quieran llevarsela de nuestro lado...


Adrien se había dormido sobre el sillón, con el pesado grimorio sobre sus piernas. En aquellos momentos empezaba a anochecer, y el durmiente comenzó a ser vestido por las sombras.
Unos dedos largos se colocaban uno a uno sobre el brazo de Adrien, haciendo fuerte presión. Diriak reía de una forma un tanto enfermiza, y continuaba haciendolo mientras la mano de Adrien se colocaba frente a su rostro. Un destello intenso de luz y el pequeño y deforme cuerpo de Diriak voló por los aires.

- Buenas noches, joven Adrien - reía a carcajadas el enano - ¡El señor Fanderber, solicita inmediatamente su presencia!

El aludido dejó caer pesadamente la cabeza sobre el respaldo del gastado sillón, y tardó solo un segundo en incorporarse. Sus dedos huesudos y alargados cerraron con parsimonia el grimorio antes de abandonarlo sobre la mesa, y al atender su llamada, se arrebujo en sus capas. La noche gastaba su cuerpo frágil.

Así, cuando caminaba, oteó el exterior del caserón sin dejarse ver. El cielo oscuro parecía haberle estado esperando para completar su presencia. Adrien se volvió con gesto altivo: ya saldría en otro momento. Las calles nocturnas serían para siempre su posesión y dominio.

2 comentarios:

  1. ¿Tienen continuidad tus historias en alguna parte? lo digo porque siempre dan ganas de continuar leyendo y desentrañar el misterio.

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  2. Esta historia tiene su continuación

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