sábado, 9 de enero de 2010

Sentidos Iluminados (IV)

El padre Benjamín siempre fue un hombre bondadoso, y acorde con su nombre, muy afín con los niños. Nunca le faltó una sonrisa para con nosotros y hacía de sus sermones algo divertido y fácil de aprender. Aunque yo siempre prefería mirar al cielo y tal vez volar que a escuchar sus palabras, por mucho que las endulzara.
Después de aquella primera vez, Miael tomó por costumbre buscarme antes de que me escaqueara, así que pocas veces podía realizar mi escapada. Hablaba poco, pero cada vez sonreía más. Y esos gestos no escapaban a los ojos del padre Benjamín.


Por aquellos días trajinaba en mis quehaceres, paseando de aquí y allá, tomando comodidad y seguridad con mi arco. Acababa de disparar una flecha, justo en el blanco, cuando escuché su voz a poca distancia de mí, a mis espaldas.

- Una flecha bien dirigida es un éxito seguro - decía cruzado de brazos y la vista fija en la diana - Al igual que muchas cosas en esta vida que Dios nos regala.

Después de terminar su frase, me miró y sonrío con franqueza. Sus anteojos no podían ocultar la vivacidad de sus veinte años, a pesar de la formalidad y seriedad que suele apoderarse de los hombres de Dios. Lo miré sin volverme completamente, esperando una explicación a sus palabras.

- No todas las flechas son de madera. A veces son decisiones en nuestra vida, que sin saberlo siquiera, son verdaderamente importantes - aclaró agachándose a mi altura.

- ... Como... ¿qué cosa? - pregunté interesada.

- Como por ejemplo... las palabras adecuadas en mis sermones. O quizás un buen compañero de pupitre. Ese compañero puede convertirse en un buen amigo.

Mis pensamientos se dirigieron lentamente hacia Miael, a la vez que agachaba la cabeza, pensativa. Antes de terminar de conectar ideas, escuché lejana la voz de Benjamín.

- Cuídala.

Se alejó entonces, dejándome sola con mis pensamientos. Tensé el arco con una nueva flecha, y me aseguré de dar justo en el centro de la diana.

En algunos momentos no puedes fallar. Pero fallamos

1 comentario:

  1. Errar es el mejor camino para aprender... le contestaría yo al padre.. sino lo haces no maduras nunca... es así de triste pero debe ser así la enseñanza de la vida..

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