martes, 24 de agosto de 2010

Viajes

Empiezo a sentir asfixia... ¡Fuera de mi camino, maldita sea! Hace apenas unas horas que me sorprendí en otro lugar que no era mi cuarto, en el cual caí dormida. Las hojas de aquel pesado manuscrito estaban pegadas a mi mejilla, y la tinta había manchado mi piel. Ahora estoy en una biblioteca de dimensiones desconocidas. Una anciana de aspecto aterrador se ha detenido mirandome durante un buen rato. Después me señala con el dedo y empieza una verborrea de palabras incomprensibles, que corearon unas pequeñas criaturillas que corrían hacia mí. ¿Goblins? ¿Qué demonios hacen goblins en una biblioteca? Una estampida de libros se derrumban sobre ellos, dejando caer a un apuesto caballero que juró defenderme hasta la muerte.
Miro por encima de él, y los goblins no cesaban de aparecer. Una patada en la espalda del caballero es suficiente para que cayera y entretuviese a los goblins. ¿Qué le pasa a todo el mundo? Miro hacia atrás, comprobando que nadie me persigue. Nadie a mis espaldas, pero una pared muy cerca de mi cara. Demasiado cerca. El dolor y la asfixia desaparecen.

Estoy en el suelo de mi habitación... en alguna de mis cabezadas debo de haberme caído de la silla... Pero algo no ha cambiado en la transición de mi sueño a la realidad: demasiados libros

1 comentario:

  1. Que no te pase como a D. Quijote .. oye te recomiendo que leas si no lo has hecho "La carretera" de Carson Maculler creo que te gustará...

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