miércoles, 1 de abril de 2009

Fresas

Contabamos solo doce años. El camino que quedaba por recorrer era largo, pero no me importaba. Todos marchabamos a un paso lento, distanciados unos de otros. Aquel que veíamos como tirano y ejecutor, y más adelante como el más fiel de los amigos y mentores, marchaba como sombra que ensombrecía toda sonrisa.

Aunque allí seguía la sombra, solo tenía ojos para ella. Con ese paso ligero, propio de los nuestros pero único en su persona. Su pelo oscuro ondeaba al par que el plumaje de sus alas. Todo un ángel en la tierra.

Ella era la alegría, que contagiaba a todo el que la miraba. Más aún aumentó aquello que sentía cuando vi brillar sus ojos al encontrar unas cuantas fresas en el camino.

Su pasión: las fresas, a las que se suman ahora sus dos pequeños. Adorable Zafiel, con cuanto cariño recuerdo hoy tu valor y tu inocencia.
Que el alzar de tus alas sea eterno.

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Para Danielle, que a mis alas dio fuerza y brillo.

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