viernes, 25 de junio de 2010

Muerte al orgullo

Gastada la armadura, rota la espada, volvemos a nuestro recién conquistado nuevo hogar. Las heridas terminan de sanarse entre el suave rumor de la ajetreada muchedumbre, abajo, en las calles de nuestra ambicionada ciudad. La caricia de las suaves pieles en el lecho incitan al merecido descanso. Nuestro imperio se expande, y veo desde las altas torres como mis ejércitos conquistan todo el mundo conocido. Incluso más allá. Pero no pienso abandonar mi trono. Los sabios hechiceros y las pérfidas brujas han visto mi aciago destino lejos de mi nuevo imperio. ¿La gloria y la eterna fama? ¿La furia de los hombres hacia su propio rey?
Augurios, oscuros augurios. Todo ello puede quedarse en un futuro incierto.

Mi nuevo imperio, como la Ciudad de Oro Azul como capital, será la nueva luz de esperanza para todos los tiempos venideros. Con todos los tesoros construidos y aún por construir. Nuevas alejandrías, jardines flotantes, con un largo historial de reyes en decadencia. Pero eso se acabó.

Ha llegado el gran Alejandro, el rey de toda Asia

1 comentario:

  1. Una gran conquista, pero ¿para qué? todos los grandes reinos acaban sucumbiendo a escombros y olvido

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