lunes, 7 de junio de 2010

Rota

Girando. El lápiz entre mis dedos, girando. He perdido la conciencia del tiempo que llevo así. Realmente, he perdido la conciencia de mi cuerpo, mis actos y todo lo que me rodea. Podría decirse que es mi subconsciente el que habla y escribe por mí. ... ¿Cómo demonios ha conseguido mi Ello atravesar lo inmaterial? No importa, solo necesito que gire. Mi pequeño molinito que da vida a mis ideas. Una pequeña brisa entra por la ventana, removiendo los papeles sueltos que habitaban mi escritorio. Vuelan, como deberían hacer mi maravilloso pincel sobre el lienzo. Pero se resiste.
Aquel pajarillo incrédulo a la genialidad no deja de revolotear sobre mi cabeza. A veces desearía que fuera la mejor pieza de mis cazas. El mejor de los lugares para aquellos que niegan y entierran el más mínimo asomo de virtud.

Por fin empiezo a sentir algo de movilidad. De mis ojos se despeja la niebla del pensamiento profundo. Mis pies, sobre la mesa y asediado de libros. ¿Amigos o enemigos? Mi cabeza da vueltas y caigo hacia otra dimensión.

Dolor de cabeza. El suelo frío. Mi otra dimensión resulta ser mi silla rota. Nueva idea

2 comentarios:

  1. Leyendo este relato y escuchando el "no need to say goodbye" he pensado cuantas veces me ha sucedido lo que en él relatas. Una mañana de estudios (cuando estudiaba) y la cabeza en otra parte, soñando otras cosas...
    Es lo que me gusta de tus micros en pocas palabras trazas un gesto o un sentimiento.
    abrazos!

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  2. Así de caóticos pueden ser los procesos creativos. Ignoro por qué, las ideas (esas de las que nos enorgullecemos) nos toman por asalto "cuando ellas quieren" y difícilmente cuando las buscamos con ahínco.

    Me encantó el "pequeño molinito", es muy tierno!

    Besos, Abrazos y con todo cariño Bello Amigo mío!

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