domingo, 1 de agosto de 2010

Latidos

Abro los ojos en la oscuridad, a un mundo que no parece el mío, y que efectivamente no es. A mi alrededor, yacen mil compañeros caídos en estúpida batalla. La sangre baña mi espalda, ha sido la suave corriente que ha llevado mis terribles sueños. Ya no porto espada, ni empuño arma alguna. La lancé al vacío de un cielo que cruelmente imparte injusticia. Los gritos de los mil yacientes resuenan en mi mente y en mi corazón. Ahora puedo saberlo. La bruma de la incertidumbre y la ignorancia desaparece poco a poco. Nadie más se alza en este desastre. Solo quedo yo.

Mis latidos están contados. Mil latidos por cada soldado abatido, por cada hijo perdido de la humanidad. Una voz en mi interior, una voz desde los cielos, una voz a través de mi mente que amenaza con locura es la que dicta sentencia. Un latido por cada alma perdida en los infiernos de la muerte. Se perdieron los eones, no se conoce el año en el que vivimos. Condenado a la eternidad. Demasiadas vidas perdidas.

2 comentarios:

  1. Terrible abrir los ojos en esa Oscuridad, quizàs la más oscura e impenetrable. Los hijos errantes de los combates -vivos y muertos- comparten esa porción de infierno. Profundo y dramàtico relato...

    Muchas Gracias Amor, por ese Cariñazo que me regalàs toda vez que te encuentro. Felìz por tenerte!

    Besos y Abrazos, asì, de corazòn!

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  2. Un hombre sólo y todos los demás caídos en combates, es el fin de las eras, sólo queda caos y muerte, se acabará con él el género humano

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