domingo, 1 de febrero de 2009

Disfruta tu desayuno

Despunta el alba. Los tímidos rayos del amanecer caen sobre mis parpados, haciendo de manos que corren las cortinas de mis ojos. La noche ha sido inquieta, pero tengo una certeza desconocida para mi que me tranquiliza.
Mis pasos hacen juego con la quietud de la mañana: no se oye mas que el cantar de los pájaros.
Cierro los ojos y aspiro el suave aroma del café... respiro tranquilo... mis hombros se relajan al sentir el tacto de sus manos. Acarician mi nuca y se deslizan alrededor de mi torso, abrazándome desde atrás... Me hundo en el aroma que despide su cabello, mientras que suavemente contornea mi rostro con su nariz...
Tomo una de sus manos y la llevo a mis labios. Va acercando su rostro al mío, sus ojos están cerrados y me muestra una sonrisa adormilada. Sin necesidad de mirarme, busca mis labios y me regala un beso...
Me abandona por momentos para buscar su taza de café, momentos que aprovecho para observar su figura. Aunque este cubierta, deja paso a mi imaginación.
La razón de mi calma. Su beso, su abrazo, sus manos... sus ojos. Sus ojos que me miran con un interrogante, al que respondo con otro beso. Sonríe complacida y se deleita en el calor del sol mañanero.
No podría tener un desayuno mejor.

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