domingo, 8 de marzo de 2009

12, 3

Abre los ojos y mira a su alrededor. Cuatro paredes que asfixian, y el único consuelo es ver que no está sola. Pero cada vez son menos, pues a la medianoche, toman a una de ellas. La toman para no volverla a ver.

Todas despiertan a la vez con sobresalto. La luz que entra por la puerta las ciega y las enmudece. El miedo de no saber quién cruzará el umbral para perderse en lo desconocido. Nadie aparece, y el silencio habita en toda la prisión. Escaleras y pasillos, todo monótono y abrumante. Hasta que al final llegan a la puerta.

Un rostro conocido las espera allí. De las primeras en salir, consiguió traer ayuda para sacarlas de ese horrible lugar. Un gran patio vallado, y en el solo ven sangre y cadáveres. Bajan la mirada intentando no mirar, pero el horror ya está en sus mentes, en sus memorias.

Vuelven a casa. Doce entraron, tan solo tres vuelven ahora.

2 comentarios:

  1. Ves? por eso soy feliz de ser apenas un neurótico común, a diferencia de "ella".
    Es brillante (y angustiante),querido amigo...
    un gran abrazo.

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  2. Muy angustiante.
    Me recordó, por la atmósfera, a la Condesa sangrienta de Pizarnik

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