domingo, 29 de marzo de 2009

Desaliento

Acurrucada está en el rincón favorito de la casa que la vió crecer. Desde allí, junto a la ventana, ve las nubes campando alrededor de su patio de juegos.

Ve a los niños correr, compartiendo risas, cuyo motivo ella no conocerá jamás. Pero pronto desaparecen. Las nubes riñen sin cesar, y aún así lloran por sus sinsentidos. La lluvia cae como un manto sobre un niño que es arropado por su madre. Se lleva la alegría, el color y el suspiro. Pero no el grito. Y aún así no despierta.

La pequeña huye a su refugio, donde debiera estar segura. En cambio encuentra a la sombra sobre su cama, tendiendo la mano esperando recibir la suya.

Corre al escritorio, escribiendo lo nunca dicho y lo que le quedaba por decir. Parece inútil escribir un sentimiento tan grande sobre un trozo de papel, jamás conseguiría demostrar lo sentido de ese modo.

El frío dificulta la escritura. Bastaría como despedida, aunque fuera en un último intento. La mano de la sombra estaba tan fría como la mano que sostenía el lápiz, y la arrastraba al silencio.

3 comentarios:

  1. Escalofriante.

    El texto es tan bueno y se me antoja tan real y tan terrible que me has dejado sin palabras.

    No sé qué es exactamente lo que intentas transmitir, pero creo que lo has conseguido jeje

    Un abrazo.

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  2. Con tu permiso Amigo, vuelvo para leerte esta tarde (no me lo pierdo)
    Pero no quería pasar de darte las MUCHAS GRACIAS por tu comentario! Nada hay de interesante en la mensajera de las mujeres que hacen historia, pero es maravilloso que me acompañes y alientes siempre!
    Un abrazote!

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  3. Grandisimo texto. Me ha gustado mucho. Un saludo! Seguiré visitando tu blog.

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