lunes, 8 de junio de 2009

Bluebeat

Comenzó a juguetear con sus dedos el teclado, mientras unos amigos contemplaban expectantes, con una media sonrisa en la cara. Las notas saltaron alegres al exterior, esperando su salto, cuando alguien se dirigiera a tocar sus teclas.

Algunos rostros se volvieron, al escuchar la música. Los largos cabellos caían sobre la cara del pianista, pero eso no le impedía seguir tocando. Todos se arrimaban hacia él, que ni siquiera se daba cuenta de que estaban allí.

La melodía era conocida, y el coro empezaba a extenderse. Las palmas resonaban en toda la sala.

Bailando bajo la luna, la noche tenía un brillo sobrenatural y especial.

Cada tanto, alguien tocaba a la puerta, y era una sonrisa, dos con suerte, quienes se unían a la fiesta. Unas se alzaban encima de otras, entre abrazos y risas. Se unían al canto, incluso antes de llegar.

El piano expiró sus últimas notas de aquellas manos, y fue relevada por guitarra a otras igual de hábiles. La música era reina aquella noche.

El pianista se alzó de la butaca, buscando una mirada entre la multitud.

Allí estaba. La dueña de esos ojos se enterró entre sus brazos, mientras a su alrededor espíritus eternos que los creían invisibles, bailaban. Ambos se fundieron en un beso, entre acordes y luz de luna

3 comentarios:

  1. Precioso sueño, quién soñara con la música... A veces creo que la música me abandona... A veces creo que no soy suficiente para ella, me parece que huye de mi.

    Mentirijillas desde mi orilla.

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  2. La complicidad entre el pianista y la "dueña de esos ojos" construye una historia de música y sensaciones.

    Preciosa captura de un momento mágico!

    Besitosísimos Guapo Amigo!

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  3. Cuando el pianista no mira el teclado al tocar, siente más la música.
    Al menos a mí me pasa.

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