sábado, 27 de junio de 2009

La vida arde

El agua le inundaba los pulmones, llevando un amor imposible hasta el camino hacia la muerte.

Casi había perdido la voluntad de nadar, y se dejaba arrastrar por la fuerte corriente. El río atravesaba la ciudad, que ahora ardía con furor, y su curso pasaba junto al lugar que llamaba hogar.

Sus parpados se cerraban, mostrando su deseo de hundirse en las tinieblas por fin; y un grito desgarrador llegó lejano hacia sus oídos. Abrió los ojos para ver a su alrededor, y en ese justo momento chocó con el gran sauce en el que jugaban sus hijos, ahora derribado en el río.

Se abrazó a él, haciendo un último acopio de fuerza. Miro entonces a su hogar, en el que ahora habitaban las llamas, junto a su familia. Juntos gritaban, juntos morían. Y el sintió envidia de ese fuego, por estar junto a ellos, antes de dejarse morir en el agua.

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