martes, 11 de agosto de 2009

Una tierra de nadie

Cierro los ojos y vuelvo a ver sus calles, sus oscuros rincones donde vuelan las pelusas que conceden cualquier deseo huyendo de aquellos que solo anhelan soñar sin límites. Los ojos se entrecierran, mientras sienten como la brisa fría acarica sus rostros, los hace estremecer y a la vez sonreír, pues esta trae las risas lejanas que ocupan todo el lugar.

El cielo estrellado se ve infinito, las pequeñas luces sobre nuestras cabezas brillan más que nunca, alegres, alimentadas por la alegría y la imaginacion que desborda sin límite cada alma viviente que pasa por allí.

Miles de vidas, muchos destinos quedan grabados en la memoria, donde nunca caen en el olvido; todas sus memorias, vivencias quedan guardadas sobre el papel.

En esta tierra de nadie, nunca la quieren abandonar. Siempre esperan regresar, una vez más.

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