domingo, 15 de noviembre de 2009

Los grandes Odin y Aisha

El sol jugaba con las nubes, esperando que le encontrara la luna. Y a la vez el viento con las esponjosas almohadas del cielo.

El espectáculo acababa de comenzar. La niña creaba con su padre un fantástico juego de equilibrio y movimiento. Los aplausos eran apagados por la espectación y la sorpresa. Algunas cámaras eran proyectadas a robarles su imagen durante segundos. Los demás niños no perdían ni un movimiento, gritando de alegría y entusiasmo.

Por fin, la pequeña se alzó sobre los hombros de su progenitor hacia el cielo. Mirando primero a la cúpula azul y después a mí misma. Su sonrisa brillaba como el sol, tan clara como el cielo.

Una reverencia, y nos brindan su vida, su arte y las miradas excitadas que les permitiran pasar un día más.

3 comentarios:

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  2. Me encantó, no se por qué pero se me saltó las lágrimas un pelín cuando los niños gritaban al volar el diábolo. Ni qué contar de la sonrisa de oreja a oreja.

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