jueves, 3 de junio de 2010

Infortunio

"Mi dulce niña..." pensó casi incoscientemente.

La observaba caminar, contemplando el leve movimiento de su pelo al roce con la suave brisa. Pero pronto tuvo que dejar sus contemplaciones. Voces conocidas, que pertenecían a su pasado. Permanecían a su espalda, y siempre en su pensamiento. Quiso ser discreto al volver la mirada y mirarlos. Las emociones pasaron por su corazón a la misma velocidad que la brisa. Permanecieron unos instantes, después se marcharon. Tenía que continuar, pero sus pasos se hicieron tan difíciles como dejarlos atrás.

A ello se sumó una de las imágenes más terribles de su existencia: ella, el objeto de su amor, caía desplomada. Atravesada por el infortunio desconocido, no volvería a alzarse jamás con el aliento de la vida. Los dioses habían sido crueles, en sus caprichos y azares, fulminaban incomprensiblemente.

No pudo hacer nada. Sintió desfallecer su corazón. La fortaleza que había llenado su cuerpo se desvaneció, permanecía en pie al lado del hermoso y joven cadáver. Miró al horizonte, mirada perdida. En aquellos ojos claros, el brillo intruso que había poblado su vida se extinguió. Como una llama.

1 comentario:

  1. perfecto como fabricaas imágenes visuales con tanta fuerza y emoción.

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