Una gran cúpula oscura aparece ante mis ojos. Ellos lo llaman cielo. Millones de puntos de luz lo cubren, repartidos en su gran inmensidad. Jamás podría negar que es hermoso, y tan solo tengo deseos de cruzarlo con mis alas. Estas responden de inmediato a mi pensamiento.
Se desplegan con grandeza, sorprendiendo al abad y a sus novicios. En los ojos de mi mentor espiritual puedo ver orgullo ante la magnificencia del poder de Dios.
Mi mirada vuelve hacia el cielo nocturno, y creo que puedo tocarlo. El Firmamento se vuelve pequeño y lejano, pero su imagen siempre esta ahí para reconfortar mi corazón cuando le invade el miedo. Desconozco mi pasado, pero no mi futuro: soy un Urielita, sirvo al Pontifex Maximus y a la Iglesia. Mi cometido es salvar a los fieles del Señor de las Moscas y librarles de su mal.
Y existen miles de lugares que conocer, gente que salvar y millas de distancia para volar. Y no estaré solo: mi compañia velará por mi, y yo por ellos.
domingo, 11 de enero de 2009
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Buena introducción para tu blog! ;)
ResponderEliminarMañana leo el otro, que me voy a cenar.
Adeu Leo.