Quería alargarlo cuanto pudiera, nuestro regreso a casa. Aunque mi corazón se queda en su pecho, para siempre.
Llegó la muerte del día con un viejo cuento, en el que Sol y Luna son amantes perdidos en el mundo de los hombres, esperando a que su amor les haga reencontrarse.
Esta noche se ven las estrellas en la cúpula azul, rodeados por la luz muerta y oscuridad, pero su sonrisa ilumina mi camino, como estrella. Aunque todavía sin nombre.
Su beso, su caricia, su abrazo, su amor. Llenan mi alma.
Ahora nada me falta. Solo estás tú, mi estrella.
viernes, 14 de agosto de 2009
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Suena a una de esas noches de verano mágicas (y quizás shakespeareanas)en las que todo es posible.
ResponderEliminarA veces el alma alcanza la plenitud y no se me ocurre mejor momento, que éste, el que describen tus letras.
Mi beso y Abrazo Querido Amigo.