domingo, 20 de septiembre de 2009

Siervo de Nuitari

La brisa fría haciendo temblar la hierba bajo sus pies. Las criaturas de pesadilla empezaron a alejarse aterrorizadas por aquel poder que se acercaba. Los compañeros pudieron entonces tomar un pequeño respiro. Al menos uno de ellos.

El frágil mago no. Todavía se apoyaba en su bastón, pero no tardaría en caer. Sus extraños ojos brillaban con una nueva luz, observando algo que para el semielfo, agotado, no podía ver.

- No puedo continuar así... Necesito tu ayuda... - comenzó a hablar con aquel ente invisible. La imagen parecía irreal - ¡Ayúdame a sobrevivir!... Otra vez.

La presión de sus dedos aumentó sobre su bastón a medida que escuchaba.

- ¡Nuestro trato seguía en pie! - exclamó el mago - ¿El precio?... - Su voz tembló al preguntar, pero no al responder - Acepto.

Su cuerpo recibió una convulsión inhumana; sus ojos dejaron de ver aunque permanecían abiertos y de su boca se escapó un grito de horror, tan oscuro como la noche en aquellos tenebrosos bosques.

La oscuridad de su aullido pareció tomar vida y expanderse por su cuerpo. Su túnica, antes roja como la sangre, comenzó a oscurecerse, al ritmo de unos latidos agonizantes pero increíblemente intensos. Su cuerpo se retorcía sin cesar, desahogando su dolor en el grito y en la fuerza con la que sostenía su báculo. Hasta que por fin, los latidos cesaron: el mago ahora vestía la Túnica Negra.

Nuitari lo miraría ahora con orgullo. Todo su poder al servicio de un Mal que se hacía inmortal.

Se alzó el mago por fin, que había caído sobre sus rodillas, con renovada fuerza y poder, brillando de ambición su mirada.

1 comentario:

  1. Creo que pagó un precio desmesurado y no midió bien las consecuencias...pobrecito.
    Muy querido amigo,te estoy muy agradecido por pasar siempre por mi casa.
    un abrazo inmenso !!!

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