sábado, 31 de octubre de 2009

Humor divino

Ya había pasado el tiempo. ¡Suficiente! Ambos sabían que era el momento apropiado para marcharse, a no ser que quisieran un derramamiento de sangre. Aunque sendos pueblos parecían anhelarla como si fuera el agua que saciaba sus gargantas.

Los dioses se mostraban hasta entonces indiferentes hacia el resultado, hacia sus fieles y el resultado de todo aquello. Algún presagio podía manifestarse de un momento a otro.

Y los jefes de aquellos grandes pueblos del imperio azteca lo esperaban impacientes. No sabían cuanta sangre habían vertido a los dioses para ganar su favor. Y también habían olvidado el motivo de la contienda. Solo existía el choque de los aceros, aquella guerra.

Así que se retiraron hasta un momento más propicio, abandonando aquel templo de piedra, decorado con mil totems que mostraban las más horrendas criaturas que advertían del peligro de los infiernos antiguos.

Así que uno de ellos, el que marcó la primera ofensa ya olvidada, volvió la espalda para volver a la seguridad de su pueblo. Y jamás llegaría a comprender como le sobrevino la muerte, pues aquella criatura de pesadilla, tallada en piedra, cobró vida por diversión de sus dioses, atravesando su pecho de parte a parte con la afilada roca.

La sangre brotó de sus labios mientras observaba atónito como aquel ser de piedra volvía a su lugar, dejando un vacío literal en su interior, muy lentamente. Cayó a la vez que moría.

Su rival se mantenía aún quieto, paralizado por el terror. Volvió a recuperarse, tan solo para alzar de forma paulatina un grito que anunciaba victoria, que fue seguido por las voces de todos sus guerreros.

Los dioses eligieron.

2 comentarios:

  1. El dios se venga del guerrero ... un humor inteligente...Me gusta como contextualizas tus historias con gran acierto

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  2. ¿Quizás Huitzilopochtli fue el encargado? Solía ser un dios muy cruel, exigente, insaciable y caprichoso...

    ¿Te conté, Amigo, de mi fascinación por los aztecas? Todo comenzó por un libro (cuando no!) "El Corazón de Piedra Verde" de Salvador de Madariaga. La mirada interior a ese magnífico y orgulloso pueblo es inolvidable.

    Te abrazo con todo cariño y por supuestísimo, te dejo un beso hechizado!

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