viernes, 24 de julio de 2009

La prisión

Coge los barrotes y lanza una mirada furibunda al exterior. No puede ver al gentío caminar, tampoco su suelo. La tiniebla es reina en su prisión. Sus palabras son los gemidos y los gritos de horror; sus lágrimas de risa son las de dolor en los prisioneros; su gozo está en el sufrimiento de los reos. Se hace interminable.

En las noches más oscuras, toma forma, dejando entrever su silueta cuando todos despiertan de sus pesadillas. Entonces ella se deleita en los aullidos que provoca su caricia.

La furia en su mirada persiste, incluso más allá llegado al anochecer, y solo se desvanece, dejando pasar al terror, cuando siente las manos de Madre Oscuridad rozándole la espalda.

Solo tantea, provocando el escalofrío y que el arazo a los barrotes sea más fuerte. Mira entre desafiante y pícara a su vieja amante, la luna, a la que solo se acerca cuando le da la espalda… Su luz le hace daño, así que rápidamente agarra con fuerza a aquel que desea escapar con todo su ser, y lo arrastra hacia sus dominios. Ni siquiera la noche apaga los llantos.

1 comentario:

  1. durante unos momentos me he sentido verdaderamente enclaustrado. tu escrito produce agobio, por eso es bueno!

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